Estudiantes le ganó a Sarmiento 2 a 0, se consagró campeón y ascendió a la Primera B Nacional, categoría en la que jugará por vez primera. Una multitud se congregó en el estadio Ciudad de Río Cuarto – Antonio Candini.
El domingo 5 de mayo de 2019 quedará grabado en la historia de las miles de almas “celestes” que desafiaron el frío y la llovizna en el estadio Ciudad de Río Cuarto – Antonio Candini. También para los cientos que lo vivieron –y lo sufrieron- a la distancia.
Estudiantes es de la B Nacional. Si. Así es. La historia cuenta que el conjunto de Avenida España llegó a la principal categoría de ascenso del fútbol argentino. Esa ilusión que durante más de tres décadas le fue esquiva. Que significó amarguras, dolores de cabeza. Hoy es una realidad.
El equipo de Marcelo Vázquez asumió la final como tal y se puso en papel protagónico desde el minuto cero. Un par de tiros libres –de Beraldi y Foglia- y un cabezazo de Sepúlveda sirvieron como para demostrar que el “león” se hacía cargo de la responsabilidad y la presión que emergía del encuentro. De la magnitud de un partido de noventa minutos, que para Estudiantes significaba la gloria.
Y Sarmiento poco, con intenciones de contragolpear con sus extremos pero carente de ideas. Mucho más luego de quedarse con diez hombres, a los 45 minutos del primer tiempo, por la doble amonestación de Federico López.
El complemento tuvo una tónica bien marcada. El dueño de casa continuó con la iniciativa ante la formación de Resistencia, que fue cediendo cada vez más terreno. Otra vez los cambios surtieron efecto y allí se vio, una vez más, la mano del DT Marcelo Vázquez.
Quedará por discutir si fue penal o no sobre Gastón Benavídez. Si el desmedido deslice del jugador de Sarmiento impactó al lateral de Estudiantes. O, si bien, el ex Tiro Federal se dejó caer al advertir el avance del rival. Iban 32 minutos. Para Mastrangelo fue. Poco le importó a Javier Ferreira, que canjeó el penal por gol a los 34 con la cabeza fría y el corazón caliente. Como pedía el partido.
Un partido que se rompió a diez minutos del final y que generó el grito sagrado en miles de gargantas que rugieron. Como ruge el “león”.
La historia se terminó de completar en tiempo de descuento. Escapada de Nahuel Cainelli –una de las tantas que ha concretado a lo largo de la extensa temporada- y centro perfecto para Ibrahim Hesar, que infló la red. Y el pecho de todos los presentes para enrojecer una vez más las gargantas. Para reír. Para llorar. Para abrazarse con el conocido o la conocida que fuiste. O, inclusive, con esos habitantes que solo ves en la cancha.
Es un partido de esos que pasan muy pocas veces. Por el contexto y todos sus condimentos. Por el clima. Por la gente. Por la instancia. Por la expectativa. Pasan muy pocas veces pero quedan en la retina, en el corazón y en el alma… para toda la vida.
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Foto: Al Toque
Redacción Al Toque