Por Leonardo Gasseuy.
El 14 de diciembre de 1959, Bill Shankly, escocés de genio duro, llegó para dirigir al Liverpool que naufragaba en segunda. Ese día nació este Liverpool. Ese día nació el mito de Shankly.
Los hombres presentan su obra de vida en actos mismos que inmortalizan el rumbo. El Liverpool era un club, llegó Bill y fue otro. Mejor, orgulloso, místico para siempre. La frontera entre la vulgaridad y la grandeza se estableció a partir de Bill Shankly. Agresivo y apasionado, revolucionó una ciudad en la que el Everton marcaba el camino. "En esta ciudad existen dos grandes equipos: el Liverpool y la reserva del Liverpool”, sentenció. Fue en 1967. Ese año nació Jurgen Klopp.
Kloppo, alemán de Stuttgart, hace de la sonrisa su sello. Es directo y pragmático. "En mi carrera como futbolista no logré trasladar al campo lo que ensayaba en mi cabeza. Tenía un talento de tercera división y una cabeza de primera, simple, fui jugador de Segunda”. Sin vueltas, razona con el vértigo de sus equipos.
La foto final del éxtasis tras dar vuelta la serie al Barcelona en esta Champions no es un episodio único, es parte de la atmósfera que genera ese recinto. “Pocas veces la humanidad prodigó una casualidad tan certera como la existencia de Klanshi y Klopp, con tantas similitudes en favor de un club, Anfield, darwinianamente agradecido”, lo dijo Nick Miller hace 10 días en The Guardian. Gran verdad. Dotaron de intensidad la historia moderna de los red.
Liverpool es el puerto más importante del Reino Unido. Bastión fundamental de la Revolución Industrial, la característica de su clima es inconfundiblemente inglés que no impide el caluroso y latino estilo de interrelación personal. Se dice que los Scousers registran el record de más sonrisas por minuto. Son intensos, como Shankly como Klopp. The live is today. Rezan que la vida es hoy. Son la amalgama de electricidad y pasión que solo despierta Anfield.
Jugará la final de la Champions frente al Tottenham. Llevarán a Madrid, el 1 de junio, todo el bagaje de su historia. La impronta genética de estos años que se instaló para siempre. La sociología debería analizar finalmente como Shankly, como actor social y a través de un club, logra semejante espíritu de contagio y competencia. Esa capacidad única de llevar el límite a niveles de la irreverencia social.
Madrid será la sede de la final. Chocarán dos enormes corporaciones. Será muchísimo más que un partido de fútbol. Jugarán el Fenway Group – Liverpool- con el Grupo Enic - Tottenham -, los dos conglomerados que invirtieron en la liga. Entre otros actores, son los orfebres del producto. Ellos lo amalgamaron y convirtieron en una moderna babel, que solo el universo del fútbol permite que en ella convivan ingleses, americanos, chinos, rusos y árabes.
Globalizaron una liga que hasta 1978 no permitía jugadores extranjeros y hasta 1983 no se televisaba en directo. El Fenway, dueño del Liverpool, tiene sede en Boston y dentro de sus activos está el Red Sox de la Gran liga de Beisbol. A diferencia del Enic, dueña del Tottenham, que se especializa en fútbol y son propietarios del Rangers de Escocia, Slavia Praga, AEK Atenas y el Vicenza italiano. Para los holdings el resultado será económico de todas maneras. Ellos con dinero hicieron mutar la vieja liga inglesa en el producto Premier League. El más glamoroso y organizado espectáculo de fútbol de elite mundial.
Entre tanto poder y glamour, sobrevuela el espíritu de Shankly, bajo el grito de Walk on, walk on with hope in your heart, / and you'll never walk alone, / you'll never walk alone" (Camina, camina, con esperanza en tu corazón, / Y nunca caminarás solo, / Nunca caminarás solo). Es el himno del Liverpool. El destino le puso a Klopp en la historia del club.
Ellos han galvanizado esa mística que trasciende el resultado. Como las óperas de Verdi, no se necesita llegar al final para disfrutar la majestuosidad estética. Se vive en cada acto. Aún perdiendo, Anfield Road se ve embellecido por la impronta del recorrido.
Claro que ese aura místico convive magistralmente con el negocio que genera. Los mayores apoyos comerciales son Standard Chartered, su sponsor principal, New Balance como socio técnico y Western Union, que tiene visibilidad en la camiseta. En un segundo rango están Malaysia Airlines, AXA, los neumáticos Ralken, Konami, Joie, NordVPN, Tigerwit, la firma de moda Levi’s y la cerveza danesa Carslberg. Aportan más de 200 millones de euros al año. Hacen tangible la posibilidad del show.
Antes de morir el bueno de Shankly dijo: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso”. Vivió de esa manera. Hoy se ríe desde algún lado, celebrando que, entre tanto magnate y billete, Klopp permita que Anfield viva lleno de electricidad.
Especial para Al Toque Deportes