El 30 de octubre es un día más que especial. Una jornada como hoy, pero de 1983, regresaba al país la tan ansiada democracia luego de la cruel dictadura que azotó al país durante siete años. En estos 30 años de democracia el deporte se constituyó en un significativo elemento en donde cada una de las administraciones que gobernaron al país le otorgó una determinada impronta.
En 1983, con el regreso de la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín heredó una compleja situación política y económica y la prioridad fue reparar heridas en otros ámbitos. Sin embargo, comenzó a discutir el modelo deportivo a llevarse a cabo en nuestro país y se intentaron hacer algunas cosas en el deporte social.
Pero en los seis años convulsionados que atravesó el gobierno radical, con Rodolfo O’Reilly, como secretario de Deportes, y Osvaldo Otero, como subsecretario, no se reglamentó la Ley 20.655, pese al nombramiento de un asesor para ese tema y los infructuosos pedidos de legisladores nacionales y dirigentes deportivos.
El momento deportivo más traumático durante este período se vivió con la selección argentina de fútbol que se consagraría campeón mundial en México 1986. A pesar de que muchos hablaron de una conspiración por parte Ricardo Alfonsín y los suyos para destituir a Carlos Bilardo, Ezequiel Fernández Moores cuenta en su libro “Breve historia del deporte argentino” una anécdota increíble narrada por el propio O’Reilly en donde explica que en medio de un asado con Alfonsín y Enrique Nosiglia el presidente de la nación le pidió al secretario de deportes que echara al director técnico por el flojo desempeño. Pero O’Reilly le manifestó que no tenía injerencia porque no le correspondía. El hecho que promovió al asunto como política de estado fueron las declaraciones del secretario que el diario Tiempo Argentino tituló “Argentina no juega a nada”. Eso encendió la mecha y logró el enfrentamiento entre el gobierno y los que apoyaban al entrenador nacional.
Cuando el seleccionado campeón regresó desde con la Copa del Mundo, Alfonsín recibió a los jugadores en la Casa Rosada y les ofreció el balcón para que saludaran frente a una Plaza de Mayo colmada. Pero Alfonsín no salió al balcón. Tuvo la humildad de no creerse uno más del plantel (Cuatro años después Carlos Menem haría todo lo contrario y posaría para la foto junto a Diego Maradona).
Además, en esa etapa, se puede destacar la puesta en marcha, aunque criticado por las provincias por su carácter centralista, del programa “Deporte para Todos” con sus juegos barriales; la adjudicación del la organización del Mundial de Basquetbol de 1990; el cese de la intervención de la CAD en 1986 y el apoyo, aunque sin éxito, de una lista opositora que buscó desplazar al coronel Rodríguez del COA.
Pero en el prontuario de la política deportiva alfonsinista también se registra el comienzo del reinado de Julio Grondona en la AFA, la presencia del almirante Carlos Lacoste en las delegaciones argentinas en la FIFA y el aumento de los muertos en las canchas de fútbol que en ese período se produjeron un total de dieciséis.
Redacción Al Toque