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  • PRIMERA NACIONAL

    Final

    Temperley 10 Estudiantes
    CAT AAE
  • FEDERAL A

    Final

    Costa Brava (GP) 10 Atenas
    CACB CSBA
  • PRIMERA A

    Final

    Atl. San Basilio 14 Dep. Municipal (AM)
    CASB DMAM
  • PRIMERA A

    Final

    Lautaro Roncedo (AG) 20 Belgrano (VM)
    CSBLR BVM
  • PRIMERA A

    Final

    San Martín (VM) 11 Atenas
    CASM CSBA
  • PRIMERA A

    Final

    Belgrano (CM) 12 Ateneo Vecinos (GC)
    BCM AVBA
  • PRIMERA A

    Por comenzar

    Estudiantes 00 Renato Cesarini
    AAE CRC
  • PRIMERA A

    Final

    Toro Club (CM) 12 Lutgardis Riveros (AG)
    TCSD CALR
  • PRIMERA A

    Segundo tiempo

    Ind. Dolores (GC) 31 Dep. Río Cuarto
    AID CDRC
  • PRIMERA A

    Final

    Atl. Adelia María 22 Atl. Sampacho
    CAAM CAS
  • PRIMERA A

    Final

    Banda Norte 01 Acción Juvenil (GD)
    AABN AJGD
  • PRIMERA A

    Final

    Charrense FC 03 Everton Club (CM)
    CFC ECM
  • PRIMERA B

    Final

    Def. de Alberdi 12 Juventud Unida (RC)
    CADA JURC
  • PRIMERA B

    Final

    Rec. Unión (O) 22 Santa Paula (C)
    CRUO SPC
  • PRIMERA B

    Final

    Correos y Telecomunic. 20 Rosario FC
    CACT RFC
  • PRIMERA B

    Final

    C.C. Alberdi 60 Fusión FC
    CCA FFC
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Memoria, Verdad y Justicia

24-03-2015 14:05

Derechos y humanos

Por Erwin Rivero González y Marcelino Gasseuy*

Los genocidas usaron al deporte para tapar el horror que desplegaron.

“Las generaciones que vienen deben
conocer qué cosa es el horror,
cuánto importa no olvidarlo
y como se manifiesta en el deporte,
un escenario enorme para todos
los procesos políticos y sociales”
Ariel Scher (Periodista - 1962)

