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06-05-2014 14:40

¿Quién se hace cargo?

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Dirigentes, jugadores, cuerpos técnicos, auxiliares de los clubes, simpatizantes, periodistas, a la hora de comentar un partido de fútbol apuntan sus visiones desde ópticas totalmente opuestas, y en una disciplina deportiva pasional y donde la razón solamente la utilizan ahora los capitalistas del sistema para transformar un acontecimiento deportivo, cultural y social en un frío número.

Para los ganadores de ésta época, no existen las ciencias sociales y para una gran parte de los trabajadores de prensa y la comunicación no existe el contexto. Sólo está la crónica del resultado sin profundizar en los impactos sociales que tiene el fútbol.

Desde aquella famosa frase de Carlos Salvador Bilardo, donde dijo “en el fútbol solo sirve ganar, nadie se acuerda del segundo”; o en la de Julio Humberto Grondona, “todo pasa”, quedaron atrás construcción de pensamientos, como lo hacían los maestros de nuestro maravillosos oficio.

“Los jugadores de ahora no son jugadores, son financistas. Tienen miedo de jugar. Tienen coraje para invertir. Con estos jugadores no puedo hacer amigos y es más: trato de no conocer a ninguno para sentirme mejor de salud”, lo dijo en el año 1974 Dante Panzeri, y cuanto de realidad hay.

O como cuando Rodolfo Walsh nos comentaba “la historia parece propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.

No es casual o fruto de la providencia lo que sucedió el sábado 3 de mayo de 2014 en la cancha de fútbol de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Es parte de un sistema de competencia que viene atado desde la entidad madre “la FIFA”, la que adscriben 209 países de todo el mundo –la ONU cuenta con 192 países reconocidos-, lo apoya la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), y de ella todo el fútbol organizado. El amateur, como es el caso de la Liga Regional de Fútbol de Río Cuarto, tiene afiliación indirecta a la AFA a través del Consejo Federal del Fútbol Argentino (CFFA), cuyo presidente es Julio Humberto Grondona.

Es por ello que hoy, quienes recibimos la formación en este oficio de maestros del periodismo, y valoramos como tal la responsabilidad social de informar a través de la herramienta –diario, radio, revista, TV, páginas web o redes sociales-, intentamos buscar en la forma en que construimos socialmente nuestra ciudad, nuestra provincia, nuestro país, nuestro mundo, para después intentar interpretar los hechos de violencia que suceden en el fútbol nuestro de cada día.

 

Definiciones

 

Podremos filosofar, buscar autores, coincidir o no en estrategias para mejorar el estado actual de nuestra competencia local y regional, pero si no comprendemos que el fútbol es la disciplina deportiva pasional más importante que vive nuestro pueblo, se nos hará muy difícil (diría casi imposible, aunque no creo en el posibilismo, siempre la sociedades están para más) encontrar una razón a un resultado de 12 a 1 (niños de 7 años), 8 a 0 (niños de 8 años), 9 a 0 (niños de 9 años), 11 a 0 (niños de 10 años) u 12 a 0 (niños de 11 años), que jornada tras jornada se repiten en los escenarios del fútbol organizado de la Liga Regional de Fútbol de Río Cuarto.

Pero, cuando intentamos hacer el análisis social de éstos resultados, surge la primera pasión, la de una mayoría abrumadora de familiares directos de los niños que participan en estos torneos con frases como estas: “Éste técnico no sabe nada”, “Porqué mi hijo no juega si paga la cuota”, “Referí, ¿qué cobraste?”.

Tras esta primera definición de razonamiento, el dirigente de los clubes no acepta su rol en la sociedad y afirma “y que querés. A los padres, los abuelos y/o los tíos no los controla nadie”, “Éstos de la Liga no saben nada –culpando a los integrantes del Comité Ejecutivo y ellos, dirigentes de clubes, poniéndose afuera de un sistema que ellos aprueban-“, “El sábado juegan estos chicos –entregando la lista de cómo están los niños con el pago de la cuota mensual al club para que el técnico conforme los planteles para ¿jugar? el sábado”.

Las excusas apuntan a la conformación de una sociedad y en una sola dirección, en donde sólo se considera quienes ganan. El fútbol es la única disciplina deportiva que nos iguala. Destaca en forma individual, en el juego colectivo, a los que por calidad genética tienen mayor habilidad de manejar el elemento –pelota de fútbol- con los miembros inferiores de nuestro cuerpo.

Por ello no debemos, ni podemos, continuar en éste camino. Si es cierto, lo expresa un buen número de personas que conformamos nuestra sociedad, que es un deber involucrarnos como seres individuales que participamos activamente de una sociedad para impulsar y proponer cambios sociales que el sistema de competencia del fútbol necesita.

