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Deporte Social

05-08-2013 18:07

En el sur de la ciudad

Kick boxing, atletismo, boxeo y fútbol complementan a una treintena de talleres que funcionan en el Ex Matadero. El deporte, como herramienta de transformación social y educativa, dice presente en el postergado barrio Carlos Mayer de la ciudad de Río Cuarto.

La idea es traída de Ciudad Oculta, Buenos Aires, u Ocultada como la llaman otros, pero para transformar una realidad local que no difiere mucho: pobreza y marginación, el camino más corto a la droga. Desde hace año y medio, funciona el Centro Cultural Ex Matadero, cercano al viejo hospital, donde se dictan treinta talleres dentro de los cuales el deporte posee un papel fundamental que sigue la metodología e ideología del porteño Centro Conviven, con un rol educativo bien marcado. “Estamos en el barrio Carlos Mayer pero trabajamos con Las Ferias, Santa Rita y el IPV Alberdi. Vienen chicos también de Banda Norte. Son barrios periféricos en situaciones de riesgo, siempre. Chicos que con mucho ocio no saben qué hacer y el no saber qué hacer muchas veces te lleva a cosas que no tenés que hacer”, comenta Adrián Bilarik, coordinador deportivo del Centro e hincha de Nueva Chicago. “Esto se crea como un espacio de contención, pero sobre todo de educación. El eje es la educación, en donde utilizamos al deporte como una herramienta, volcando toda la disciplina del deporte”, explica Bilarik, mientras ordena el calentamiento en el recuperado edificio, donde inicia la calle Nolasco y la esperanza de la veintena de chicos que hasta allí llegaron en la soleada siesta para practicar y mejorar en kick boxing, atletismo, boxeo y en la vida.

 A estas disciplinas se suma, para los más chicos, el fútbol, y así totalizar cuatro ramas deportivas que agrupan a cuarenta jóvenes en situación de vulnerabilidad. Otra vez, el deporte como herramienta de transformación social: “El deporte en realidad es eso. Si vemos el boxeo, por ejemplo, muchos creen que es algo muy bruto ¿no? Pero el boxeo es también algo muy inteligente: vos tenés que prever tirar un golpe cuando el otro movió el cuerpo o movió las manos y tenés que estar muy concentrado. A esa concentración la usamos para la escuela. Vos tenés que estar muy concentrado en estos deportes”, expresa Bilarik y añade sobre la finalidad de la competencia: “Tratar de ser buen compañero y no dejar de lado al otro. Porque no sos mi enemigo porque pelee con vos, sos solamente un rival que está compitiendo y nada más. Para nosotros es así”.

 

Daniel

Daniel Videla tiene 15 años, es del ba-rrio y boxea en el Ex Matadero desde que este abrió sus puertas: “Una vez pasé por acá, me llamó un amigo y frené. Empecé a venir todos los días. Es lindo estar acá, hacés muchas cosas, hay mucha actividad”, comenta y agrega, no sin ansiedad, que en 24 horas tiene una pelea en Centro Cultural Alberdi, en la denominada “Noche de las Revanchas”. Desquite dentro del cuadrilátero, contra quien lo venció en dos oportunidades. Pero Daniel también va por la revancha consigo mismo en el ring de la realidad. No va a la escuela, pero dice convencido: “Voy a empezar, dentro de poco voy a empezar”. Empujado por lo que le gusta, proyecta su vida pugilística: “Seguir entrenando, seguir preparándose para el día de mañana ser algo, a ver si podemos llegar a Buenos Aires, que es mi sueño”.

