La flamante Escuela de Hockey Inclusiva Caburé será formalmente presentada este viernes a partir de las 16.30 horas. De qué se trata la iniciativa que llevan adelante jugadoras de Uru Cure y un grupo de colaboradoras en Soles del Oeste.
Once palabras describen el título de este informe. La misma cantidad de personas que se paran en cancha en un tradicional equipo de hockey sobre césped. Pero esta historia poco tiene que ver con once. Aquí un grupo de colaboradoras, jugadoras y acompañantes arman la mejor escuadra, que no es otra que la se construye en la Escuela de Hockey Inclusiva Caburé, destinada a niños, niñas, adolescentes, adultos y adultas con algún grado de discapacidad.
La iniciativa se realiza todos los viernes a partir de las 18 horas en Soles del Oeste, la casa de Uru Cure Rugby Club, y es abierta todo público.
Este viernes, tras tres semanas de entrenamiento, la actividad será formalmente presentada en el estadio “Aldo Bertorello”. La ceremonia comenzará a las 16.30 horas.
De qué se trata
El invierno ya se percibe en el ambiente. Sin embargo, las sensaciones que generan las bajas temperaturas pierden credibilidad cada viernes en Soles del Oeste cuando más de una decena de protagonistas sujetan el palo entre sus manos para impulsar la bocha desde el corazón.
El proyecto nace en un asado según cuenta Vanina Bertorello, una de profesoras a cargo de la actividad. La jugadora de Uru Cure comparte la iniciativa con sus tres hermanas, Ivana, Belén y Clarisa –que también se calzan la azul y gris cada fin de semana para defender la casaca de sus amores-, Virginia Cocorda –también jugadora del club- y Ana Bianco, psicóloga y músicoterapeuta que se desempeña como manager de categorías infantiles del hockey del club.
A ellas se suman un grupo de colaboradoras. Por tal motivo, lo que empezó como un proyecto familiar ya se transformó en un “familión”, tal cual describe –entre risas- Clarisa Bertorello.
“Nació en un asado, cuando empezamos a charlar sobre generar cosas nuevas para el club. Mi familia está vinculada a la discapacidad porque trabajo hace muchos años en el tema y mis dos hijos están en situación de discapacidad”, indica Vanina Bertorello y añade, sobre el nacimiento de la actividad: “Vimos que había un vacío en el club con respecto a eso y sabíamos que en Córdoba Athletic ya había una experiencia así”.
Guillermo Schickendantz, destacado jugador de hockey cordobés, es quien se animó a llevar adelante esta iniciativa en Athletic y es quien contagió, a través de distintos mensajes, a Uru Cure a imitar la actividad.
Las profes a cargo explican que la idea es que los deportistas conozcan los fundamentos del hockey y los lleven a cabo, y reconocen que la tarea tampoco es tan compleja como muchos imaginan.
“Cuando arrancamos nos dimos cuenta que había otras cosas que nos llenaban… el corazón del club se engrandeció. Y el club nos dijo de una que sí”, indica Ivana Bertorello y aclara: “Yo entreno las infantiles de 6, 7 y 8 años, y para mí es lo mismo enseñar ahí que acá”.
“Actuamos como actuamos con cualquiera que viene a jugar al club. Nosotras lo sentimos de esa manera. El objetivo es que se trabaje desde el hockey: que aprendan a jugar al hockey”, resalta Cocorda. “Es como un entrenamiento normal con un poquito más de dedicación de tiempo. El resto es todo igual”, afirma.
“Con dos o tres indicaciones entienden el concepto al toque”, resume Vanina Bertorello.
Por su parte, Ana Bianco trabaja más en el contexto. A la vez, aprende a jugar con los chicos –aunque las colaboradoras la carguen, entre risas, por sus cualidades para con el palo y la bocha-. “Ella realiza entrevistas con las familias, psicólogas para tener información específica y saber cómo acompañarlos, y –fundamentalmente- para que no se frustren o pongan mal. La idea es contenerlos desde todos los ámbitos”, cierra Vanina.
Abierta a quien quiera participar
En otro tramo de la charla, las “profes” cuentan que los asistentes no necesariamente tienen vínculo con el club. “La mayoría se fue enterando por la difusión”, resaltan y expresan que la actividad está abierta a toda la comunidad, a todas las personas que presenten algún grado de discapacidad y a quienes quieran sumarse a colaborar.
“Sabemos que la discapacidad es de todos, de la comunidad y de la sociedad. Entonces nosotros queremos formar un grupo de personas con discapacidad que inviten a la comunidad para que vengan a jugar con lo que sea y con la discapacidad que tengan”, resalta Vanina Bertorello y añade: “Para que un equipo salga a la cancha no son once jugadoras y las suplentes. Hay un montón de gente atrás laburando para que ese equipo salga adelante. Todos podemos estar acá para armar ese equipo, tenga o no discapacidad”.
La limitante
La Escuela de Hockey Inclusiva Caburé crece con el correr de las semanas, pero tiene una clara demanda: el traslado de los jugadores y las jugadoras al predio de Soles del Oeste.
Hasta el momento, son las “profes” y las colaboradoras las que se encargan de llevar y traer a los chicos que no pueden ser trasladados por sus padres.
“El transporte es lo fundamental. Queda muy lejos el club y tenemos la necesidad de que alguien los pueda trasladar sin costo”, expresa Vanina Bertorello, quien a la vez destaca que ya han realizado diferentes gestiones en distintos estamentos públicos y que están al aguardo de respuestas.
La noche, totalmente entrada, marca el cierre de la charla. Después de la merienda que disfrutaron los asistentes, es tiempo del aplauso final que caracteriza el final de la actividad. Anahí es una de las asistentes, cumple años y entonces el momento se hace aún más festivo.
“El objetivo es que ellos lleguen a armar un equipo de hockey y puedan jugar. Es el deseo de todas. De a poquito los vamos a ir guiando por ese camino”, concluye Ana Bianco y, visiblemente sonriente, agrega: “Se ve en ellos cómo lo disfrutan y cómo lo disfrutamos nosotras”.
“Es una alegría, siempre intentamos hacer algo juntas y esto nos unió. Si bien el hockey nos unió toda la vida, generar un proyecto entre las cuatro hizo que uno se empiece a activar más”, describe Clarisa sobre la participación junto a sus hermanas en un proyecto familiar.
“El sueño es jugar el partidito”, cierra Ivana mientras, en un abrir y cerrar de ojos, parece vivenciarlo.
Y esto último no parece tan utópico cuando uno advierte al bajito Uriel hacer de las suyas, a “Beni” y su alegría, a “Vani” esquivando conitos, la “polenta” de Martín, a “Male” haciendo zigzag con el palo y la bocha, la precisión del “Facu”, las sonrisas de Franco y Jesús.
Y, fundamentalmente, la indescriptible sensación que muestran sus rostros cada vez que el palo impulsa la bocha para luego impactar de lleno en el chapón del arco o la red. Ese gol que primero es alegría y fuego sagrado, y después es un “choque los cinco” o un conmovedor abrazo de gol. Un conmovedor abrazo de gol para este grupo de personas que andan con un palo entre las manos… y una bocha en el corazón.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque