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Fútbol - Copa Argentina - En Contexto

25-01-2018

Gracias a la vida

La despedida de Pablo César Aimar del fútbol fue la fiesta soñada. Para seguir creyendo que no todo está perdido, Marcelo Bielsa sigue predicando con el ejemplo.

Grabada en mi mente me quedaron los rostros de felicidad y alegría con los que todo un pueblo que consume, vive, y late con el fútbol se retiraba del estadio “Ciudad de Río Cuarto – Antonio Candini” en los primeros minutos del 24 de enero de 2018, tras presenciar 90 minutos de juego.

Cada uno de quienes estuvieron en el escenario de la Avenida España se llevó un pedazo de la historia de la despedida de Pablo César Aimar en sus corazones.

A cada uno, las palpitaciones fueron en ritmos diferentes. Los que se llegaron al máximo templo del fútbol riocuartense tuvieron uno o varios motivos de “futbolero de ley” para estar presentes. Llevar a su hijo. Acompañar a su abuelo. Decirle al nieto/a: “vení vamos a la cancha a ver a Pablito”, porque para los del Imperio, Pablo es “Pablito” o “Pablo”.

Lo de “Payito” sucedió allá lejos y hace tiempo. Cuando apareció en la cancha chica de Estudiantes jugando en las divisiones infantiles, y conformando la “gloriosa 79” que ganó todo, pero que tuvo en Renato Cesarini, al rival de la época más encumbrado.

La noche del martes 23 de enero de 2018 no produjo distinciones de colores que dividieran las sensaciones. Fue la noche mágica en la que todos se sintieron “Celestes”. Todos, unidos por el aura del máximo futbolista que dio la historia deportiva de Río Cuarto.

Ser contemporáneo desde el debut en cancha chica, hasta la noche del martes, me llevó al punto máximo de emociones.

Recordar las notas en su casa en Banda Norte, en el estadio de River, cuando aún cursaba el secundario junto con Agustín Matteoda, verlo jugar con la camiseta de River en cancha de Atenas, con la de la Selección Argentina en cancha de Estudiantes, ser campeón con Estudiantes en la ciudad de Bell Ville en el provincial de juveniles, haber juntado a Ricardo Tomás, Andrés Ricardo y Pablo César para una producción periodística, son imágenes que se transforman en una película de un grande.

Pedirle un autógrafo en una camiseta de River para mí hija, aunque soy hincha de Boca, son esas sensaciones que muchas veces no se pueden controlar.

El contexto que atraviesa la realidad argentina no son los mejores. Los mensajes que se reciben a diario van en contra de ese sentimiento de amor por la familia, de ser feliz con las simples cosas, o de elegir el club que lo vio nacer para realizar su despedida, después de ser considerado ídolo por el mejor jugador del mundo que está en actividad como lo hizo Leonel Messi.

Mucho menos, que un técnico de selección nacional, campeón olímpico, de reconocimiento mundial haya sido respetuoso, que debía acompañar a uno de sus dirigidos en su momento más feliz, pero hacerlo desde el lugar de un amante del fútbol, desde la tribuna.

En los rumores previos, ninguno imaginó que Marcelo Bielsa iba a caminar 100 metros desde el hotel que está ubicado en frente al estadio “Celeste”, iba a elegir el acceso más cercano al “Piletón Municipal” para trepar a la tribuna alta y diez minutos antes del inicio del partido ser un espectador de lujo, habiendo abonado su entrada y sin quitarle protagonismo al actor principal de la fiesta.

Hechos como éste, nos ayudan a seguir creyendo en que se puede modificar la sociedad. Predicar con el ejemplo fue el camino que marcó desde siempre el ex técnico de la selección. En Río Cuarto ratificó que nada cambió en su filosofía de vida.

El final es para la familia y lo deportivo.

La familia, porque rodeó a Pablo y Andrés para que pudieran compartir un campo de juego. Padre, madre, hermana, allegados, con abrazos, sentimientos íntimos y lágrimas de emoción, vieron desde la platea techada los últimos minutos de juego de Pablo César.

Cuando Pablo acarició la redonda en el puntapié inicial, sabíamos que comenzábamos a ver el final de la película.

No lo queríamos pensar. Nos aferrábamos a soñar que Estudiantes podía dar vuelta la serie ante Sportivo Belgrano de San Francisco y continuar en la Copa Argentina 2018, y de esa manera el anuncio de Pablo se extendiera “por un partido màs”.

Se estuvo cerca desde lo deportivo. Pero esto es fútbol. Un juego donde, los errores propios, y las virtudes del rival se conjugaron para que la “frutilla del postre” no llegara.

Gracias Asociación Atlética Estudiantes por dar el gesto de grandeza, de brindar toda la logística institucional para una fiesta memorable de despedida.

Gracias Pablo César Aimar por haber permitido a más de 10 mil almas presentes en el estadio, incalculables habitantes del país y el mundo, de darles esos 50 minutos de fútbol.

Gracias a la vida, por haber permitido ser contemporáneo de un hombre nacido en el Imperio, pero que sus abuelos paternos llegaron desde San Francisco, en una noche que no se apagara con el paso de los años.

 

> Nota: Para los seguidores del fútbol, sólo recordar que el exitismo de concurrir a la cancha no se haya terminado con el partido del martes por la noche. Lo más importante para Asociación Atlética Estudiantes inicia el primer domingo de febrero, cuando debute en la Segunda Fase del Torneo Federal A ante Deportivo Roca en el “Ciudad de Río Cuarto – Antonio Candini”.

 

 

Carlos Alberto Valduvino

Periodista

Foto: Al Toque