Conocé la historia de Lucio Pérez, joven jugador del “pirata”. Fanático del club que lo vio nacer, Acción Juvenil de General Deheza, se mudó a Córdoba en busca de sus sueños. Te invitamos a seguir la nueva sección de Al Toque Deportes, que promueve conocer la vida de los chicos que se sacrifican por su pasión.
Inauguramos “Abriendo el juego. De la región a clubes AFA”. En esta nueva sección de Al Toque Deportes, nos dedicaremos a contar historias de los juveniles que logran y se animan a alejarse de sus seres queridos por la pasión del fútbol. Nuestro objetivo es hablar con quienes pelearon su lugar en la Liga Regional y, a base de esfuerzo y sacrificio, hicieron posible su llegada a grandes clubes con proyección nacional.
En este primer encuentro entrevistamos a Lucio Pérez (02/07/97), defensor lateral derecho del Club Atlético Belgrano. Lucio dio sus primeros pasos como futbolista en General Deheza y hoy vive en Córdoba, soñando con debutar en la primera del “pirata”.
En la entrevista comentó cómo empezó a jugar al fútbol, el cambio del pueblo a la ciudad y sus aspiraciones para el futuro.
- ¿Cómo nació tu interés por el fútbol?
- Tengo un hermano más grande, siempre iba a los entrenamientos a buscarlo con mi viejo y como yo era inquieto siempre me metía en la cancha, hasta que un día me dejaron empezar a jugar y ahí empezó todo. A los 4 años empecé en Acción Juvenil de Deheza. Mi viejo no jugaba al fútbol, el acercamiento fue por mi hermano, pero después mi viejo fue el que siempre nos acompañó y nos llevó a todos lados.
- A lo largo de los años seguiste alimentando tu pasión por el fútbol, siempre de la mano de Acción Juvenil hasta llegar a debutar en primera…
- Jugué siempre en Acción, pasé por todas las categorías. En cancha chica fuimos tricampeones, fuimos una de las pocas categorías que pudo lograr el título tres veces seguidas. Y después lo lindo fue compartir con mis amigos, ir creciendo e ir jugando en todas las categorías, hasta reserva o primera donde llegamos varios.
El debut en primera fue un día inolvidable, lo que generaba el poder vivir ese momento, los nervios, saber lo que significaba estar en primera en el pueblo y más yo, que amo el club.
- ¿Cuál es tu puesto dentro de la cancha?
- En cancha chica jugué de 5. Pasé a cancha grande de 8, estaba más en la mitad de cancha, de doble 5 también. En 2014 debute en primera de 8 con Jorge Grassi, a mitad de año se va y viene Carlos “el pampa” Rosané y, como se había lesionado Jorge Alturria, que estaba de 4, empecé a jugar ahí. En Belgrano vine como 4 y jugué siempre de 4.
- ¿Cuándo fue que Belgrano se interesó por vos?
- En la pretemporada 2015 me habían llamado para ir a Estudiantes de Río Cuarto. Juvenil no me quería largar tan fácil. Hablando con dirigentes de Estudiantes, estaba Hugo Mattea, que en ese momento era el técnico de la quinta de Belgrano, que era mi categoría. Hugo me había visto cuando jugamos contra Estudiantes una de las últimas fechas y le interesó. Si no se daba mi llegada a Estudiantes, Hugo me quería en Belgrano porque necesitaba un 4. Eso fue un jueves, el sábado me vine a Córdoba a probarme, ese día hicimos futbol y ya el lunes estaba instalado en la pensión.
- ¿Cómo fue el cambio de la vida de pueblo a la ciudad?
- Fue todo muy rápido. En ese momento no te das cuenta. Cuando uno tiene 12 o 13 años y juega en el pueblo lo que quiere es poder pasar a las divisiones de AFA. Fue todo tan rápido que todavía no caía. Después de un mes en Córdoba, me empecé a dar cuenta de los sacrificios, del esfuerzo que haces, de estar lejos de tu familia, tus amigos, tenés que cambiar un montón de cosas, los ámbitos y ambientes son otros, la comida. Tenés que aprender a adaptarte a compañeros que no viste nunca; yo vivía en la pensión, ahora estoy en un departamento con un compañero. Fue un cambio que, gracias a Dios, no me costó mucho. Me adapte rápido y el apoyo de mi familia estuvo siempre, además en el club me recibieron muy bien.
- ¿Qué cambios notas en los entrenamientos o el juego?
