El “pibe”, la sabiduría de un grande Gino Osvaldo Molayoli comenta vivencias de su largo y exitoso trayecto por el mundo de las bochas. Su pasado como jugador, su presente como entrenador de jóvenes e historias extraordinarias embellecen un armónico diálogo, caracterizado por lo anecdótico y la simpatía del protagonista. Hablar de la historia del deporte de Río Cuarto puede llevarnos a varios nombres, siendo uno de los más importantes –sin lugar a dudas- el de Gino Osvaldo Molayoli. El “pibe”, tal cual aún lo apodan, nació el 9 de septiembre de 1931 en nuestra ciudad y desde temprana edad se dedicó a las bochas, disciplina por la cual fue premiado como el mejor del siglo en 2002. Con simpatía, amabilidad y la calidez que lo caracteriza, Gino recibió a los periodistas de Contragolpe y en medio de su cuantioso museo, por la calidad, la cantidad y la validez de los premios que lo adornan, habló de su vida, de la vida, de temas de actualidad y la relación de éstos con el deporte. Para iniciar, y casi de manera ocurrente, le preguntamos quien era Gino Molayoli y no dudó en definirse: “soy un ser humano común que tuvo la suerte de tener un pequeño don, pero siempre he sido de perfil bajo. A todos los pueblos que he ido como delegado, como presidente o director técnico, siempre hubo un obsequio por mi trayectoria. Además, fui viajante durante 45 años”. Luego, suspiró, se tomó unos segundos para reflexionar, y detalló cuasi estuviera viviendo su infancia: “Mi padre tenía la concesión del ‘Palacio de los Deportes’ (actual Central Argentino) donde empecé a jugar a las bochas a los 8 o 9 años: me echaban de la cancha porque era muy chico. Iba a las Escuelas Pías y saltaba los paredones a la tarde con los pupilos para jugar. Llevaba cuatro bochas ‘carcochas’ y hacíamos partiditos de cuatro con una bocha cada uno”. Su educación y sus valores lo llevaron a ser catalogado como una gran persona y un hombre de bien en el ambiente que rodea a la disciplina deportiva de sus amores. A ello, debe agregársele la increíble e inaudita cifra record de galardones obtenidos: “Tuve la suerte de ganar 72 títulos para Río Cuarto entre campeonatos mundiales, sudamericanos, argentinos y provinciales. Acá, en la ciudad, se hacía un campeonato muy especial: jugaban 200 bochófilos y lo gané 11 años seguidos. Muchas veces me pasó que la gente me cargaba porque decían ‘acá venimos a jugar por el segundo puesto’; pero no era así, las cosas se dieron de esa manera”. “Muchas veces me pasó que la gente me cargaba porque decían ‘acá venimos a jugar por el segundo puesto’; pero no era así, las cosas se dieron de esa manera”. Gino y el visionario don Baez, los primeros pasos Inevitablemente a todo genio se le adjudica descubridor. El caso del Molayoli no es la excepción aunque más allá de su pasión por las bochas Gino estaba presente en cada torneo que se presentare en su camino, sin importar la disciplina deportiva: “Al tener mi padre tenía la concesión del Central Argentino, entonces me anotaba en todo campeonato que había ya sea fútbol, básquet, boxeo”. Deportista por naturaleza, el nacimiento del “pibe” en el mundo bochófilo viene desde corta edad. Gino asegura que nunca se dio cuenta de sus condiciones de jugador cuando chico pero sí admite la presencia de una persona, que vio más allá de lo evidente: “Recuerdo que tenía 12 años y un día, un señor de apellido Baez me dijo: ‘pibe –de ahí el mote por el cual se lo conoce a Molayoli-, ¿por qué no te dedicas a las bochas?, tenés grandes condiciones’. Ocurría que a la tardecita se juntaba toda la gente de edad y todos se peleaban para jugar conmigo porque siempre fui muy respetuoso (NdR: y por sus condiciones, claro). Este señor –Baez- me llevó a la Asociación de Bochas que estaba ubicada en la calle General Paz y me afilió. Jugué dos