 

Propuestas

 

De nada ayudara a éste pensamiento si el hecho social condenable sucedido en el campo de deportes de la Universidad Nacional de Río Cuarto queda solamente en las sanciones deportivas.

A ello hay que sumarle responsabilidades sociales, en la introducción –las categorías infantiles- y formación –en las divisiones juveniles-. No es cierto, que un niño entre los 7 y 11 años se forma en el fútbol. En esa edad, el niño sólo diferencia posiciones en el campo de juego: arquero, mediocampista, defensor. Reconoce hacer un gol, que después debe enseñarle el arco al que debe patear e identifica a sus compañeros por el color de la camiseta.

Es muy factible que a los 11 años identifique, de una manera muy versátil, vivaz y hasta eficiente, sentarse frente a una pantalla de TV –plana o cóncava-, enchufar una máquina de juegos y pasar distintos niveles en el juego del fútbol. Allí el niño desarrollará visión, retención en la memoria de movimientos que debe realizar con sus dedos pulgares, para manejar los comandos, pero no acumulará conocimiento en movimientos en el campo de juego y manejo de la pelota.

Estos últimos se lograrán hasta los 11 años, porque cuando cumpla 12 pasará a los campos de juego de mayores dimensiones y recién allí ingresará en la etapa de jugador de fútbol, donde habrá clubes que lo orientarán hacia la competencia; otros hacia el complemento de actividad deportiva y otros que formen jugadores para sus divisiones superiores.

En la actualidad, la mayoría de los directores técnicos de las divisiones infantiles hacen la introducción para que sean jugadores de fútbol y dejan de lado la formación del ser humano. Es por ello que cuando los niños comienzan a ser personas con razonamiento propio, aparecen con la frase: “papá, no quiero jugar más al fútbol” y surge una doble frustración; la de los padres, en preguntarse qué habrán realizado en forma equivocada en la formación de sus seres más queridos, y la de los niños, que ingresan a un mundo de razonabilidad con cuestionamientos muy superfluos cómo: “ese técnico no sabe nada” o “que cobró ese árbitro”, sin asumir los mayores la responsabilidad social que deben asumir.

La Universidad Nacional de Río Cuarto es el último grado de formación de los seres humanos en ésta parte del país. No todos los integrantes de la sociedad pueden llegar a recorrer las aulas de formación terciaria, es por ello que hoy el desafío para asumir el compromiso en éste nuevo tiempo será tomado, como muchos de los temas sociales que hoy hacen de la Universidad un lugar de pensamiento amplio y participativo.

 

Reflexión final

 

“El problema económico del fútbol es de abundancia de dinero. Los que descubrieron que jugando mal se gana y jugando bien se pierde, sellaron el epílogo de todos los registros de patentes, marcas e inventos. El ingenio humano quedó agotado en ese esfuerzo mental. Para jugar hay que correr; pero corriendo no se puede jugar. El objetivo del fútbol es ganar. Pero ganar sin jugar es muy difícil. Entonces el imperativo es jugar y el resultado de eso es la normal alegría o tristeza que depara el deporte. Como sucede con muchas cosas, el gran negocio de imponer una novedosa manera de jugar… lo hará en cualquier momento quien pueda reunir un equipo que juegue al fútbol antiguo”.

Dante Panzeri, en uno de sus textos, nos explicaba el por qué y el para qué del negocio del fútbol. El qué, quién, cuándo, cómo y dónde, ya está explicito en el día y la hora de la cita deportiva.

Entre todos debemos tratar de profundizar ideas, aunar esfuerzos y si en nuestra Liga Regional de Fútbol hay clubes en las que sólo aceptan entre los 7 y 11 años a seres humanos que serán formados como un bien de capital –mercancía-, estarán otros que desearán hacer una introducción al juego de la única disciplina deportiva, donde la única inversión es un calzado –no los de marca con lo que nos invade el capitalismo de un neocolonialismo- para que el niño o la niña, pueda comenzar en el fútbol.

Si a los 12 años de edad existe en su sangre el fuego sagrado de la disciplina técnica, táctica y estratégica para un fútbol competitivo, y haya hecho la introducción en cualquiera de las dos escuelas -la de competencia o la del juego-, podrá optar en ir a un club que “fabrique jugadores de exportación”, o permanecer en aquellas donde los jugadores, nacen, crecen y se despiden en el mismo club haciendo desde decimoquinta hasta primera división.

 

 

 

* Carlos Alberto Valduvino

Foto: Al Toque

Redacción Al Toque