“A Atenas le está faltando la actitud de otros partidos”, se escucha decir entre los hinchas “albo” a la hora de analizar el bajón del equipo de Néstor Billalva.
En el fútbol, la actitud parece un lugar al que muchos apelan cuando las cosas no marchan como se piensa. Pero uno es testigo domingo a domingo que no hay un solo jugador de Atenas que no termine un partido sin derramar el sudor acostumbrado. Ahora bien, la negativa de buenos resultados en los últimos tres compromisos devienen de una cuestión netamente futbolística. Atenas no ha podido encontrar esa fisonomía de equipo con la que antes de empezar los partidos en condición de local, amén del rival de turno, la discusión pasaba por saber cuál iba a ser el resultado final de la victoria. Era la única opción que se manejaba porque Atenas abrumaba con su fútbol. Ahora, le está costando todo más de cuenta. Pues, perdió volumen de juego, en la mitad de cancha la claridad conceptual de otrora ya no es tal (hay un pronunciado decaimiento en ciertos valores importantes). A raíz ello, ha incurrido recurrentemente en equivocar los caminos al gol. El juego por las bandas, clave en su momento, perdió ese poder de vulneración para con las férreas defensas rivales. Ante eso, el juego se remite a los momentos de lucidez individual de su peso específico. Y con eso no siempre alcanza porque está claro que a Atenas ya todos salen a jugarle a sabiendas de su enorme potencial, y los recaudos para con jugadores clave son muchos más celosos.
El partido de hoy servirá para demostrar el poder de reacción de un equipo que no está mal ni muchos, pero que no estuvo acostumbrado a transitar por estos períodos de sequía: sacó dos puntos de los últimos nueve y no convirtió goles (y dos de los tres partidos fueron en su casa). Pese a ello está en zona de clasificación, a tres de San Martín.
La tranquilidad del cuerpo técnico de Atenas pasa por saber que tiene con qué, sólo que deberá encontrar más que la actitud, el fútbol que lo llevó a estar donde está.
Franco Evaristi – Redacción Al Toque