partidos en tercera y me pasaron a segunda. De segunda pase a pre intermedia. Cuando tenía 14 años, en 1946, se hizo en Río Cuarto un torneo selectivo para ir al Campeonato Argentino de Rafaela: gané el torneo con todos los cracks que había acá, porque era la época de oro de las bochas. Me llevaron a Rafaela de suplente, no me pusieron porque era demasiado chico y se generó una polémica con los delegados de los clubes porque decían que si había ganado el campeonato no entendían porque no me ponían de titular… y todo eso”. “Cuando tenía 14 años, en 1946, se hizo en Río Cuarto un torneo selectivo para ir al Campeonato Argentino de Rafaela: gané el torneo con todos los cracks que había acá, porque era la época de oro de las bochas. Me llevaron a Rafaela de suplente, no me pusieron porque era demasiado chico y se generó una polémica”. ¿Famoso yo? La nobleza del hombre y sus cualidades como deportista hicieron de Gino un referente del deporte local. Sin embargo, el “pibe” –como él mismo lo mencionó- es de perfil bajo y sino preste atención a la anécdota que el mismo Molayoli nos comenta: “Los otros días una señora acá en la esquina de casa me dice que le habían pedido al hijo que nombrara a una persona famosa en el barrio. Yo le dije: ‘acá no hay ninguno’, y la señora me dice: ‘¿cómo, y usted?, ¿usted me permite nombrarlo?’. Y le dije que sí.” El referente y las páginas gloriosas El fallecido Félix Bruno, fundador de la Asociación Río Cuarto de Bochas en 1937, fue su referencia desde sus inicios. Alcanzó a ser su compañero sólo que el capitán en vez de ser su referente era el mismo Gino: “Era un gran jugador. Primero lo veía desde fuera de la cancha y después tuve la suerte de jugar con él de compañero, siendo yo capitán del equipo. Fue una gran satisfacción, aprendí mucho de él. Era de Villa María y después se vino a Río Cuarto; conocía mucho de las bochas. Con el tiempo llegamos ser compadres: yo fui padrino una de sus hijas. En mi carrera tuve muy buenos compañeros, nunca estuve suspendido, nunca se me llamó la atención por un reglamento. Respetaba todo y así me fui haciendo grandes compañeros, los mejores amigos que tengo en este momento prácticamente son los mejores jugadores que hubo en aquella época”. El “pibe” fue campeón provincial en 21 ocasiones, obtuvo 17 títulos de campeonato argentino (cifra total entre individuales, parejas y tríos) y se consagró en 16 ocasiones campeón sudamericano (entre individuales, parejas y tríos) entre los años 1954 y 1974. Además, fue campeón mundial individual, por parejas y por tercetos en Uruguay, en 1957. Un tiempo atrás, la Federación de la Provincia de Córdoba editó un libro de historia de las bochas denominado “El libro de Oro”. Allí se publican fotos de los jugadores destacados, los grandes maestros, siendo uno de ellos Gino Molayoli; también figuran allí el bellvillense José Donato Ghio y el villamariense Roberto Domenino. El primer “Olimpia de Plata” de bochas fue para el “pibe” en 1971 y en 2002 fue nombrado “Jugador del Siglo”: “Me sentí alagado pero igual yo soy de perfil muy bajo. Agradezco, me emociono por todo eso porque en realidad es un alago. Si hablan mal eso también va a doler un poco por supuesto. Siempre es un alago muy especial que te reconozcan”, puntualizó Gino respecto del suceso ocurrido ocho años atrás. “En mi carrera tuve muy buenos compañeros, nunca estuve suspendido, nunca se me llamó la atención por un reglamento. Respetaba todo y así me fui haciendo grandes compañeros, los mejores amigos que tengo en este momento prácticamente son los mejores jugadores que hubo en aquella época”. Latinoamérica y el viaje a Europa que no fue El deporte blanco se caracterizó por ser disciplina amateur durante gran parte de su historia. No obstante, esta condición no fue impedimento para que