Durante el golpe cívico militar que se perpetró entre 1976 y 1983, la dictadura argentina entendió al deporte como una prioridad.  Los primeros comunicados de la Junta Militar del miércoles 24 de marzo de 1976 hablaban de suspensión de derechos, intervenciones y prohibiciones. Pero el número veintitrés informaba que se interrumpía la transmisión de la cadena nacional para permitir la difusión en directo del partido entre Argentina y Polonia. Ese día, a pesar de que varios jugadores quisieron volverse al país al enterarse del Golpe de Estado, el encuentro se disputó sin inconvenientes y la victoria fue para el elenco argentino por 2 a 1. Comenzaba la etapa más oscura y sangrienta que atravesó al país y el deporte fue parte significativa de ese proceso genocida.
Días después del golpe, Emilio Massera comunicó a Jorge Videla que Argentina debía confirmar su decisión de organizar la Copa Mundial ‘78. Según los militares iba a costar 70 millones de pesos. Terminaron pagando más de 700 millones de dólares.
El almirante Massera dejó que el Ejército impusiera al coronel Antonio Rodríguez como presidente del Comité Olímpico Argentino (COA) y que a la Confederación Argentina de Deportes (CAD) la manejara el interventor Miguel Ángel Bruno, allegado al general Reynaldo Bignone. Él se hizo cargo del dominio del fútbol.
Como nuevo presidente de la AFA impuso a Alfredo Cantilo. Luego se encargó, según manifiestan diversos testimonios, de deshacerse del general Omar Actis quien había sido designado por el propio Videla, a través de la Ley 21.349, como el presidente del Ente Autártico Mundial 78 (EAM 78).  Horas antes de presentarse ante la prensa internacional Actis fue acribillado.
Tras la sospechosa muerte de Actis, fue el almirante Carlos Lacoste quien se transformó en el nuevo presidente. Lacoste, fallecido el 24 de junio de 2004, era primo de Raquel Hartridge de Videla y primo político de Leopoldo Galtieri. Fue la bota de Massera en el fútbol y con él al frente el EAM 78 manejó la caja con la que se desarrolló el Mundial. El decreto 1.261 de abril de 1977 permitía que el ente a su cargo mantuviera “reserva” en la difusión de sus actos. Jamás se presentó un balance de lo que Lacoste gastó.
“El Mundial 78 aparece como el primer símbolo de aprobación masiva a la dictadura: Videla recibió seis veces el aplauso de las multitudes en estadios repletos. La fiesta del despilfarro en la organización apenas se cuestionó. Las voces de denuncia de los exiliados y los familiares de los asesinados, desaparecidos y encarcelados fueron tomadas como expresiones de la antipatria. El periodismo fomentó el anticomunismo, la delación de los luchadores y militantes de izquierda y defendió, a buen precio, casi todos los actos de gobierno de la dictadura militar. Millones sucumbieron ante la idea publicitaria y megaoficialista de que la victoria deportiva era el triunfo de un pueblo en paz” escribió Pablo Llonto en el prólogo de su libro “La Vergüenza de Todos” (2005), una radiografía que permite aproximarnos al tema de la responsabilidad colectiva de los civiles durante la competencia deportiva.
“Tenemos por delante el gran match que nos obliga a ganar el proceso”, decía Alfredo Martínez de Hoz horas previas al partido frente a Perú que Argentina ganó por 6 a 0, haciendo alusión a la importancia que significaba ganar el mundial para el futuro del régimen militar manejando los destinos políticos y económicos del país.
“El hito histórico no es el mundial ni el fútbol. El hito histórico es que pasamos de perdedores a ganadores. No en fútbol, en todo”, expresaba Carlos Lacoste después de la consagración argentina. Además advirtió que “el Mundial comenzó siendo un hecho deportivo pero terminó siendo un hecho político”.
“Este fue un triunfo de la Argentina que excede el ámbito estricto de lo deportivo. Esta fue la confirmación de la nunca desmentida victoria de la Argentina como país”, declaraba un efusivo Jorge Videla mientras un país anestesiado de gloria no visualizaba el dolor y el horror que invadía a su pueblo.
Silencio, terror, ignorancia, indiferencia y complicidad se unieron para que una sociedad hipnotizada por un Mundial conviviera con el horror. El deporte en su macabra expresión. Mientras se disputaba la fiesta del fútbol mundial, en la ESMA (a metros de la cancha de River Plate) y otros centros de detención, los militares torturaban y asesinaban a miles de argentinos. Se calcula que sesenta y tres personas fueron secuestradas durante los días del Mundial y permanecen desaparecidas.
Fue la prensa, con su complicidad, quien cumplió un rol clave al ocultar el terror que producían los militares sedientos de poder. La imagen de Argentina en el Mundial era custodiada desde los micrófonos por José María Muñoz y por la pluma de Aldo Proietto, director de la revista El Grafico. Mientras que Raúl Portal atendía a periodistas extranjeros en la Cancillería.
De la mano de Muñoz, el periodismo deportivo abandonó su conservador slogan de no “mezclarse” con la política. El relator vitoreó e idolatró a Jorge Videla en el Mundial y principalmente en el momento en que el dictador entregaba la Copa Mundial al capitán Daniel Passarella.
Pero el trabajo de Muñoz, un fenómeno de comunicación popular, como comunicador oficial de la Junta no se produjo sólo en el Mundial. Un año más tarde, en los festejos por el Mundial Juvenil 1979, promovió las celebraciones en Plaza de Mayo, donde a solo metros se denunciaban desapariciones ante la Organización Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Para contrarrestar el efecto provocado por la visita de la CIDH, Albano Harguindeguy, Ministro del Interior, ordenó comprar 250.000 calcomanías autoadhesivas con el lema “Los argentinos somos derechos y humanos”. El slogan ideado por la empresa norteamericana Burson Marsteller para mejorar la imagen del régimen de Videla, costó 16.117 dólares de la época y fue difundido principalmente por José María Muñoz.
Treinta mil desaparecidos, apropiación de niños, una debilitada economía y una sociedad fracturada fue el resultado del episodio más sangriento de nuestro país. Los enemigos eran poetas e intelectuales, estudiantes secundarios y universitarios, obreros y delegados gremiales, docentes y profesionales, militantes sociales y dirigentes barriales. Pero entre ellos también había deportistas. Según se puede constatar en el libro de Gustavo Veiga “Deporte, desaparecidos y dictadura”, en el país desaparecieron 35 deportistas profesionales.
Uno de esos deportistas es el atleta Miguel Benancio Sánchez. Secuestrado el 9 de enero de 1978, cinco meses antes del Mundial, Sánchez era deportista profesional -participó tres veces en la tradicional maratón brasileña de San Silvestre- y militaba en la Juventud Peronista de su barrio Villa España, de la ciudad de Berazategui. Aún se encuentra desaparecido.
Pero gracias a la militancia del periodista italiano Valerio Piccioni la figura de Miguel Sánchez se ha multiplicado y su memoria sigue viva. En el año 2000, Piccioni desarrolló en las calles de Roma la primera edición de la Carrera de Miguel, un evento atlético que recuerda al deportista desaparecido y que tiene como consigna fundamental decir “Nunca Más”.
Actualmente la Carrera de Miguel se desarrolla en más de diez ciudades de la República Argentina. Una demostración de la otra cara del deporte. El deporte como transformación y vehículo trascendental para reivindicar la memoria de los desaparecidos en la etapa más trágica de nuestro país.
En su libro el periodista Gustavo Veiga lo sintetiza perfectamente: “Miguel Sánchez ha comenzado a ganar una de las carreras más importantes de su vida, aquella que tiene como meta la memoria. Su espíritu solidario y su matriz de atleta sobreviven entre nosotros. Y su fuerza radica en que nos congrega y nos rebela de furia al mismo tiempo, a quienes no lo conocimos. Cuando la última dictadura lo secuestró y le decretó su destino de desaparecido, estaba convencida de que su ejemplo no sobreviviría al paso del tiempo. No contaba con que su poder residía, precisamente, en eso, su condición de argentino con ideales firmes y un compromiso de lucha” (2006).
 

* Texto extraído del trabajo realizado por los autores denominado “Pelota y exterminio”.