La inauguración de cada edición de los Juegos Olímpicos genera expectativas. Más para nosotros los latinos y mayor aún si se traslada al pensamiento argentino.
La mañana del viernes 8 de Agosto de 2008 sorprendió a los riocuartenses comenzando un nuevo día, donde la pelea entre el gobierno nacional y el gobierno provincial parecen que van a traer jornadas de mayor virulencia para los habitantes de éstos lugares, donde Río Cuarto no es ajena, porque se suben los impuestos, porque las cuentas del municipio parecen estar definitivamente en déficit y con un ex deportista –Juan Jure- a cargo del timón que no va a ser fácil controlar.
Pero la atención en lo que sucedería en China y cómo el país más poblado del mundo iba a plantear la ceremonia inaugural de los XXIX Juegos Olímpicos, con el slogan de "solidaridad, paz y amistad", dejaba paso para dejar volar nuestros sueños de utopías.
Varias bandas de música tocando melodías por turnos que duró casi dos horas matizaba y sorprendia la excelencia de una ceremonia que parecía computarizada, aunque eran personas las que ejecutaban individualmente cada uno de los actos.
Cuando esto se acalló, y como es habitual, comenzó con la entrada en el estadio de la delegación de Grecia, el país que creó los Juegos Olímpicos hace 2.800 años, y concluyó con el paseo del anfitrión.
Más de 80 jefes de Estado y de Gobierno y dignatarios internacionales, incluyendo al presidente de Estados Unidos, George Bush, el primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente honorario del COI, Juan Antonio Samaranch, estuvieron sentados en el palco presidencial junto a los máximos líderes chinos (Xinhua) y allí entre ellos el único presidente latinoamericano presente, el brasileño Ignacio Lula Da Silva.
La sensación de sana envidia invadió mi ser cuando pude observar la demostración de felicidad con la que el único deportista riocuartense, el tenista Agustín Calleri, realizaba su paso en el desfile.
Pensé una y otra vez, como los grandes medios de prensa de Río Cuarto que se sienten omnipotentes en esta región de Argentina, no realizaron un esfuerzo conjunto –¿Cuánto será la inversión que le deben sacar a las extraordinarias ganancias que obtiene para disponer de éste presupuesto cada cuatro años para contar con enviados especiales?- para poner al menos un par de enviados especiales y con la visión de lo nuestro poder leer, escuchar u observar a través de la TV, una mirada local de la majestuosidad de el inicio de estos Juegos, que desde nuestra visión será para ratificar lo que ya se viene vislumbrado: China será la primera potencia mundial en deporte y con ello, a pesar de Estados Unidos y Rusia, erigirse en el primer país del mundo, no sólo por ser el más poblado.
Cuando la admiración concluyó, y la gigantesca escenografía que planteaban los fuegos artificiales se apagaron, llega el tiempo del deporte, y es allí donde los argentinos y particularmente los riocuartenses volveremos a ser analistas de nuestra realidad: pocas medallas, se conocerán las penurias de los atletas amateur y se prometerá mejorar para la próxima.
Seguiré sintiendo una sana envidia de Agustín Calleri, que cuando pise nuevamente la tierra del Imperio, lo buscaré para intentar tener su vivencia y poder compartirla con los lectores de este portal de noticias.
Carlos Alberto Valduvino – Redacción Al Toque