En la víspera del inicio de una nueva aventura del básquetbol argentino en España, compartimos esta columna de Ezequiel Fernández Moores sobre el destino del equipo campeón del mundo en 1950.
En el mediodía de este sábado el seleccionado argentino de básquet empezará su participación en el mundial de España en plena renovación. Sin Ginobili, con muchos jóvenes y después de una "revuelta" de los jugadores, comandados por Luis Scola, que derivó en la intervención de la Confederación Argentina. Ese espíritu comprometido de los jugadores de básquet tiene antecedentes en lo sucedido con los campeones del básquet del '50, quienes fueron perseguidos por la Revolución Libertadora de 1955. Aquí recuperamos la columna que escribió Ezequiel Fernández Moores en el año 2010 sobre aquella generación.
"Amaban a su club. Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque era su vida. Eran campeones del básquetbol metropolitano y pagaban con gusto la cuota social. Pero no querían seguir pagando el uso de las toallas. El problema desapareció a los pocos meses, cuando fueron convocados a la selección que jugaba el Mundial de 1950, en el Luna Park. En la concentración de River las toallas eran lo de menos. La selección tenía clínico, ortopedista, cuatro kinesiólogos. El profesor Jorge Canavesi recorrió el país buscando jugadores. Seis horas diarias de entrenamiento en tres meses de concentración. Corriendo por el Hipódromo de Palermo. Tirando sin parar al aro. El promedio subió de 35 a 48 aciertos cada 50 tiros. La media distancia, la marca apremiante y el contragolpe eran la clave para contrarrestar la diferencia promedio de veinte centímetros de altura de las potencias rivales. Los últimos quince días, cuando la concentración ya se hacía insoportable, jugaban partidos solteros contra casados. Canavesi los despertaba con marchas militares. En el ómnibus escuchaban la "Zamba de Vargas", especialmente dedicada por Atahualpa Yupanqui. O "Lunita tucumana". El Estado apoyó como nunca. Les consiguió licencias de trabajo y estudio. Y, en algunos casos, empleos en la administración pública. La preparación fue inédita. El 3 de noviembre de 1950 ganaron la final 64-50 a los Estados Unidos y lograron que la Argentina fuera el primer campeón mundial de básquetbol de la historia. Se cumplen 60 años de la hazaña.
Las luces del Luna Park se encendieron a pleno. 21.500 personas cantaron el Himno. Marcharon luego por Corrientes hasta Callao. Con los diarios encendidos. Se sumaba la gente que salía de los bares. Pasó a la historia como "La Noche de las Antorchas". El periodista Luis Elías Sojit le preguntó al capitán Ricardo González a quién dedicaba el triunfo. "Al pueblo argentino", lo cortó González, criado en el socialismo. "No me importan las ideas políticas que tengan. Lo que acaban de hacer por la Argentina es mejor que el trabajo de cien entrenadores." El presidente Juan Domingo Perón, a quien los deportistas solían dedicar sus triunfos, se lo dijo a González horas después, cuando recibió a los jugadores en la Casa Rosada. "¿Qué necesitan muchachos?" Perón les dijo que no quería que tanta dedicación al deporte los dejara en la ruina a la hora del retiro, como sucedía con muchos campeones. Excepto Oscar Furlong, la figura del equipo, la mayoría de los jugadores, cuenta Omar Monza, eran "una manga de secos". El "petiso" Raúl Pérez Varela, vendedor en Anilinas Colibrí, aprovechó la oferta y pidió la orden para importar un auto, que el plantel había rechazado un día antes. No pudieron decirle que no. Eligieron un Ford Mercury, porque la orden tenía límite de peso. Revendieron la orden a un importador. En la diferencia -la importación de autos estaba cerrada- ganaron varios miles de dólares.
