Por Ángel César Ludueña*
La realización de la actual VIII Copa “William Webb Ellis” en las Islas Británicas, permite –también- rescatar algunos episodios deportivos que marcaron hitos en elencos representativos de la Argentina, en competencias internacionales por aquellas latitudes. Es una licencia periodística que vale la pena tomarse. El particular enfoque aquí propuesto apunta a los escenarios –entiéndase, estadios- que por su historia y prestigio fueron testigos de actuaciones memorables de elencos de esta parte del Río de la Plata, a nivel de selecciones, pero también de clubes. En ambos casos, lo que tienen en común es que se trata de competencias oficiales.
Es inevitable –aunque no es el motivo central de este trabajo- evocar aquel memorable 9 de mayo de 1951, cuando por primera vez Argentina se medía con su par inglés en el mítico estadio de Wembley –donde volverían a cruzarse en 1966, durante la Copa Mundial de ese año-, cayendo ajustadamente 2 a 1, con una destacada actuación del arquero Miguel Armando Rugilo, luego bautizado por el periodista Luis Elías Sojit con el apelativo de “León de Wembley”. No menos atractivos serían los episodios por venir, en la década siguiente.
Los que rondan los 60, recuerdan –seguramente- el episodio que durante largo tiempo, se mantuvo vivo. Más aún, dos años más tarde, los británicos –pero en otro escenario también emblemático de Londres-, volverían a desnudar su miserable verborragia, descalificando a otro grupo de argentinos en una competencia internacional de naturaleza oficial. Pero, vamos por parte.
Era una fría tarde invernal aquella del 23 de julio de 1966 y debía uno imaginar cómo era el juego según el relato de las leyendas radiales de aquellos años en el país. Curiosamente, como sucede hoy con la Copa “William Webb Ellis”, era la VIII edición de la Copa del Mundo 1966 “Jules Rimet”, que se disputaba en Inglaterra. Allí, los liderados por Bobby Charlton, enfrentaban a los argentinos por Cuartos de Final, en un bochornoso partido que les permitió acceder a semifinales, al vencer 1 a 0 a los dirigidos por Juan Carlos “Toto” Lorenzo.
No es el caso narrar puntillosamente lo sucedido, pero el desplante de Antonio Ubaldo Rattín, luego que el árbitro alemán Rudolf Kreitlein, lo expulsara –con el marcador en blanco-, quedó en la historia. El caudillo “xeneize” tuvo la osadía de desafiar a los locales. Después, también, sucedieron eliminaciones “extrañas” como las de Portugal –con su máxima estrella Eusebio-, Brasil –que venía de consagrarse en Suecia y Chile- y, en menor medida, Uruguay, siempre batallador, como lo marca su historia.
El 16 de octubre de 1968, Estudiantes de La Plata –conducido por Osvaldo Juan Zubeldía y con la base de la conocida “Tercera que mata”, obra del maestro Miguel Ignominiello-, se consagraba Campeón Intercontinental en el estadio Old Trafford ante el Manchester United –sí, en el que brillaron tantos argentinos, entre ellos Juan Sebastián Verón-, por primera vez y ante una multitud de londinenses que tenían fresca –en su memoria- aquella afrenta –al menos para ellos- de Rattín, en el ’66. Volvieron a gritar “animals…, animals…”, producto de la impotencia de superar futbolísticamente al “Pincha”.
Hoy, otra competencia ecuménica llevó a la Argentina a las islas británicas, aunque quiso el azar del sorteo –primero- y de quienes se clasificaron –finalmente- para los Cuartos de Final, que los dirigidos por Daniel Hourcade, no se cruzaran en ningún momento con los “albos” de la “rosa”. El renovado –desde lo estructural y del nombre- Wembley Stadium, acogió a los “albicelestes” en su debut ante el poderosísimo quince de los “All Blacks”, el 20 de septiembre pasado. Los Pumas mostraron –una vez más- una dignidad de juego, que no fue fácil de doblegar por parte de los oceánicos, que terminaron ganando por 26 a 16.
Mientras que hace casi cinco décadas atrás, el seleccionado de fútbol argentino veía frustrado su sueño de avanzar a las semifinales, el de rugby, ya está en ellas. No será el Wembley Stadium, pero el de Twickenham se equipara a aquel; allí, el domingo próximo, desde las 13, se medirá con los poderosos “Wallabies”. Londres volverá a cobijar –en la presente octava edición del Mundial de Rugby- al combinado nacional en un escenario con una capacidad para unos 82.000 espectadores.
Es un estadio de rugby, cuya práctica es casi exclusiva, compartida con algunos pocos y prestigiosos conciertos musicales. Es –si se me permite- el “Wembley” del juego de la “ovalada”. Es el templo mayor de la liturgia que distingue a este juego y uno de los más importantes en el mundo. Seguramente que sus cómodas y modernas gradas estarán colmadas por australianos y argentinos. Hasta es posible que Los Pumas no tengan que padecer y sufrir el doloroso “…animals…, animals…”, lanzado en el ’66 al seleccionado de fútbol y en el ’68 a Estudiantes de la Plata.
Aún cuando se trata de un juego diferente al del fútbol, la historia –con alguna dosis de leyenda- de los Rugilo, los Rattín y compañía y del “maestro” Zubeldía y sus muchachos, también cobija a los quince hombres que saldrán al campo de juego ante los “auriverdes”. El legado de aquellos lejanos episodios futbolísticos del siglo pasado, también les pertenece. Y en esta VIII Copa del Mundo “William Webb Ellis”, lo están prestigiando.
* Periodista