El duelo entre Estudiantes y Atenas tuvo como protagonistas a los jugadores que usaron las dos camisetas. Los insultos bajaron desde las dos hinchadas, que parecen haber olvidado lo mucho que vibraron con aquellos a los que acusaban de “ingratos” y “vendidos”.
Decirle traidor a una persona es una de las acusaciones más profundas que se pueden hacer en el mundo. Desde Judas en la biblia hasta el “traidor que puede más que unos cuantos” de León Gieco, mucho se ha dicho y escrito sobre estos personajes que se ganan el desprecio de quienes fueron en un momento sus amigos o seguidores. En el fútbol, el significado es especial. El traidor es aquel que cambia de camiseta, ese que deja los colores de un equipo del cual es emblema, para ponerse la casaca del eterno rival.
Como lo describe Eduardo Sacheri en el cuento “Los traidores”, no hay ofensa más dura para un hincha que ver a su ídolo con la camiseta más odiada. En esa historia de amor disfrazada de fútbol o cuento de fútbol con moraleja romántica, Sacheri describe la sensación que causa en el simpatizante la pérdida de un símbolo. Es el dolor en estado puro, son todos los grandes recuerdos dándose vuelta, es la “joya” de la abuela en manos ajenas. Es como cuando de pibe a uno le tocaba ver a la chica de la cual gustaba de la mano del personaje más detestable del colegio. En fin, es saber que el tipo que te dio muchas alegrías adentro de una cancha hoy se las va a dar otro, a tu rival de toda la vida.
El en el clásico que pasó entre Atenas y Estudiantes hubo muchos de estos ejemplos. Víctor Beraldi y Juan Reynoso fueron fustigados por la tribuna de “albo”, y Nicolás Gatto y Guillermo Tambussi recibieron lo suyo desde la parcialidad “celeste”. Parecía que corrían con un sello puesto que decía “traidor” en letras rojas. El calificativo anterior fue acompañado de frases más hirientes, como por ejemplo: “Te mataste el hambre acá”.
Entendiendo todo eso que nos pasa como hincha cuando vemos a los ídolos del otro lado, es que uno puede reflexionar sobre cómo reaccionar ante los cambios de camiseta. Como de tanto cariño puede surgir tanta bronca. Me preguntaba si el hincha del “celeste” que agraviaba a Gatto y a Tambussi se acordaba que el marplatense y el puntano fueron los dos mejores jugadores que el equipo tuvo en la última temporada en el Argentino A. Si bien el equipo descendió, el puntano y el marplatense fueron la segunda dupla más goleadora de ese certamen. Fueron sus goles los que mantuvieron a flote a Estudiantes y le dieron varias alegrías, como un triunfo ante Talleres.
Del otro lado la cuestión es similar. La cancha de Atenas nunca volvió a tener el brillo de aquella temporada 2009/10, cuando Beraldi manejaba la batuta de un equipo vistoso y contundente. Es más, en esa cancha en la que el miércoles lo insultaban, el “negro” fue la figura de un 3 a 0 con paseo para los de la Marconi en el 2008. Pasa lo mismo con Reynoso, que hasta hace unos meses hacia delirar al “9 de Julio” cada vez que peleaba contra un defensor.
A veces, en vez de insultar a los jugadores por haber elegido cambiar de camiseta por cuestiones laborales (no hay que olvidar que el fútbol es su trabajo), habría que tratar de transformar el despecho que produce su pérdida, en nostalgia por aquellas emociones que nos hicieron vivir en el pasado. Porque si no, a la amargura del presente por verlos con los colores rivales, le agregamos la de ponerle un velo de oscuridad al pasado de alegrías que nos dejaron.
Agustín Hurtado
Foto: Al Toque