Hace una semana, el TC y TC Pista Mouras comenzaron una nueva temporada en el Autódromo Rotonda de Mar de Ajó. Los triunfos recayeron sobre Federico Paolini (TCM) y Pablo Ortega (TCPM), respectivamente. En otra historia, desde Río Cuarto, Diego Picco no perdió detalle alguno de lo sucedido y aprovechó para recordar su paso por la especialidad.
El piloto de nuestra ciudad no evitó la nostalgia que le generó este nuevo comienzo de la categoría que lo tuvo entre sus filas en las temporadas 2013 y 2014. El tiempo pasa tan rápido como los autos lo hacen en cualquier variante de un circuito de carreras y parece ayer cuando se oía la sinfonía del motor Chevrolet girando por primera vez en el Autódromo Parque Ciudad de Rio Cuarto.
Picco le cuenta a Al Toque Deportes como vive su presente lejos del automovilismo y aferrado a su familia, que mantiene enteras las ilusiones de devolverlo a pista en cuanto surjan las chances deportivas pero principalmente económicas.
- ¿Cómo viviste este nuevo arranque de la categoría que te tuvo entre los protagonistas?
Vi una categoría muy linda, con pilotos muy competitivos y grandes equipos. Mirar la carrera por TV y pensar que en algún momento estuve ahí fue duro, pero no hay que bajar los brazos.
- Vamos a recordar un poco, ¿cómo fue tu primera carrera en el Pista Mouras?
Recuerdo que estuvimos a las corridas. Viajamos toda la noche, llegamos muy temprano a La Plata, armamos las cosas y de repente comenzó todo el movimiento. Ahí caímos de lo que estábamos viviendo. Fue una experiencia particular que viví junto a mi papá, algunos amigos, Diego Minudri y los mecánicos. Hicimos todo nosotros, sin experiencia de trabajo en un auto de esas características, con el apoyo de Budano que sabía del ambiente por su pasado pero se encontró con un auto diferente a lo que estaba acostumbrado. Ese fin de semana me dediqué a girar y darme cuenta que estábamos muy lejos de la punta y de los abultados presupuestos que se manejaban.
- ¿Cómo conformaron el equipo?
El equipo siempre fue propio. Nos dieron una mano muy grande Emilio Budano, en el chasis, y Daniel Berra, en los motores. También nos acompañaban dos mecánicos que eran los encargados de ir trabajando sobre los cambios que pedían el chasista o motorista.
- ¿Qué te guardaste de esa incursión deportiva?
Los momentos compartidos con amigos, la posibilidad de manejar un auto muy similar al TC y conocer gente que uno veía por televisión y que al estar con ellos te das cuenta que son personas comunes y corrientes, con reconocimiento de los medios. Además, la cantidad de pilotos que hoy tienen protagonismo por triunfos y campeonatos que fueron compañeros de pista.
- ¿Cuán importante es la familia y como paliar las ansiedades que a ellos les genera tu rol de piloto?
La familia es todo, sin ellos nada hubiese sido posible. Son los primeros que quieren que me suba a un auto de carreras. A veces hay que ser consciente que, si no se puede, no puedo pretender seguir. Mis viejos están dispuestos a dar todo lo que tengan para que compita y ese es el límite para mí. Quizás esa es mi forma de valorarlos y cuidarlos. Si no se puede, no se corre. En aquel entonces sacrificaron muchos gustos personales por mi actividad e incluso vacaciones que dejaron a un lado.
- ¿Hay alguna alternativa para volver?
Posibilidades hay, siempre hay. Estamos trabajando en un proyecto para retornar. Sería en el TC Pista Mouras, de la mano de un equipo importante en nuestro país que quiere sumarse a esa categoría. El principal inconveniente es la falta de presupuesto y la falta de empresas en nuestra ciudad que apoyen ese tipo de planificación deportiva.
Por Emanuel Druetta