- Eso es lo que más te preguntan los profes cuando vas al pueblo. Cambia, es mucho más dinámico, es un ritmo alto, de alta intensidad y los entrenamientos son más específicos. Tenés preparadores físicos con los cuales estas determinado tiempo, por ahí estas más con un preparador físico que en el campo de juego con el técnico. Cuando vas con el técnico también son trabajos específicos tácticos, pero se usa mucho lo físico y la intensidad, siempre tenés que estar a alto rendimiento.
Cuando llegué me costó muchísimo, no es tan grande el cambio una vez que uno logra asentarse, pero al principio si es un gran desafío. Una vez que me asenté, estando en este nivel que son 4 o 5 por puesto, no podes dormir, tenés que estar siempre alto, siempre predispuesto a dar el máximo porque si vos no estás bien está el que está atrás tuyo, y si no el otro y así. Eso también es una gran diferencia sobre la liga; vos por ahí muchas veces sabías que estabas solo en el puesto y por ahí ibas a entrenar sin ganas, sabiendo que ibas a jugar el sábado igual. Acá esa exigencia es buena porque te hace estar siempre al máximo y dar todo.
- ¿Tu familia siempre respaldo tu decisión?
- Si, el apoyo de mi familia siempre estuvo y está. No estamos tan lejos, cuando pueden vienen a verme y cuando no me puedo volver me visitan. Siempre necesitas estar al lado, y creo que la gente de pueblo somos mucho más familieros. Y creo que los que tenés al costado, los amigos y la familia, son fundamentales si uno quiere ser jugar profesional. Son ellos los que van a estar en las buenas o en las malas o aconsejándote, poniéndote los pies sobre la tierra.
- ¿Tuviste que sacrificar momentos por darle más atención al fútbol?
- Siempre fui un pibe que se cuidó de chico en el sentido de la joda. Gracias a Dios tengo mis amigos que en el día de hoy me lo remarcan. Por eso también soy uno de los pocos, de esa categoría de los tricampeones, que estoy jugando al fútbol hoy en día. Uno se siente satisfecho de haber hecho ese sacrificio de más chico. Mis amigos me dicen ahora que se arrepienten de no haberse quedado durmiendo, en vez de ir a un cumpleaños de 15 por ejemplo. Yo por ahí hacía las dos cosas, pero lo sabía llevar mejor o me sacrificaba un poquito más. Cuando pasa el tiempo, uno se da cuenta que valió la pena el sacrificio y lo sigo haciendo.
- Hoy estas en reserva, ¿compartiste entrenamiento con algún chico que hoy integre el plantel de primera?
- Si, muchos, por decirte Tomás Attis, Joaquín Rikemberg, Fabricio Brener, entre otros. Y ahora en reserva alternamos mucho con el plantel de primera. Te genera orgullo que vayas a primera y que un referente como (Cristian) Lema sepa tu nombre, tu apellido. Todos te ayudan mucho; por ejemplo Germán Montoya, que de local ataja en reserva, muchas veces me tocó compartir cancha y ahí aprendí mucho. Por ahí siempre que vas a un entrenamiento tienen algo para decirte que te sirve y te ayuda.
- ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Estudias?
- No miro a largo plazo, siempre trato de ir día a día. Hoy estoy en Belgrano y mi máximo sueño es estar en la primera de Belgrano. Si no se me da acá será en otro lado, pero trato de no irme tan lejos porque si no la cabeza te puede jugar en contra.
En cuanto al estudio, terminé el secundario y quería estudiar algo ligado al deporte. Me gusta mucho la educación física, quise empezar en Córdoba cuando terminé el secundario pero no me daban los horarios. Pero me queda pendiente, en algún momento la voy a hacer, es una carrera que me gusta y me encantaría estudiar.
- ¿Qué le dirías a los jóvenes que quieren llegar a ser jugadores profesionales?
- Yo que pude conocer la vida en el pueblo y de la ciudad más grande, pienso que en los pueblos es mucho más difícil. Acá un chico a los 14 o 15 por ahí está más tiempo en su casa o no los dejan salir tanto. En el pueblo tenés más libertad y eso puede ser un problema si no te controlas. Pero se pueden disfrutar las dos cosas, yo lo viví y podía salir cuando podía y también quedarme a dormir para ir a jugar. Que sea todo esfuerzo y humildad, que las cosas, si uno las quiere, llegan.
Redacción Al Toque