¿Puede decirse que Banda Norte fracasó al haber llegado por segundo año consecutivo a la final de la Liga B? En algunos aspectos si, en otros no.
Desde la arista de lo deportivo, si. Nuevamente con Fabián López como cabeza de grupo, los del parque Sarmiento mantuvieron la base del equipo finalista y se reforzaron con nombres consagrados en la categoría para reforzar sus filas.
La primera fase se desarrolló acorde a lo esperado, siendo dominador e imponiendo su defensa para aniquilar adversarios. En ataque, el peso especifico de los Mazzini, Barlasina, etc fue suficiente.
Las exigencia mayores de la segunda fase desnudaron la ausencia del juego de equipo, siendo postergado desde el vamos por 9 de Julio de Río Tercero e inclusive por el recién ascendido, Alvear de Villa Ángela en las fechas de cierre.
Ya en play offs, el modesto equipo de Estudiantes de Concordia lo llevó hasta un quinto juego en cuartos de final. Algo similar se dio en semifinales con Alvear, donde un triple de Martirena en los instantes finales del partido número cinco en Chaco le otorgaron el pasaporte a la final.
El 3-0 que reflejó la final con 9 de Julio quizás sea mentiroso, porque cerca estuvo de haberlos ganado a los tres partidos -perdió dos en suplementario-. La entrega que demanda una final hizo que las diferencias sean mínimas, pero los riocuartenses volvieron a quedar en deuda desde el trabajo de conjunto.
Cuando se habla de que se falló en el “juego de equipo” o el “trabajo de conjunto”, no se circunscribe estrictamente a lo basquetbolístico, sino también a las relaciones interpersonales. Desde afuera se percibía a simple vista que Banda Norte no era un grupo homogéneo, como si lo fue la temporada anterior. Quizás algunas rencillas entre compañeros o con el propio “chino” López fueron acabando con la química y eso terminó repercutiendo dentro del rectángulo de juego.
Institucionalmente si se puede hablar de éxito. La sub comisión de básquet es un ejemplo de trabajo congruente y organizado en el club. En solo tres temporadas, se solidificó una estructura que catapultó a un Banda Norte que no podía dar el salto desde los torneos provinciales, a los primeros planos de la Liga Nacional B. no cabe duda que cuando se logre una comunión absoluta entre todos los componentes del “verde”, el tan ansiado ascenso estará a la vuelta de la esquina.
Banda Norte, uno por uno
Mariano Mazzini. Nadie duda que en el “uno contra uno” es uno es de los jugadores más desequilibrantes de la categoría, pero eso terminó siendo contraproducente para el equipo, ya que en situaciones limites, en reiteradas ocasiones, se descansó excesivamente en lo que él podía generar con su potencia y talento, restando juego colectivo.
Héctor Martirena. Lejos estuvo de ser aquel jugador que no deslumbró con la camiseta de Ciudad de Bragado temporadas anteriores. El año antecedente había sido “cortado” de Barrio Parque por bajo rendimiento y en el “verde”, si bien no tuvo una mala campaña, fue muy intermitente, independientemente de la fisura en el pie que lo marginó de las canchas dos meses.
Juan Pablo Martínez. Seguramente no imaginaba el trajín que le depararía el certamen. La lesión del “cabeza” Llanos, le dio poco descanso. El “negro” tuvo buenos momentos pero en general rindió por debajo de lo esperado, careciendo de la frialdad que da la experiencia para los momentos cruciales.
Lucas Barlasina. Anotador, pasador, reboteador, defensor. Al “gringo” seria descabellado exigirle más de lo que rindió para el equipo. A su cualidad innata de goleador le añadió el perfeccionamiento en otras facetas que lo transformaron en el jugador más valioso de Banda Norte.
Gastón Campana. El oriundo de Ucacha tuvo una escala descendente en cuanto rendimiento. Esto relacionado en forma intrínseca con los minutos que fue perdiendo en cancha por la presencia de Martirena, Mazzini o Gómez. La mejor versión de Campana se vio en la parte final del campeonato, cuando la lesión de Mazzini le devolvió la titularidad y pudo responder como se esperaba. Fue importante en ofensiva y logró imponerse en los tableros.
Nicolas Arese. Un equipo repleto de figuras le hizo sinuoso el camino. Su versatilidad le permitió defender desde un perimetral hasta a un hombre “grande”, como Leonardo Segura en la final, por ejemplo. Noches de brillo y otras donde prácticamente no participaba del juego, hicieron del mayor de los Arese un jugador con muchos altibajos.
Sebastián Álvarez. Desde la Capital Federal llegó con 19 años para hacer su primera experiencia en Liga Nacional B. Potencial tiene y de sobra, solo que sus fallidas intervenciones cuando tuvo la posibilidad de ingresar lo fueron relegando hasta prácticamente no tener minutos de juego.
Santiago Arese. Situación similar a la su hermano, Nicolás. Fue complejo hacerse un lugar en el equipo, pero definiendo con su “mortífero” tiro de tres juegos importantes, demostró que no le pesa en lo más mínimo las responsabilidades y fue importante en play offs.
Daniel Clavell. No fue el base que el año anterior le ganó con Oberá la final a Banda Norte. Por sus características naturales, nunca se acopló a un equipo que se reconoce por su defensa. Además, a la hora de conducir no hizo pesar su experiencia en este tipo de torneos, para manejar los ritmos de juego.
Denis Gómez. Llegó en el tramo final del certamen. Jugador con mucha actitud, un factor que terminó jugándole en contra, ya que se cargó rápidamente de infracciones en la mayoría de los partidos.
* Los sub 21 que completaron el plantel fueron: Guillermo Giuliodori, Esteban Pérez, Valentín González, Leandro Barlasina y Máximo Remondino.
Redacción Al Toque