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Primera División A - Torneo Clausura

17-09-2014 19:31

“Pitu” por 200

Maximiliano Ractoret cumplió doscientas presentaciones con la camiseta de Ateneo Vecinos. De Avellaneda a General Cabrera, desde el 2009 se ha transformado en un jugador emblemático del club “tricolor”.

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"Pude criar a mis hijas en un ambiente de mucha tranquilidad", sobre Cabrera.

(Especial “El Crack”).- Llegó muy joven y se trasformó en un cabrerense por adopción. Maximiliano Miguel Ractoret, el “pitu”, ya transita su sexta temporada en Ateneo Vecinos, donde se ha transformado en una figura muy representativa y querida en el club. El pasado domingo, en el partido ante Riveros por la 6° fecha del Torneo Clausura -Primera A- de la Liga de Río Cuarto, cumplió 200 partidos defendiendo los colores de Ateneo Vecinos.
El nacido el 19 de agosto de 1986 en el partido de Bernal, cuya infancia transitó en el barrio de Wilde, comenzó su idilio con la “redonda” en él Sud América Club de Villa Domínico hasta pasar al Club Atlético Independiente de Avellaneda en 1995. En el 2000 se cruzó de vereda a Racing Club donde curso inferiores de AFA de novena a cuarta, llegando a debutar en reserva en 2003 (estando en sexta división).
Su carrera prosiguió en Sarmiento de Junín, San Marco de Arica (2° división de Chile), Sociedad Deportiva Noja (3° división España) hasta que en 2009 desembarcó en Ateneo Vecinos. Su llegada se dio por el contacto con otro jugador de Ateneo, William Olguín, con quien jugó en la “academia”. En el “tricolor” cabrerense fue campeón ese año del Torneo Apertura y la final anual sumado al título del Clausura 2013.
Con carisma y ese físico inconfundible que lo hace un jugador con cambio de ritmo y una gambeta endiablada, el “pitu” Ractoret entró para quedarse en el corazón del hincha “tricolor”.

¿Qué sentís al haber cumplido 200 partidos con la camiseta de Ateneo?
Realmente estoy muy feliz porque en estos tiempos no es fácil llegar a esa cifra en un mismo club. Estoy muy agradecido a todos los cuerpos técnicos, a los compañeros que tuve y tengo, y por supuesto a la familia que son un gran apoyo para poder hacer este trabajo.

Llegaste un día a Cabrera y se transformó en tu lugar, tu casa…
Vengo de Buenos Aires y vivir allá no es fácil. Un día llegué a Cabrera donde gracias a Dios, además de hacer lo que a uno le gusta, pude criar a mis hijas en un ambiente de mucha tranquilidad. Ateneo es mi casa, desde el primer momento me hicieron sentir muy cómodo, con el paso del tiempo fuimos logrando cosas como jugador y actualmente estoy trabajando con los chicos en inferiores. Es como una cadena que se fue formando dentro de un club tan prestigioso en la Liga de Río Cuarto. Esto no dura para siempre pero mientras tanto trato de dar lo mejor de mí.

¿Algún gol, partido o logro te marcó en el “tricolor”?
Yo siempre les digo a mis chicos de infantiles que el fútbol es bastante ingrato porque cuesta mucho lograr algo y cuando se consigue dura muy poco, por eso hay que disfrutarlo al máximo. Como equipo obtuvimos títulos pero quizás el gol en un clásico ante Dolores que ganamos 2 a 1 con gol mío fue muy especial. Más allá del rival, lo es porque ese día cumplía años mi viejo y toda la semana previa tuve la sensación de que iba a convertir. Afortunadamente se dio y siempre es algo que recuerdo.

¿Cuál fue tu peor momento en el club?
Paradójicamente mi peor momento no fue vistiendo la camiseta del club. El peor momento de mi carrera fue cuando me rompí los ligamentos jugando para la selección de Río Cuarto, un miércoles a la noche en cancha de Atenas, en una jugada muy extraña. Creo que nunca volví a tener el nivel que tuve en ese entonces pero si de a poco fui recuperando la confianza. A pesar de que pasaron casi dos años, uno sigue día a día tratando de mejorar y volver a su mejor forma.

¿Te imaginas terminando tu carrera en Ateneo?
Uno quiere lo mejor para el club y para uno. Cada uno sabe que esto en algún momento se termina y nunca me quedaría ocupando un lugar si no estoy a la altura. Los cuerpos técnicos saben que pueden confiar en mí como yo en ellos, que voy a intentar aportar mi granito de arena. Si en algún momento no soy útil no voy a dudar en dar un paso al costado y dejar que un chico que este atrás pueda demostrar sus condiciones. Ojalá el día que tenga que dejar el club lo haga de la mejor manera.

La gente te tiene mucho afecto…
Por suerte sí. He cosechado muchísimos amigos en estos años en el futbol. Técnicos, jugadores e hinchas lo hacen sentir a uno muy a gusto. Yo siempre me manejé con humildad porque ese es un principio fundamental para mí y siempre trato de transmitirlo en inferiores o con compañeros de equipo más jóvenes que yo. Más allá de un logro, hay que tener siempre los pies sobre la tierra. Este año la humildad es lo que caracteriza al gran grupo humano que hemos formado y ojalá podamos coronarlo con el título.

 

Fotos: Gentileza El Crack.