“La vastedad de nuestro territorio hace de Rusia una suma de misterios y de intrigas, es la exponencia de lo magnánimo, esa fuerza hace que nosotros los rusos seamos ignotas partículas ante la serie de sucesos que vinieron y vendrán” lo cuenta Lyovin, el cerebro pensante de Tolstoi en su maravillosa Ana Karenina, la obra majestuosa que en 1877 desmenuza una sociedad aristocrática que preveía el final de las enfermizas pasiones del zarismo.
Es en ese lugar donde en junio próximo todos jugaremos el Mundial. En ese mundo propio, dentro del mundo, donde uno de cada nueve metros cuadrado del planeta pertenecen a Rusia. Es esa superficie, en la que caben 34 Españas, la que nos expone a conocerla e interpretarla en su esencia ante la cita.
Cuando Vronsky, el despechado general de San Petersburgo – nacido en la pluma de Tolstoi - razonó su situación, la triste melancolía de su ocaso lo ubicó en su sitio: “en Rusia el amor o cualquier mampostería del sentimiento no es más que un tenue barniz del poder”.
Ese poder que todo lo manipula y tiene en sus manos la reconversión de estar sin ser visto. Vitaly Mutko era el señor poder en Rusia. ¿Era?. Fue el verdadero dueño del Mundial 2018, pero como los rusos concentran todo en envase grande la determinación del COI acerca del dopaje y sus certezas lo eyectaron del Comité Organizador de la Copa del Mundo. Pero claro, continuará como Vicepresidente del gobierno de Putin con facultades ampliadas dentro del Kremlin. Obviamos un tema atinente al poder, Mutko es el Presidente de la Federación Rusa de Fútbol. Dijo que asumiría ese cargo para aportar transparencia, lo expresó cuando regresó de los Juegos Olímpicos de Vancouver y rindió sus gastos personales de 97 desayunos cuando durmió 20 noches en Canadá.
Esto es en parte lo que se moverá tras el telón cuando el mundo esté paralizado. Power is born when most sleep - el poder nace cuando la mayoría duerme - nos enseñó Kissinger durante su tiempo y ese decálogo se instrumenta minuto a minuto. De la misma manera como irrumpieron los mecenas eslavos a principios de este siglo con sus chequeras inagotables, cambiando el paradigma de quienes mandan.
Roman Abramovich - Chelsea - y su fallecido ex socio Boris Berezovky –Arsenal - a través de maniobras políticas se adueñan de la petrolera estatal Sibneff por 100 millones de euros y tras fallidos intentos de unificaciones y amparados por el Kremlin la terminan vendiendo por 13.100 millones de euros – 31 veces más - a Gazprom, hoy dueña del Zenit de San Petesrburgo. Vaya paradoja en su momento presidido por el bueno de Vitaly Mutko.
Los abanderados de la neo oligarquía soviética riegan con plata el hasta entonces inalcanzable fútbol de occidente siguiendo una matriz clara, cuyas acciones se digitan en tiempo y espacio desde Moscú.
En este contexto, el Mundial tiene su grilla llena y solo espera que ruede la pelota. Adidas está feliz por qué tendrá a Messi. Nike, a Cristiano. Qatar Airways como sponsor FIFA trasladará 4 veces más que cualquier junio. Mc Donalds tiene los combos preparados desde hace 18 meses y Visa elastizará al máximo sus plásticas ganancias.
Un sabio proverbio lituano dice que siempre debes desconfiar del hombre que está elaborando su poder, cualquiera sea. El domingo 18 de marzo son las elecciones presidenciales en Rusia y esa es la verdadera partida de Putin, que buscará – y obtendrá - su cuarto mandato consecutivo, utilizando la gran escenografía que FIFA le regala. Elecciones que naturalmente estarán inmersas en el sacro mundo en el que todo tiene que ver con todo.
En ese contexto se viene un Mundial de Fútbol. Ese mismo que Al Toque Deportes ya lo está jugando con su impronta.
Por Leonardo Gasseuy. Realizará la cobertura desde Rusia para Al Toque Deportes.