Por Cooperativa Al Toque.
Como un cuento. El título de una canción de la banda Divididos nos permite abordar lo que percibimos cada vez asistimos al Encuentro Al Toque.
Y es que, de a ratos, la ficción pareciera superar a la realidad. Y probablemente necesitaríamos de las plumas de grandes escritores como Roberto Fontanarrosa o Eduardo Sacheri como para describirlo. O por qué no el enorme Osvaldo Wehbe, “El Maestro de Río Cuarto”, quien nos acompañó el último sábado en las instalaciones de Asociación Atlética Banda Norte.
Nenas y nenes jugando. Juntos. Hay un festival de sonrisas en cada una de las canchas que se diagraman. También hay momentos de concentración. Es que la pasión por corretear detrás de la pelota brota bien desde pequeños en los pibes y en las pibas.
Hay un alambrado que delimita el verde césped del campo de juego. Del otro lado, tribunas. Mamá, papá, abuelo, abuela, familiar más cercano o más lejano. Un hermanito o una hermana que en cualquier momento hará lo mismo. Esto es, saltar a la cancha. También está la vecina. Un amiguito. El mate, unos bizcochitos o galletitas.
Cercano a ellos, la cantina. Golosinas. El chori. El humo de los chori y el olor a chori. La coca.
Y adentro, los protagonistas. Es una de heroínas y superhéroes. Los compañeritos. Que son tuyos, nuestros y de todos. Como las profes y los profes. Hay pelotas, camisetas, conitos y pecheras. Arcos y arquitos. Un trencito de nenes. Un profe que los viste. Una mamá que ayuda a acomodarlos.
Y en ese contexto existen diversas emociones que son difíciles de explicar con palabras aunque vale la pena enumerarlas. Reírse, abrazarse, hacer un gol, evitarlo. Jugar en equipo y con otro equipo. Socializar y disfrutar.
Esta vez fue en Banda Norte, club que nos enseña que existe otra clase de verde: así como está el verde pino o el verde esmeralda, también está el verde solidario. Porque el club se unió en una cruzada con los organizadores para hacer una colecta de alimentos y calzado, abrió su corazón y demostró que entre todos es mucho más fácil. La colectiva es siempre es la mejor jugada. Y, en este caso, una Jugada de Gol.
Es un rato. Una vez por mes. Serán unas tres o cuatro horas. Una mañana. En familia. En comunidad. Los pibes y las pibas rompen filas y salen a jugar. A compartir sonrisas, alegrías y emociones. Gambetas y atajadas. Pases y lujitos. Con la frescura que los moviliza y la vitalidad que –a todos y todas- nos energiza.
Y ahí van y vienen los pibes y las pibas, con los profes y las profes. A la caza del siempre esperado y anhelado abrazo, sin perder de vista el objetivo ni desviarse medio paso. Para que el fútbol sea fútbol y compartir sea un golazo.