 Tiene razones para anhelar eso. El año pasado visitó, junto a otro compañero, ‘Cacho’, y a Adrián, las instalaciones del Cenard. “Los hemos podido llevar y entrenar con la selección argentina: con Yamil Peralta, con el DT de la selección, con ‘Lincho’ Sosa (que peleó hace un mes por el título mundial en Las Vegas)”, explica Bilarik y añade sobre la importancia de la visita: “La experiencia fue muy buena porque Sosa es de un pueblo acá cerca y Yamil no es un chico de plata, pero ha estado en los Juegos Olímpicos de Londres. Como los boxeadores entendieron nuestra lógica de trabajo, ellos les transmitieron exactamente lo mismo. Es decir, que no era imposible llegar a donde estaban ellos, pero debía ser un trabajo muy grande”. Sobre este viaje, Daniel recuerda que estuvo en la pelea en la que Omar Narváez defendió su título de Supermosca de la OMB ante el mexicano Johnny García en el mítico Luna Park. “Mi sueño sería irme a entrenar para allá”, insiste Daniel y suma: “Me dijeron que soy menor pero a mí me pidieron, asique cuando cumpla los 16 capaz que me vaya. Me gustó como se entrena y todo”. Sobre las instalaciones del Cenard, sigue aún asombrado: “Cuando entré al gimnasio no lo podía creer donde estaba”. Sobre la familia dice: “A mis hermanos les gusta que siga el deporte. A mi vieja le jode, no quiere que haga boxeo, como toda madre. Mi abuela tampoco. Tengo mi viejo y toda la otra familia que me apoya. Mi viejo me apoya mucho. Asique voy a seguir. Es lo que me gusta. Voy a seguir, a ver si puedo llegar a Buenos Aires”.

 

Trabajo

“Con el deporte, también fomentamos la cultura perdida del trabajo. Podemos alcanzar todo lo que queramos, pero entre todos debemos trabajar. En el Ex Matadero nadie te regala nada y ellos lo saben. ¿Lo querés? Trabajemos todos. ¿Querés estar en la escuela?, bueno te ponemos clases de apoyo. ¿Querés llegar un día al Cenard? Vamos a trabajar. Pero nosotros damos nuestro 50 y vos das el tuyo”, sentencia Bilarik.

“La última parte de este proceso es ir a trabajar, pero ya teniendo una noción de la vida, de por qué lo hacés. Si vos salís ahora de acá y no sabés a dónde querés llegar, lo más probable es que no llegues a ningún lado. Pero si vos tenés en claro qué querés de tu vida y a dónde querés llegar, lo vamos trabajando por etapa, te vas a dar cuenta lo que te decimos. Es importantísimo, en los jóvenes, que sepan lo que quieren hacer y a dónde quieren llegar”, clarifica Adrián y sigue: “Parte de que estén pasando cosas malas con los jóvenes es la irresponsabilidad de nosotros, los adultos, y de que nadie les plantea, ni les da un espacio de contención y les dice a dónde pueden llegar, qué es lo que pueden lograr y lo que no. No buscamos campeones mundiales… se va a dar, pero no es lo que buscamos. Si no, ser campeón de la vida… tener valores, respetar al resto, no creerse nada, tener humildad y, a medida que crecés, ir ayudando al otro. Porque trabajamos eso”.

 

Mujeres

Lucila inició el trabajo con el resto: calentamiento, práctica de movimientos con un compañero en el cuadrilátero y sigue. Es una compañera. “Se ha ganado el respeto boxeando. Ha boxeado con los chicos y dijeron ‘no’. Y la respetan en todo sentido; en el vocabulario siempre cuesta porque son jóvenes, pero la respetan en todo. También porque ella se hace respetar”, menciona Bilarik sobre la participación de una chica entre la mayoría masculina, y agrega sobre ambos géneros: “Se ponen muchos límites: si algo está mal, se va y se lo dice. Los chicos no hacen lo que quieren, pero sí los escuchamos a todos”. El taller de danza, destaca Adrián que “lo dan nenas de 15 años, que han resultado ser un ejemplo. Son las mejores clases, las llevan muy bien, muy ordenadas. Son un ejemplo”, y cuenta el proceso por el cual iniciaron como aprendices y rápidamente tomaron la posta para enseñarles al resto.

