El domingo 26 de junio fue una jornada furiosa en Udaondo y Figueroa Alcorta (las calles que rodea al monumental) tras el descenso de River Plate a la Primera B Nacional en manos de Belgrano de Córdoba. Ese día los violentos hinchas millonarios (esos que pierden un gran negocio con River en la B) sacaron toda su furia y destrozaron a uno de los escenarios futbolísticos más representativos del país.
Sí, la locura todo lo pude. Un resultado futbolístico que englobaba más algo más que el futuro deportivo de una institución fue capaz de semejante barbarie.
Un mes después, y con el aporte de 5 millones de dólares de la AFA y el Comité Organizador Local de la Copa América 2011, el estadio de River Plate vuelve acobijar un partido de fútbol. Será nada más y nada menos que la final de la competencia continental entre Uruguay y Paraguay.
La ayuda de las estructuras deportivas sirvió para que la entidad de Núñez pueda invertir para colocar 30.000 metros cuadrados de madera para las butacas, 3.000 metros de alambre, 100.000 piezas de cerámicas para los pisos, unas 2.000 toneladas de arena, cal y cemento y miles de litros de pintura.
Redacción Al Toque