la trayectoria de Gino trascendiera las fronteras del territorio argentino y grandes ciudades de América disfrutaron el talento del “pibe”. A la hora de extender aún más las distancias respecto de su tierra natal, la historia fue un poco más complicada: un viaje a Italia quedó trunco en la vida de Molayoli debido a la cantidad de tiempo que empleaba. “Conozco casi todo América y podría haber conocido el mundo también pero por cuestiones de trabajo, como esto es amateur, no pude. Me invitaron del club Milán de Italia a jugar un torneo cuando salí campeón mundial (1957) y no pude ir porque eran 30 o 40 días allá y yo era viajante, y tenía que darle de comer a mis cuatro hijos en ese entonces. Les dije que no, era un sueño pero no lo pude realizar por esa situación. Igualmente conocí estadios fabulosos: San Pablo, Río de Janeiro, Perú. La clase media no existe allá y entonces los clubes son de primera automáticamente y los pobres no pueden ir ahí. Se practican entre 7 y 8 deportes en estas instituciones. Si no hubiera sido por mi peculio no hubiera conocido ni General Deheza. Así que le tengo agradecer a las bochas que me llevó a esos lugares”. “Si no hubiera sido por mi peculio no hubiera conocido ni General Deheza. Así que le tengo agradecer a las bochas que me llevó a esos lugares”. Molayoli, Domenino y el torneo en San Genaro Norte Triunfador por donde se lo mire, el “pibe” decidió dejar la actividad en 1974 en un torneo desarrollado en la localidad santafecina de San Genaro Norte. La historia de su arribo al certamen no es de las más comunes, tampoco el desenlace; lo que sí concuerda es el final de la misma, ya que Molayoli culminó consagrado: “No quería ir a ese torneo y me llevaron. Me vinieron a buscar tres veces de San Genaro Norte y me decían: ‘tenés que venir’. Ocurría que Roberto Domenino, un gran jugador y gran amigo de Villa María, había ganado dos veces el campeonato individual y decían que yo era el único que podía salvarles la copa porque si alguien ganaba el torneo tres años se la llevaba. La primera vez que vinieron les dije que no porque Domenino es muy amigo mío. La segunda vuelta me plantearon para convencerme que ellos no sabían, ni yo tampoco, si llegaba a la final frente a él; esto fue como medio año antes del campeonato. Cuando faltaban dos meses vinieron por tercera vez y les dije que sí porque ya que estaba conocía el lugar, si total ya había dejado de jugar. Me entrené un mes, fui y efectivamente nos tocó enfrentarnos en la final. Y le gané bien. Toda la hinchada del club estaba conmigo, con tal de que no se llevara la copa”. La actualidad de la disciplina El nivel de las bochas ha decaído nos cuenta Molayoli y sugiere darnos un ejemplo para afirmar aún más su argumento: “Antes de 20 bochazos había jugadores que te pegaban los 20; ahora de 20 un tipo pega 15 y es un fenómeno”. El “pibe” nos explica que el tamaño de las bochas y el bochín han cambiado muy poco, como así también el reglamento general y agrega que si bien ahora existen la cancha sintética y la de conchilla… por lo demás… “el que tiene condiciones lógicamente va adelante”. No es fácil entender el porqué de la disminución en el nivel de la competencia; la explicación que encuentra Gino va más allá de lo deportivo y piensa que también existe una influencia de carácter social y cultural: “La vida nos decayó un poco. Antes si uno era maestro de Escuela supongamos o empleado de la Base o del Arsenal, trabajabas hasta las dos de la tarde y después te dedicabas a practicar un deporte. Ahora ese tiempo de la tarde tenés que ubicarlo en hacer algo más para mantener tu familia. Entonces, tenés menos tiempo de practicar un deporte. Por eso el deporte ha caído”. “Antes de 20 bochazos había jugadores que te pegaban los 20; ahora de 20 un tipo pega 15 y es un fenómeno”. La