* Por Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda.
“Pintan las paredes los hinchas de fútbol, los militantes de partidos políticos, los religiosos, todo el año, por todos lados. Pintan las mujeres las paredes, un día al año, en reclamo porque nos matan cada 26 horas por ser mujeres, y nos llevan presas” (Carina Ambrogi en La Marea Noticias)
Este 8 de marzo fue el tercer paro internacional de mujeres, bisexuales, lesbianas, travestis y trans. Internacional. En muchos lugares, de todo el mundo, cientos y miles de mujeres se concentraron y marcharon juntas, unidas, reclamando por más derechos para ellas, para vos, para todas. Alzando la voz por las miles y miles de mujeres que ya no están, que murieron a causa de violencia de género.
El foco de ese enorme movimiento que se generó en todo el mundo, para muchos estuvo puesto en un par de paredes que aparecieron pintadas. Podes estar de acuerdo o no, te puede haber gustado o hubieses preferido que eso no lo hicieran, que se yo. Pero poner el foco ahí, indignarte tanto por unas paredes que pueden y volverán a ser pintadas, es ser funcional a todo ese sistema patriarcal que nos sigue minimizando a las mujeres. Que sigue minimizando esta lucha.
Una lucha por derechos. Nada más ni nada menos. Una lucha que en otras épocas consiguió que vos, yo, tu mamá, tu hermana, tu amiga, tu vecina, tu hija, tu tía, tu abuela, etc, etc, podamos votar; podamos trabajar; ir a universidades; casarnos con quién queramos; amamantar en lugares públicos; leer los libros que deseemos; ser deportistas profesionales; y más. Muchos de esos derechos que nos fueron negados sólo por ser mujeres.
Cada quién es libre de poner el foco de un hecho dónde más le parezca. Los medios de comunicación y cualquier persona en sus redes sociales. Pero si tu indignación y tu posteo es funcional al desprestigio de un movimiento y a la minimización del reclamo, capaz sin darte cuenta, estás siendo funcional a ese sistema machista y patriarcal.
Algunas de las razones por la que mujeres, bisexuales, lesbianas, travestis y trans marchamos este 8M:
- En Argentina una mujer es asesinada por ser mujer cada 26 horas. Pero eso no indigna tanto, no genera tantos posteos en los muros de Facebook o Instagram, ni tantos twitts de personas indignadas diciendo que los asesinos de esas mujeres no las representan.
El 8M en Río Cuarto se presentaron cuatro paredes con relatos de ocho mujeres víctimas de violencia de género, de femicidio. Ocho mujeres reales, de nuestra región. Ocho mujeres que estaban vivas, tenían familia, amigos y ya no están más. Uno es el relato de una mujer que fue asesinada después de ser violada por ocho hombres. Pero todo eso no genera tanta indignación en esta sociedad. Triste. Horriblemente triste.
Otro era el relato de Susana Duarte, asesinada por su pareja en 2017. Esa mañana de la presentación, su hija asistió a la exposición en el Palacio Municipal. Yo misma la vi escuchando el relato de la historia de su mamá, con lágrimas en los ojos. Una compañera le sacó una emocionante foto. Pero esa imagen no dio vuelta las redes, ni generó tantos posteos en los muros.
Indignan más las feministas en las calles, que los femicidios.
- El mismo 8M murió la beba prematura, hija de la menor de 11 años, embaraza producto de una violación y obligada a parir, en contra de la Ley. Pero las torturas que vivió esa nena de apenas 11 años a la que no le permitieron un aborto legal no parecen indignar tanto a algunos.
- El promedio de vida de las personas travestis y trans es de 35 años. En lo que va del 2019 fueron asesinadas 14 travestis.
El año pasado tuve la oportunidad de entrevistar a dos mujeres trans, Brenda y Gabriela, empleadas administrativas en la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Municipalidad de la Ciudad de Río Cuarto. En esa hermosa charla, hablamos de la situación del cupo laboral para personas trans (el 98% de las personas transexuales, transgénero y travestis no tienen trabajo formal); el involucramiento de ellas en la lucha por la igualdad y el respeto por la identidad de género, más allá de su rol laboral; la discriminación; las charlas que brindan en los colegios; el perder el miedo al prejuicio de la sociedad; los prejuicios en torno a la marcha de la diversidad.
Ese día, apenas escuché que su promedio de vida era de 35 años me sorprendí. Después entendí, en otra parte de la charla, el porqué de ese promedio. Por ejemplo, cuando contaban las discriminaciones que sufren en salud. “En el hospital todavía hace falta educar a los profesionales para que traten a una chica trans. Por ahí va una chica trans a ver un infectólogo, y el infectólogo en vez de tratarla como tiene que tratarla, la toca con una lapicera como si fuese un bicho. Y lo he pasado yo misma, por eso te lo digo así”, había contado una de ellas. De nuevo, eso no indigna tanto.
Yo como periodista y trabajadora de la comunicación, o vos desde tus redes sociales, o desde las charlas con tus amigas y amigos, elegimos dónde poner el foco. Elegimos que resaltar, a qué le damos importancia. Elegimos con qué y con quién nos indignamos. Elegimos por qué luchar.
Fotos y redacción: Delfina Vettore / integrante de Cooperativa Al Toque Ltda.