Pero del lado de los “adultos”, como dice Adrián, está la nutricionista con un destacado labor no sólo estrictamente en su materia, sino también en la educación alimentaria. Además, trabaja allí Casandra Gaspar, psicóloga, 24 años. “Mis amigas y mi hermana están desde el comienzo y yo estaba terminando mi carrera y no quería involucrarme antes de no poder venir y dar todo. Cuando terminé, empecé a venir”, comenta sobre su introducción en el Ex Matadero, y agrega: “Acá cada uno va encontrando su lugar. Como que nadie te dice ‘vos sos buena para tal cosa, andá para allá’. De deporte, es muchísimo lo que he aprendido acá. Yo no era deportista. Acá aprendí lo que tiene que ver con el deporte. También voy aprendiendo en el ejercicio de mi profesión. Empecé con esto de estimulación cognitiva porque veíamos que era un proceso de la percepción, atención, concentración y trabajamos con el estrés, la frustración, la vergüenza”, comenta.

 

Psicología

“Mi trabajo consiste en estar en los momentos en los que hay entrenamiento, participar en las actividades que ellos hacen. En esos momentos, un poco que estoy medio de afuera: veo cómo ellos trabajan. Después, tengo mi espacio que, a medida que se van desocupando del entrenamiento, en el que hago estimulación cognitiva”, explica Casandra, quien pregunta y responde: “¿A qué apunto? Como psicóloga en los entrenamientos, a que ellos puedan desarrollar mejor los procesos de percepción, concentración, atención y memoria dentro del mismo. Mientras ellos entrenan, estoy con ellos: los voy frenando si los veo que están desatentos, que están desconcentrados, que les está pasando algo. Los voy frenando, los saco, los paro un ratito, les hablo, les explico de qué forma podrían favorecer, por ejemplo, la percepción, en cierta actividad que ellos hacen. Después reforzamos con otro tipo de actividades como para ejercitar la mente, en el espacio de estimulación cognitiva, que es cuando ellos se van desocupando del entrenamiento físico”.

 Estas actividades, enmarcadas en lo que se denomina psicología del deporte, fueron socializadas hace un mes en la Universidad de Buenos Aires, en el espacio de la cátedra homónima. Adrián cuenta: “Hemos viajado a la Facultad de Psicología de la UBA, que nos ha pedido estar en la cátedra del último año de la licenciatura y hablar de lo comunitario y qué es esto. Lo que le llamamos psicología del deporte. También es algo nuevo e innovador”, y destaca su valor: “El otro día se nos desmaya un chico y decíamos ‘físicamente está bien’ y, con la psicóloga, descubrimos que venía con problemas emocionales. Por eso pasó lo que pasó. No podíamos entender, porque todos van a análisis. Era lo emocional y ahí está la psicóloga. Ella sale a correr con los chicos, los acompaña en la bici”.

 

Barrio

Justo cuando iba a ser consultado por cómo recibió el barrio la reapertura de lo que era un espacio de muerte animal hacia un lugar para la vida humana, Adrián corta la entrevista para hablar con una madre que evidencia su satisfacción del trabajo en el Ex Matadero en sus palabras y en su rostro. “¿Ves?, eso es lo que preguntabas”, apunta y dice que se está convirtiendo en un sitio de referencia por el progreso de los chicos mismos. “Empiezan a ver los cambios en los chicos. Hay cosas quizás tontas: un chico que aprendió a cocinar acá, para cocinar al mediodía para el res-to y para él mismo, hoy cocina en la casa. O lava los platos, porque acá vos te lavás tu plato. Y claro, al padre le extraña. Hoy vino una mamá y dice ‘mi hijo cocinó’”, ejemplifica Bilarik, y agrega: “Son pequeños cambios que, si vos los ves, son grandes cambios: si no sabía hacer nada y no lo hacía. Ahora le cocina a la familia o lava los platos. A esos detalles chiquititos las madres los empiezan a ver. Ahí es donde se acercan. Notás cambios que parecen muy tontos, pero son importantes. Son valores: ayudar en tu casa, trabajá, da una mano”. Cambios que son lo-grados no sólo a través de la actividad deportiva, sino también con el resto de los talleres: apoyo escolar, computación, carpintería, formación profesional, cocina, arte, danza, reggeatón, árabe y la lista sigue. El predio, dado en comodato por la municipalidad, proyecta al Centro en el que conviven con una autonomía que Bilarik destaca y que, a la vez, articula con un número importante de organizaciones: El IPEM 79 Renato de Marco, el Centro de Salud barrial, la Fundación Social, Damas Salesianas, Rotary Club, entre otras.

