En horas de la siesta Centro Cultural Alberdi se vio perjudicado a causa del temporal de ayer martes. Las torres de iluminación, reflectores y una tribuna fueron dañadas por las fuertes ráfagas. Ezequiel Lucero, presidente de la institución “mercedaria”, expresó el dolor de la comisión directiva tras los hechos.
Centro Cultural Alberdi sufrió serios destrozos en consecuencia del fuerte temporal que azotó, el martes, la ciudad y región. El “trampero”, reducto en el que juega el primer equipo, fue dañado por las ráfagas de viento. “Nos abrazábamos y llorábamos por algo que habíamos logrado con tanto sacrificio”, indicó Lucero, presidente de la entidad.
“El viento tumbó cuatro torres armadas en 2016. Las quebró al medio y al caerse al piso los artefactos sufrieron roturas completas”, comentó el dirigente y agregó: “Al caerse una de las torres que da a la calle Pedro Goyena (donde se ubica la “14”, denominación de la hinchada) también rompió una tribuna. Los costos estimados de las roturas van desde 180 a 200 mil pesos”.
La tormenta de viento azotó a toda la región del sur provincial. Provoco voladuras de techos, incendios forestales y derrumbe de paredones. La entidad ubicada en Barrio Alberdi, lamentablemente no estuvo ajena al temporal, por lo que sufrió daños de consideración en su cancha.
“Sucedió aproximadamente a las 14 horas. Me llegué a la institución porque me avisó el canchero y empezaron a caer las torres. El viento era muy fuerte”, señaló Lucero.
La dirigencia del “mercedario”, como nos tiene acostumbrados, rápidamente comenzó a moverse para reestablecer las condiciones que presentaba el estadio anteriormente al suceso. En ese marco, el presidente remarcó: “Estamos masticando lo que nos acaba de pasar. Esta noche nos vamos a reunir para ver lo que se puede hacer. Vamos a intentar volver a poner todas las torres nuevas porque calculamos que las que se cayeron no sirven más”.
Sobre el cierre, el dirigente expresó tristeza ante el impacto de las pérdidas ocasionadas por el viento: “Las sensaciones personales y de Pablo Dutto (dirigente) son de tristeza. Nos abrazábamos y llorábamos por algo que habíamos logrado con tanto sacrificio”. Y agregó: “Es como que se me murió un pariente, porque nosotros fuimos los que les dimos vida a esas torres. Verlas en el piso fue muy doloroso”.
Fotos Gentileza Ezequiel Lucero
Redacción Al Toque