Difícilmente el hincha de Estudiantes olvide la noche del 14 de noviembre de 2008. Es que el “celeste” robo aplausos, fue más que su rival y en gran parte del segundo tiempo reflejó en cancha el oficio de un equipo que sabe lo quiere.
El partido empezó con un Estudiantes timorato y un “9” que quería la pelota, pero a los ocho minutos apareció Rodríguez y con una gran jugada anotó el primer gol. Después de la conquista, el equipo de Mattea cometió el error de darle la pelota al “patriota” y este le generó alguna opción gracias a la capacidad de Acuña o el buen manejo de Fernández y Lima. Tras un lapso de 25 minutos, apareció Casasnovas, capitalizó un error defensivo, y empujó al gol para pegar el segundo grito sagrado. En un partido que nos entregaba pocas emociones, Estudiantes ganaba 2 a 0 merecidamente gracias a su contundencia.
En la etapa complementaria vino lo mejor. El local mostró concreción a la hora de definir, oficio a la hora de “dormir” el partido y… a Rodríguez. Matías Nicolás Rodríguez nos llenó con su futbol, con un gol de potrero, encarando y dejando rivales en el camino. Digno de un talento que no muchos tienen, eligiendo el mejor destino para el balón y, a diferencia de otros partidos, se movió y se ubicó en el lugar justo para explotar todas sus virtudes. Después del gran gol del “bochita” comenzó el tiempo del lucimiento “celeste” y de la cuarta alegría de la noche, gracias a una buena jugada de Silva y Rodríguez, que Casasnovas transformó en gol.
El partido se fue y Estudiantes goleó. Y más allá de la contundencia mostrada, también demostró en algunos pasajes del juego tranquilidad para manejar los tiempos y para no abusar en hacerle llegar la pelota reiteradamente a un encendido Rodríguez y buscar variantes, para multiplicarse en la cancha mostrando despliegue y sacrificio.
Con eso, más la solvencia de José Mancinelli en el arco, una defensa sólida con pocas fisuras, un mediocampo que partido tras partido gana en inteligencia para leer que pide el cotejo en cada circunstancia y una delantera que además de solidaridad y el sacrificio también hace goles… es imposible que en cada rincón del estadio celeste no resuene el… “volveremos… volveremos… volveremos otra vez”.
Gastón Geretto – Redacción Al Toque