A contramano de lo que la regla indica en el fútbol de hoy, el cinco de Estudiantes no se destaca por poseer el récord argentino de kilómetros realizados en un partido de fútbol (hoy en día se piensa que el volante central de un equipo tiene que correr más que todos en un conjunto).
Tampoco sobresale por mantener el perfil “bravucón” que muchos tienen como sinónimo (equivocado) de “huevo”.
Tampoco lo hace por repartir patadas y apelar a artilugios extra deportivas que son considerados hoy en día como “necesarios” para “contagiar al resto” y conquistar a su parcialidad
Incluso no se destaca ni siquiera por gritar de más en su afán de ordenar el mediojuego “celeste”. Nada de eso.
Sebastián Pérez, ese mendocino que supo vestir la casaca de Atlético Argentino, presenta otro perfil. Quizá el perfil que publicitariamente menos vende, pero el que más complacencia provoca a los ojos críticos de los futboleros amantes del buen trato del balón.
Ordena desde su orden, contagia desde su fútbol y habla desde su rendimiento y funcionalidad.
A Sebastián Pérez no le hizo falta correr más que cualquier otro jugador de la cancha ni tampoco pegar más patadas que el resto o pelearse con sus rivales con gestos elocuentes para erigirse en uno de los valores más importantes del clásico riocuartense (en Atenas es digno de destacar la labor de Alturria). Sólo le bastó con su forma de jugar y de entender el juego. Ordenado (jamás descuida su quinta), conceptualmente claro, oportuno para la distribución en las salidas de su equipo, solidario, así el volante mendocino fue el sostén y líder futbolístico de un Estudiantes que en los últimos 25’ del clásico acentuó su decisión de ganar el partido yendo al frente, pero tomando nota de la siempre peligrosa respuesta de Atenas.
Y si bien le costó entrar en sintonía en los albores del Estudiantes-Atenas, terminó justificando por qué Hugo Mattea esperó tanto tiempo para contar con sus servicios (debió pasar una ronda completa sin poder jugar por problemas con su pase).
A los que les encanta las estadísticas y los fríos datos matemáticos de la realidad resaltarán la conservación de su invicto desde que llegó al club “celeste” (no conoce la derrota, pero tranquilamente puede conocerla ante cualquier rival, debido a la paridad de esta instancia final del Argentino B). Sin embargo, estas líneas pretenden ponderar las bondades futbolísticas de un “5” que brinda equilibrio desde su orden, juega y hace jugar, preceptos básicos de la función.
Franco Evaristi – Redacción Al Toque