Compartimos un cuento que recibimos en la redacción de Al Toque Deportes de parte de un lector que prefirió mantenerse en anonimato.
¿Y ahora como vamos a hacer? Cerrarán el club o no se jugarán más partidos es lo que supongo. Porque se perderá la mística que envuelve el escenario de una cancha, ese que permite el libre albedrío del agravio. ¿Cómo vamos a hacer desde hoy para ir a la platea y putear a Mugnaini porque perdió una pelota en la mitad de la cancha? ¿Qué va a pasar el día que Reynoso erre un penal a los cuarenta y cinco minutos del segundo tiempo con el score abajo? Ya nadie se atreverá a levantar la voz contra alguno de estos jugadores. Va a ser imposible, porque cuando alguno lo haga el del lado le va a dar un codazo para callarlo y lo mirará con esa cara que envuelve el mensaje no hablado. Y los partidos se tornarán entre silencios litúrgicos y de vez en cuando alguno olvidará por un segundo el pasado y liberará éste es un pecho frío pero solo será un hecho aislado, nada para alarmarse. Las tribunas se asemejarán a fotos de postales, congeladas, sin ruidos. Y los canales de televisión vendrán desde el exterior a mostrar el extraño caso de la tribuna que no canta, ni insulta, ni abuchea, que solo aplaude. Que el jugador Tello hizo mal el lateral y aplaude. Que Núñez no miró al compañero que estaba solo y decidió hacer la personal infructuosa y aplaude. Que Billalva sacó a un delantero y puso un defensor y aplaude.
Durante la semana todos volverán a su rutina pero nada será lo mismo. Palandri entre café y café contará la historia de aquel día que casi deja afuera al rey de copas y las mesas contiguas se quejarán con el encargado del lugar porque el servicio es lento pero a Palandri se le tornará imposible llegar a tomar a tiempo los pedidos porque entre mesa y mesa le pedirán que cuente otra vez la historia de aquel veintiséis de abril. Los pedidos de Airaudo no llegarán a tiempo y la repartición del lunes llegará el martes por las repetidas anécdotas que deberán contar pero todos entenderán y disfrutarán las masas del día anterior duras como una piedra, pero eso si cargadas de nostalgia que le dan un mejor sabor.
Y asi pasará el tiempo, solo en los años venideros, cuando todos los jugadores estén retirados y los vestigios de los recuerdos queden sólo en la memoria uno podrá ir a la cancha y será como antes y putearemos al ocho que increíblemente dio un mal pase mientras comemos un choripán y disfrutamos de un vaso de soda.
ANONIMO
Foto: Al Toque