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  • PRIMERA A

    Final

    Toro Club (CM) 20 Renato Cesarini
    TCSD CRC

Fútbol - Opinión

04-04-2009 02:14

Había una vez un tren

Por Osvaldo Wehbe.

Verde siempre fue el color de la esperanza. Y verde en la Argentina futbolera y deportiva fue siempre Ferro. Ferrito como le decía el Loro, el único simpatizante que conocí en mis tierras. Oeste gritaba la tribuna en pie de guerra en esa coqueta boutique que fue siempre la cancha de Caballito. Ferro de Roma en el arco. Ferro de Silvio Marzolini. Ferrito de Marrapodi, Ferro tercero en el 59 con Lugo, Garabal, Beron con B larga, Mogaburu. El Verde en la piel del Ratón Leonardi. Verde de Miguel Angel Tojo y verde de Mario Griguol anticipando los tiempos de Timoteo. Ferro de Aimonetti, del zurdo López, del Chamaco Rodríguez. Aquella leyenda que empezó a crecer con el Goma Vidal y el Cacho Saccardi. Y Arregui y Luraschi, y León Martínez y Collado. Y Ferro clase media como se lo define por estos días de tristeza infinita y se asocia su debacle institucional a la acontecida con la clase media que hace rato dejó el paraíso que alguna vez habitó. Oeste siguió gritando la tribuna a pesar de todo y lo seguirá haciendo juegue donde juegue la casaca con uno de los escudos más bonitos del deporte argentino. Los títulos del 82 y 84, con equipos que parecieron imbatibles y que en los Torneos previos cayeron ahí nomás ante Boca y River en ese orden. Y de esos campeones nombres fuertes que siguen dando cátedra como técnicos, Cúper, Garré, Gómez, Brandoni. La presencia de Rocchia, el fútbol del Beto Marcico, los hermanos Arregui, la calidad de Cañete de Paraguay y Giménez de Uruguay. Y esos tiempos en los que Ferro era la máquina del placer verde brillante como club y como equipos, así en plural, porque eran las mejores inferiores y por si fuera poco el mejor basquetbol. Por eso hoy decir Ferro tocó fondo, con una interminable serie de desaciertos dirigenciales, seria hora de tirarle un salvavidas de entusiasmo, de que los que pasaron por el club se hagan un cachito de tiempo para rescatar de esta perversa nebulosa económica los restos de una de las instituciones mas queridas y prestigiosa del medio. Quiero decir que no me parece bueno quedarse con que Ferro descendió, conque tal o cual lo fundieron, conque es un representante de una clase que en la Argentina ha ido muriendo y todo eso que es cierto, pero no tiene porque ser definitivo. Ferro está parado ahí. En el corazón de Caballito con dos necesidades prioritarias. Que los que lo vaciaron paguen sus culpas y negligencias y que los que lo aman no lo abandonen justo ahora que más los necesita. Si usted es de Ferro, de Ferrito, no puede quedarse solo en la bronca de ya no ser. Claro que no. Hay que levantar la guardia, por más que el rival sea como es la economía del club, una mezcla de Gotzilla y Mike Tyson. Ferro se salvará desde la pelea por ratificar aquellos sueños, no con la indiferencia que parecen causar hoy las malas noticias. Esas por las cuales nos lamentamos sólo el tiempo que duran hasta ser reemplazadas por otra .Ferro vale la pena, me parece. Por los que lo son y los que lo fueron antes. Ayudarán el alma de Najnudel y las manos de Timoteo por nombrar a un par de banderas verdes con el hermoso escudo en el pecho. Para que dentro de unos años, “había una vez un tren” siga siendo sólo una película bellísima filmada en 1971 por el director Lionel Jeffries, basada en la novela de Nesbit y no sea también la historia de Ferró, un añejo y querido club de la Argentina.


Osvaldo Alfredo Wehbe.