En plena euforia por el triunfo contra los Estados Unidos, Miguel Ángel Bavio Esquiú, jefe de deportes del diario El Mundo, le dijo por Radio Rivadavia al periodista Washington Rivera que la selección argentina no le había ganado "a nadie". Y que el combinado de los Estados Unidos, un equipo reforzado de Denver Chevrolet, porque los profesionales no iban a los Mundiales, era "una banda". Bavio fue echado al día siguiente de El Mundo. Echaron a él y a Juan Mondiola, el popular personaje de porteño mujeriego que escribía para la revista Rico Tipo. El propio Canavesi también fue cesado tiempo después. Era peronista. Pero no quería afiliarse al partido. Además, había retado a una chica de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que él dirigía.
En enero de 1956, cuatro meses después del golpe de Estado que derrocó a Perón, la llamada Revolución Libertadora abrió una investigación contra todos los campeones. Formó la Comisión Investigadora de los Deportes N° 49. La Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), intervenida, creó la Comisión Profesionalismo. Escribió 1500 fojas. Los jugadores declararon en Carlos Pellegrini 1362. Soldados armados los acompañaban hasta cuando iban al baño. A González le preguntaron por qué desfilaron con corbata negra en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Helsinki 52. "Porque la que murió era la mujer del presidente. ¿No le parece lógico?", contestó González, refiriéndose a Evita, que había muerto en plena competencia. ¿Y el contrabando?, inquirían los interrogadores. No podían referirse al reloj cucú y al juego de té que se había traído uno de los jugadores. Las órdenes para importar autos y los empleos fueron entonces la "plena prueba". Los jugadores fueron acusados de "profesionales" por los mismos dirigentes que habían participado de los triunfos, liderados por el ahora interventor Amador Barros Hurtado. La suspensión fue de por vida. La levantaron once años después. Tarde. Arruinaron su carrera. Su delito fue haber sido campeones durante el peronismo, como les sucedió a muchos otros atletas. Eran años de peronismo y antiperonismo. Democracia y dictadura. Del "deporte de Perón" se pasó a "desperonizar el deporte". Argentina.
"En 1950 los clubes de básquetbol tenían un millón de jugadores federados. ¡Hoy hay 70.000! La idea del peronismo era difundir socialmente el deporte, más allá de que tuvo errores importantes con el sectarismo. Los Campeonatos Argentinos antes eran una fiesta popular, ahora son un evento", me dice Canavesi. "Estuve dando charlas y escribí un «manualcito» sobre la promoción del deporte de base. Mi concepto es que como el deporte es educación el gobierno tiene que promoverlo. La base son las escuelas deportivas." Canavesi habla sin parar. Un concepto tras otro. Tiene 90 años y está en silla de ruedas por la artrosis. Se entusiasma como un pibe. "Lo de la Comisión Investigadora -me agrega González, de 85 años- fue un desastre. A mí me causó una tristeza muy grande. Tenía 31 años, pero estaba en mi plenitud. Uno deja un montón de cosas, para ir a los Juegos de Londres 48 tuve que renunciar al Citibank." "...ramos unos salames", me dice Monza, de familia socialista, igual que el capitán González. Para Monza, que tiene 81 años, "la gente fue el espectáculo más grande" el día de la final contra los Estados Unidos. "Fue imborrable cuando ganamos, el encendido de todas las luces y la gente cantando el Himno de pie, sin que nadie lo mandara."
Muchos campeones del 50 se juntaron el 8 de septiembre de 2002 para ver la final del Mundial de Indianápolis. "El día del robo" contra Yugoslavia, me dice Monza. Saben que el oro olímpico de Atenas 2004 es la conquista mayor del básquetbol argentino. Y alientan a esta selección, acaso más débil, que comanda Luis Scola y que ayer le ganó en gran partido a Brasil para seguir avanzando en el Mundial de Turquía. La seguirán mañana ante Lituania, por un boleto a semifinales. Quieren celebrar por la conquista de un segundo Mundial cuando vuelvan a juntarse este 3 de noviembre, como lo hacen todos los años, en cada aniversario de su hazaña.
Le pregunto a Monza cómo terminó aquel movimiento que organizaron en 1950 en el club Parque, previo al Mundial, para no tener que seguir pagando el uso de las toallas.
"Mal -me dice-, las tuvimos que seguir pagando." "
Redacción: Ezequiel Fernández Moores- Canchallena.com
Foto: La Voz del Interior