En el deporte se da el grupo más consistente, que va de los 14 a 21 años en la distribución etaria, lo que hace redoblar el esfuerzo también no sólo en él sino en su contexto. “Nosotros trabajamos con el chico, con la familia, con un grupo de amigos. En realidad es mucho más abarcativo que el trabajo del deportista nomás. En este momento estamos trabajando con adicciones, con delincuentes y con un montonazo de cosas de ese tipo. Son las situaciones reales con la que nos enfrentamos día a día”, remarca la psicóloga Gaspar, y añade: “Hay veces que apelamos a la sinceridad: ‘vos fumaste marihuana antes de entrar, bueno hoy no entrenás’. Hemos alcanzado un nivel en el que ellos dicen ‘yo no voy a entrenar porque fumé marihuana’, como arrepentido, como pidiendo disculpas, porque se dan cuenta que perdieron algo valioso como es un entrenamiento, por un vicio, por una adicción”. También apunta Casandra sobre la situación cotidiana del barrio: Trabajamos con situaciones de vida complicadas, que abarcan muchísimas cuestiones. Son chicos que acá adentro se les hace fácil el buen trato, se les hace fácil respetarse. Todo eso acá es fácil, pero después vuelven a sus casas y son ambientes en los que no es fácil lidiar con ciertas personas, con tus viejos que toda la vida te llevaste mal, con un montonazo de personas con las que hay situaciones conflictivas”.

Sin embargo, en sintonía con Adrián, la psicóloga recalca “el enfoque integral que se le da al deporte” y el desafío del trabajo territorial: “Que el deporte apunte a que estos chicos no sean sólo buenos deportistas, si-no buenas personas, buenos ciudadanos. Entonces, en el entrenamiento hay reglas, hay horarios que tienen que cumplir, hay disciplina. Tiene una disciplina que nosotros la trabajamos para que ellos la adopten acá adentro y después puedan llevarla afuera. Ellos tienen totalmente claro que acá más allá de entrenarse físicamente para ser buenos deportistas, saben que están formándose como personas. Esos fueron nuestros principios fundamentales”. Siguiendo la misma línea argumentativa, señala Gaspar: ”Son chicos que entienden que tenían toda una idea de a dónde iba a terminar su vida y, de repente, desde el deporte, se les abren otras puertas, estando no sólo en el entrenamiento sino también en el Ex Matadero. Se les abre otras oportunidades. Creo que hay que meterles pilas todos los días. Tenés que estar renovando las actividades todos los días, siempre los tenés que tener enganchados con algo innovador. Pero se trabaja muy bien. Ellos están muy contenidos también y eso es una de las cosas principales. Es muy lindo trabajar acá. Los chicos son transparentes: muestran agradecimiento, muestran interés por cada cosa que pasa acá”.

Mientras Bilarik remarca la necesidad de adultos e instituciones que se sumen, la psicóloga invita a todos quienes quieran participar del proyecto. Proyecto enclavado en el sector más postergado de la ciudad, el cual, como una casualidad del destino o una causalidad de los geógrafos del poder, coincide con las coordenadas a nivel mundial: el sur. En este caso, el sur de la ciudad.

 

Por Erwin Rivero González

 

* Artículo publicado en Revista Contragolpe de julio de 2013

 

Foto: Al Toque