increíble historia del chico que aprendió a leer y escribir a través de las bochas Devenido en docente y con una escuelita en el Club El Diario, Gino se dedica por estos tiempos a inculcar a los chicos las cuestiones que atañen al juego como así también valores y pautas culturales de la vida y su relación en las disciplinas deportivas. Dentro del número de alumnos se encuentra uno, de inicio muy particular. El joven de 10 u 11 años, según cuenta Gino, no sabía leer ni tampoco escribir: “Me entero de esto casi después de tres meses que empieza a ir a jugar a las bochas. El chico tenía condiciones entonces lo hicimos sacar el carnet en el Club El Diario. Cuando lo digo del asunto que tiene que firmar, ahí me lo comunica”. La historia nuevamente tiene un final feliz: por intermedio de la Vecinal Santa Rosa, el chico ahora sabe leer y escribir… y los jueves entrena en El Diario. El “gringo” Escalas, el cura y las bolas de fraile Sencillamente imperdible. Anecdótico, casi sacado de un libro o revista de historietas. Pero mejor que lo cuente el propio protagonista: “Había un gordo de vicerrector, Vicente o Juan se llamaba. Yo terminaba las clases y me iba jugar con los pupilos, que eran como 50 o 60 en las Pías. Pero éramos 5 o 6 los que nos gustaban las bochas. Un día vino el vicerrector, a quien nosotros queríamos con locura, y nos preguntó: ‘¿quién es el campeón acá? Vamos a jugar por las bolas de fraile’. Nosotros teníamos 11 o 12 años y todos los chicos me señalaron a mí. Jugamos y le gané cuatro partidos por 10 centavos; cuando tuvo que pagar, el cura nos dio cuatro estampitas y uno de los muchachos, el ‘gringo’ Escalas, le dijo: ‘no padre, nosotros queremos comprar las bolas de fraile y usted nos da estampitas. No nos van a recibir eso’. El asunto es que el ‘gringo’ le sacó 20 centavos y dos estampitas. Eran terribles los curas; este era buenísimo, un tipo macanudo. Pasó una semana y apareció el padre pidiendo revancha. El ‘gringo’ Escalas le dijo: ‘no padre, si acá no deposita, no hay partido’. Discutieron un rato, el cura se fue y no hubo partido. Café de por medio, la charla va culminado. Es mediodía y Gino debe continuar con sus labores en su cálido hogar, que nos confunde y nos llena de regocijo entre tantos galardones. Distendido como desde el momento en que nos saludó inicialmente, no nos esconde su pasión futbolera por San Lorenzo aunque dice que “fue un accidente” ya que tuvo que hacerse hincha a los 5 o 6 años para no quedarse fuera de un picado barrial en una plaza. “Jugaba de ‘pesquero’ y tenía buena patada”, recordó. Anecdótico, sensato, cordial, alegre, de memoria inmejorable y con una capacidad de oratoria envidiable, así nos despide Gino Osvaldo Molayoli: el hombre al cual todos conocen como el “pibe” sin por ello reconocer que ha sido uno de los más grandes embajadores del deporte de Río Cuarto, dentro y fuera de la cancha. Infografía Campeón provincial: 21 veces. Individual en 1954, 1955, 1956 y 1965. Parejas en 1964, 1965, 1967 y 1970. Tríos: 1950, 1955, 1961, 1962, 1963, 1964, 1965, 1967, 1968, 1970, 1972, 1973 y 1974. Campeón argentino: 16 veces. Individual en 1955, 1956, 1957, 1958, 1960 y 1961. Parejas en 1966 y 1969. Tríos en 1955, 1956, 1957, 1967, 1970, 1971, 1972, 1973 y 1974. Campeón sudamericano: 16 veces. Individual en 1956, 1960, 1964, 1970 y 1974. Parejas en 1956, 1962, 1964, 1972 y 1974. Tríos en 1956, 1962, 1964, 1970, 1972 y 1974. Campeón mundial: 3 veces. Individual, por Parejas, por Tríos en 1957. Torneo de la Ciudad de Río Cuarto: campeón 11 años, de manera consecutiva. Olimpia de Plata en 1971. Jugador del Siglo en 2002. Nota: La presente publicación y sus imágenes fueron extraídas de la Revista Contragolpe Número 1, un producto gráfico de la Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda.