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07-06-2016 12:07

Rompiendo prejuicios: el crecimiento del fútbol femenino

María José Boloquy es jugadora y entrenadora. Actualmente, defiende los colores de Rosario FC y es docente en Optimus - Centro Integral del Futbolista – dónde enseña el deporte a más de 14 nenas que se animan a terminar con la teoría de que jugar a la pelota es cosa de hombres. En dialogo con Al Toque, contó sus experiencias.

"Proyectamos que sigan creciendo. Formarlas y darles el lugar que no tenían", dice Boloquy.

El fútbol femenino sigue creciendo y desarrollándose en nuestra ciudad. Una de las protagonistas de este progreso es María José Boloquy, ex jugadora de Universidad Nacional de Río Cuarto y actualmente integrante del plantel de Rosario Fútbol Club.
Como docente, trabajó en las categorías formativas de hockey de Urú Curé (2010-2011) y de Jockey Club (2012-2013). En 2014 empezó a enseñar fútbol en la Escuela "Hugo Mattea" y al año siguiente en la Escuela de la UNRC. Hoy es parte de Optimus, un Centro Integral del Futbolista que brinda un servicio de entrenamiento personalizado por puestos de campo y de arqueros
En Optimus le abrieron las puertas al fútbol infantil femenino y Boloquy es la entrenadora de más de 14 nenas (de entre cinco y trece años). “Hay un grupo muy bueno y se está logrando que la de cinco puede integrarse con la de trece. Están todas haciendo lo que más les gusta que es jugar al fútbol y tienen un lugar para hacerlo”, cuenta.
Boloquy sueña a futuro con la escuelita: “Lo que proyectamos es brindarles cada vez más cosas para que ellas sigan creciendo. Obviamente que si más adelante puede formarse un equipo para que entre a la Liga, mucho mejor. Pero por el momento es formarlas y darles el lugar que no tenían. Yo soy jugadora y nunca tuve una escuelita de fútbol para nenas, eran de varones y me sumaba. Es lindo verlas a todas contentas”.

El fútbol es cosa de todos
Ser mujer y jugar al fútbol es romper con muchos prejuicios. María José cuenta sus inicios y cómo su mamá le prohibía acercarse a la pelota: “Yo arranque desde jardín más o menos. Pero siempre recuerdo que en el pueblo lo hacía a escondidas porque mi mamá no me dejaba. En la primaria tenía el guardapolvo blanco, entonces en los recreos me lo tenía que sacar o si me lo ensuciaba hasta la maestra me lo lavaba para que ella no sospechara que estuve jugando al fútbol. Recién cuando me vine a Río Cuarto lo fue asimilando”.
Por eso remarca la importancia del apoyo de los padres y destaca que es una de las mejores cosas que ve hoy en el grupo de sus alumnas. ”Van y se quedan a cada entrenamiento, le dan importancia al deporte que sus hijas están haciendo y eso es lo que a mí me gusta ver también. El apoyo es fundamental. Con el frío y todo no disminuyó la cantidad de nenas. Como hoy tienen el lugar y la posibilidad, lo respetan y lo cuidan tanto que no faltan, van y lo sienten de ellas”, cuenta Boloquy.
Otro prejuicio está presente al momento de enseñar: “Es difícil, lo he notado cuando arranque a dar en la escuelita de varones. Es muy chocante; a algunos padres les parece mal que una mujer le esté dando clases de fútbol a su hijo. Ahí me costó mucho llegar, me costó mucho que me aceptaran, pero me lo fui ganando. Ahora soy una más, nadie me va a reprochar si yo hago un cambio o no en los varones. Igual me siento mucho más tranquila dando a nenas, te sentís más identificada”.
Terminar con la idea que el fútbol es un deporte de hombres depende de todos. La jugadora y DT dice que hay que luchar y hacerse respetar: “Yo creo que el mejor ejemplo es estudiar, formarse. Así estás dando el ejemplo sin importar lo que digan los demás. Que vean cómo estas formando a tus jugadores y jugadoras. Eso lo aprendo de Vladimir Vera, que es una persona que admiro mucho por la integración que les da a las nenas. En un encuentro él y otros profes me dan la libertad de ponerle un punto si hay discriminación hacia las nenas. Si alguno dice algo, ese nene después no juega o se lo saca y se le explica”.
Para Boloquy, la base está en tratar la integración: “Si te enfrentás contra nenas, jugá de igual a igual, no las ningunees, no les grites cosas. Sino no suma. Ellas son respetuosas también. En eso he tenido suerte, es un grupito humano muy lindo”. Por eso en Optimus implementaron el entrenamiento mixto, para lograr esa unión.

Contagiar la iniciativa
Lo que falta ahora es que otros clubes se animen también a iniciar la escuela de fútbol femenino. Hay muchas chicas que quieren jugar, muchas que no pudieron sumarse a Optimus por la distancia. “Si yo acá logré esto, otros equipos tendrían la misma capacidad o más también. Pasa que no se animan, piensan que no se va a dar, que es un gasto. Lo tiene que hacer alguien que le guste, que quiera hacer que las nenas crezcan y sumen, para eso tenes que sentirlo porque económicamente no te va a redituar. Además sería otro incentivo, porque los sábados en los encuentros las nenas que hoy juegan con varones, podrían jugar con otras chicas. Hoy están re contentas porque los resultados son buenos y ellas se motivan porque ven que no son inferiores, pero quieren competitividad con nenas”, agrega María José.
“El futbol creció. Yo me doy cuenta en la ‘Uni’, cuando arranque éramos nueve. Ahora tiene un plantel de dos equipos y la escuelita. Y no solo ahí, hoy en la Liga hay 11 equipos y para el año que viene creo que va a haber más”, finaliza Boloquy.

Redacción: Al Toque
Foto: Al Toque