Un marco digno de una final. La parcialidad local respondió y estuvo a la altura de las circunstancias ratificando una vez más el fenómeno social gigenense. Luego de varias malas, aparecieron las buenas para los “ingleses” que se hicieron sentir desde su sector, bien acompañado por el millar de simpatizantes locales. Trapos monocromáticos -un tono impuesto desde hace un año con mayor presencia-, bombos, trompetas y un aliento permanente. Los cánticos recorrían desde la cabecera sur hacia tres cuartas partes del estadio contagiando a propios y extraños. El resultado privó a los locales de completar una fiesta con vuelta olímpica pero una vez más el fútbol de estas latitudes -con su folclore- disfrutó de una gran jornada, digna de revalorizar nuestro balompié.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque