De una frase hecha a una singular iniciativa que lleva adelante el plantel superior del Club Renato Cesarini.
“Que sea lo que Dios quiera y Dios quiera que sea naranja”. La frase de una canción de la banda Salta La Banca, que habitualmente describe el relator de fútbol Matías Barzola en sus introducciones de transmisión, se advierte en la espalda de una camiseta blanca que luce Facundo Torrilla, lateral izquierdo de Renato Cesarini.
“Siempre papá y mamá”, en la parte de atrás de otra casaca, en este caso del arquero Andrés Romagnoli.
La conocida frase futbolera “juegan por la camiseta” es una descripción literal de lo que sucede con el plantel superior del “naranja” que, en cada partido, sale al campo de juego del estadio “Blas Mariscotti” con una remera blanca -sobre la indumentaria oficial- con frases y nombres a quienes los jugadores dedican su rendimiento y/o desempeño a lo largo de cada partido.
Así, las palabras “Pachacho”, “vieja”, “viejo”, “hermanas”, “familia”, “Tato”, Chocha”, “compañeros”, “amigos” aparecen entre otras tantas. Algunos nombres se suman cada domingo y otros se tachan, quizás por desencuentros o desamores.
Cuentan desde el club enclavado en barrio Obrero que la idea surge de Matías Pereyra Ramírez, ex jugador y entrenador de Deportivo Río Cuarto que lleva un par de años en el grupo de técnicos de Renato Cesarini.
La original iniciativa tiene lugar cada domingo. Con sol o nubes. Con frío o calor. Con el viento como protagonista o apenas una brisa de caricia. Los pibes salen y lucen ese distintivo que los une a sus afectos. Saludan a la gente. Posan para los fotógrafos. Y luego las devuelven a su lugar, el vestuario o la utilería.
Después es tiempo de demostrar lo hecho en la semana. De luchar para ganar, meter para defender, distribuir para gestar una jugada, sonreír y abrazarse por un gol o lamentar la valla batida, y sacar fuerzas para levantarse. En definitiva, después es tiempo de jugar… de jugar por la camiseta.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque