Por Agustín Hurtado.
Desde el 2010 a esta parte, las luces del rugby de Río Cuarto alumbraron desde muy de cerca a Urú Curé. Una gran camada de jugadores, entre ellos cinco "pumitas", grandes resultados en el torneo de la Unión Cordobesa y títulos a nivel nacional, le permitieron a la "lechuza" ganarse el lugar en las marquesinas. Paralelamente y por un callejón distinto, un grupo de jugadores decidió empezar de nuevo e ir creciendo muy de abajo.
Luego de tener algunos problemas con la Dirección de Deportes de la Universidad, los jugadores y el cuerpo técnico que venían jugando al rugby en esa institución y la representaban en el ascenso cordobés, decidieron alejarse del campus. El destino fue otra de las entidades sociales históricas de la ciudad, el Aero Club.
El desafio que se plantearon Marcelo Merlos y sus jugadores fue importante, había que arrancar de cero en otro lugar con todo lo que esto implica. Tratar con una nueva dirigencia, generar identificación con el club y los socios, diagramar un proyecto y además jugar al rugby.
De a poco fueron consiguiendo los distintos objetivos y en el 2012, cuando se produjo la división en la Unión Cordobesa y se creó la Federación de Rugby Integradora de Córdoba, el Aero tomó la decisión de apostar por la nueva asociación. Ser uno de los equipos que se escindió de la poderosa Unión trajo aparejada la desatención general e incluso miradas de desdén de algunos sectores.
Pese a todo, el Aero siguió adelante con su decisión y se consolidó como uno de los protagonistas de la FRIC, quedándose con el primer campeonato que se puso en disputa. Si bien la nueva federación no se pudo establecer a lo largo del tiempo, los equipos que la formaron llamaron la atención de la Unión y consiguieron algunas modificaciones en la organización de los certámenes cordobeses.
Ya de vuelta en el marco de la Unión, el Aero tuvo que readaptarse. Otra vez a jugar en el ascenso, otra vez a pelear bien desde abajo. Esto no hizo colapsar al grupo, que con la decisión firme de seguir adelante fue sumando experiencias, siguió creciendo y en este 2016 se dio el gusto de jugar por primera vez en la máxima categoría. Fue el mejor de la segunda división y accedió a jugar en la Zona Promoción, con equipos de la talla de La Tablada o Universitario, insignias del rugby cordobés.
Con menos estructura y con menos flashes que Urú Curé, el Aero se ganó un lugar en el rugby cordobés 2016. Considerada “la cenicienta” por el resto de los equipos de primera y por los medios capitalinos, el equipo de Merlos sacó chapa y consiguió un triunfo ante Carlos Paz.
Pero eso no es todo. La apuesta del Aero en el rugby es importante y a largo plazo. Por eso se creó el equipo femenino que disputa el torneo de Desarrollo de la Unión Cordobesa.
La toma de posturas y de decisiones argumentadas ha caracterizado a este grupo de jugadores, entrenadores y dirigentes que conforman el rugby del Aero Club. La salida de la Universidad, la creación de la FRIC y el proyecto del femenino en un territorio tan conservador como es el rugby cordobés a largo plazo, son muestras de un espíritu que va más allá de solo practicar un deporte.
“Arranqué hace más de 20 años en Universidad Nacional y después se formó Aero. O sea que hace 20 años que juego en el ascenso y hoy puedo decir que por primera vez jugué un partido de primera, a mis 37 años. Por eso estoy muy orgulloso de mi equipo”, le dijo el capitán del Aero, Héctor López, a Rugby Full luego del partido ante La Tablada. La frase resume lo que ha sido el andar de este grupo durante los últimos años y su gran momento. Ese sentido amateur que demuestra López y su orgullo por lo conseguido por el equipo son las armas con las que el Aero ha conseguido crecer en todo momento.
Lo del Aero parece ser un ejemplo de aquello que decía Facundo Cabral… “vuele bajo porque abajo…está la verdad”.