“Uhhh…Crucero del Norte es un equipo que tiene apoyo oficial”…
“Es un equipazo Crucero: tiene a Derlis Soto que jugaba en Huracán; el “loco” Marzo que jugó en Unión y ascendió con Patronato; ataja Gaona el ex arquero de Central…”
“Seguro que allá ya tienen el árbitro arreglado…”
Los comentarios de los futboleros -y no tan futboleros- apuntan en su mayoría a resaltar la valía del plantel al cual tendrá que enfrentar Estudiantes en la final por el ascenso al Torneo Argentino A.
Crucero del Norte ahora parece ser -por lo que se enfatiza en cualquier charla de café o bar- el Barcelona de Messi, Eto’o, Henry…Y en realidad debe ser (no tenemos herramientas para afirmar nada por una cuestión obvia) un equipo que hizo tan bien las cosas como Estudiantes. Por algo llegó a la final. Pero tampoco es cuestión de sobredimensionar a un elenco porque entre sus filas cuenta con jugadores que adquieren relevancia por su trayectoria en categorías superiores en otros tiempos: Derlis Soto, el “loco” Marzo, Julio Gaona, Carlos Marzuk. Es obvio que se debe respetar a Crucero del Norte porque hizo una gran campaña, porque estos renombrados futbolistas pueden aportar su experiencia acumulada, y porque arribó a estas instancias decisivas con argumentos futbolísticos que deberá refrendar para pegar el salto de calidad. Pero tampoco es cuestión de crear un “cuco” en torno al conjunto misionero. En todo caso, el “cuco” sería Estudiantes porque si de números se trata al “celeste” no hay con qué igualarlo: fue el mejor de toda la Fase regular, su arquero recibió la menor cantidad de goles de casi todo el certamen, hace mucho que no sabe lo que es perder de local, sacó el sesenta y pico por ciento de puntos jugados, etc.). Sin embargo no se gana con las estadísticas y lo bueno que se hizo dos semanas y cinco meses atrás, tampoco con los nombres “rimbombantes” de los integrantes de un equipo. Se gana jugando al fútbol, y en eso de jugar al fútbol hasta aquí quedó claro que para las causas particulares de unos y otros fueron tan importantes los Sotos, como los Rodríguez; los Marzo, como los Búffali; los Gaona como los Mancinelli.
Amén de lo que pase en Misiones y luego en Río Cuarto, en el fútbol de hoy (mucho menos en un Argentino B) no se gana sólo por el peso de una camiseta o por el peso específico de un par de apellidos…se gana haciendo bien las cosas dentro el rectángulo de juego en esos 180’ del acción. Ésa es la única verdad, lo demás…puro “chamuyo”.
Franco Evaristi – Redacción Al Toque