La escuelita de fútbol Argentinos Juniors funciona sobre la recientemente inaugurada cancha sintética, ubicada en barrio Las Delicias, y trabaja en la inclusión, contención y formación de niños, niñas y jóvenes. “Tratamos de sacar a los chicos de la calle, meterlos en el deporte y que puedan acceder a un club”, remarca Fabián Domínguez, referente de la actividad y, sobre que le genera la iniciativa, sintetiza: “Es una satisfacción enorme. Haber logrado esto, es un premio al alma y al sacrificio. Es un premio también para todos ellos”.
Río Cuarto, barrio Las Delicias. Jornada soleada y agradable en un día de semana cualquiera. Son las cinco de la tarde. Estamos en Iguazú al 300, en las canchas de fútbol sintético “Argentinos Juniors”.
Poco a poco el sector, delimitado por mallas y lindante a las casas del barrio, se llena de chicos y chicas. Es que un rato llegará Fabián Domínguez y su grupo de trabajo para llevar adelante el entrenamiento cotidiano de la escuelita de fútbol que funciona en el lugar. Un entrenamiento que denota actividad deportiva para niños y niñas. Pero que en realidad connota un trabajo inconmensurable, que busca inculcar valores, formar, incluir y socializar a través del deporte.
Preguntamos por Fabián y los pibes respetuosamente nos contestan que aún no ha venido. Y de pronto viene y los chicos, felices, se agolpan para saludarlo. Y él sonríe, de manera especial. Es que como él mismo cuenta, la escuelita de fútbol es “un premio al alma y al sacrificio”.
La escuelita: surgimiento y actualidad
Fabián Domínguez nació el 29 de junio de 1976 y es nativo del barrio. Cuenta que la iniciativa surgió hace cinco años, cuando el espacio físico en el que están instaladas las canchas iba a ser ocupado para la construcción de viviendas. “El proyecto nace allá por 2013. La cancha estaba en peligro porque querían hacer unas viviendas por la demanda que había. Entonces, con un grupo de amigos logramos alambrar la cancha y salvarla. Seguimos trabajando y fundé la escuelita que se llama Argentinos Juniors”, recuerda y agrega que el nombre está vinculado al nombre original del sector. “Así se llamaba la cancha, que antes era una cancha de once”, destaca.
El proyecto fue votado en el marco del programa Presupuesto Participativo que lleva adelante el municipio local y fue inaugurado en julio pasado. “Nos mejoró el cien por ciento. Se han sumado muchos chicos. Esta fue la mejor arma para combatir que los chicos estén en la calle”, subraya Domínguez sobre cómo quedó la obra.
El protagonista se sensibiliza cada vez que habla de los niños. El sol de frente hace que sus ojos brillen aún más. Mientras dura la charla, nenes y nenas lo siguen atentamente a un costado. Es, en definitiva, un referente para ellos. En ese inmejorable contexto, Fabián explica la idea con la que surgió la iniciativa: “Formamos una escuelita de fútbol y a la vez realizamos trabajo social. Tratamos de sacar a los chicos de la calle, meterlos en el deporte y tratamos que puedan acceder a un club. La idea es esa, hacer un trabajo social a través del deporte”.
Domínguez expresa, además, que trabaja para tratar de vincular a los chicos con jóvenes de otros barrios y así generar también un proceso de socialización. En ese marco, destaca el involucramiento del municipio y la casa de estudios local. “Jugamos partidos amistosos, en los que el resultado no importa. Simplemente es para la diversión de los chicos. Vamos a otros barrios y trabajamos con todos los programas que tienen la Municipalidad y la Universidad. Tratamos de absorber todo lo que venga para los chicos”, describe.
En otro tramo de la charla, informa que felizmente han empezado a dar clases a las niñas del barrio y que el proceso con los chicos continúa hasta los 14 años, edad en la que intentan ubicarlos en clubes. “Este año logramos poner fútbol femenino con una ‘profe’ que nos cedió la Universidad. Y con los grandes trabajamos hasta los 14 años, con la ayuda de la Municipalidad, que nos mandan ‘profes’”, cierra.
La dolorosa realidad y la continuidad del proyecto
La situación social, económica y política argentina atraviesa a la gran mayoría de los habitantes del país pero, lamentablemente, siempre genera mayor deterioro en los sectores más vulnerables. Y lo que viven los chicos en Las Delicias no es la excepción. Y quién mejor que Domínguez para describirla con un significativo ejemplo: “La realidad, estos últimos meses, es brava. Si les das entrenamiento a los chicos, tenés que ser consciente que pueden no haber comido. Es duro, pero siempre tratamos de estar atentos a todo eso”. Cruel. Real.
Por suerte –y por el mancomunado esfuerzo de quienes deciden involucrarse-, el proyecto continúa en marcha y, a un costado de la cancha, cercanas a calle Iguazú, se observan obras en desarrollo y materiales de construcción. Allí se realizarán los vestuarios, que no solo servirán para el uso deportivo. “La cancha va a incluir vestuarios y duchas. Muchos de los chicos de acá no tienen agua caliente para bañarse y la van a tener acá, cuando terminen de entrenar. Quizás tenga que venir yo a la mañana a abrirles, para que se bañen antes de ir a la escuela. Y voy a venir, y no voy a tener ningún problema”, dice Fabián.
Al mismo tiempo reconoce que articulan con la escuela Leopoldo Lugones, situada a escasas cuadras del sector, y explica: “Con la escuela venimos trabajando hace bastante. Es muy probable que, una vez inaugurado esto, los chicos tengan educación física acá y hagan los actos… lo vamos a hacer de usos múltiples al lugar”.
La charla ingresa en el tramo final. Las chicas y los chicos quieren empezar a patear, y su paciencia –lógicamente- empieza a agotarse. A un costado, las mamás, haciendo de fieles hinchas, disfrutan la alegría de sus hijos.
Y entonces “liberamos” a Domínguez. Y es ahí cuando habla desde lo más profundo de su corazón. “El deporte les aporta muchas cosas a los chicos. Ser buenas personas… y les inculcamos que a través del deporte pueden acceder a un club y relacionarse con otros chicos”, afirma y, visiblemente emocionado, concluye: “Es una satisfacción enorme. Haber logrado esto, es un premio al alma y al sacrificio. Es un premio también para todos ellos”.
Saluda y parte hacia el campo de juego. Silbato en mano, los conitos ubicados en un sector y los balones a un costado. Los pibes se alistan. Quieren empezar ya. Suena el pitazo. Y es en ese primer impacto en el que definitivamente percibimos: Argentinos Juniors, en Las Delicias, es un grito del alma. Un golazo a la desesperanza. Un fulbazo de corazón.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque