Atemorizados, los memoriosos hinchas de Independiente Rivadavia preguntan si este domingo el goleador será de la partida. Es que el “gringo” en el Torneo IMBO de 1970 le marcó a la “lepra” ¡6 goles! en dos partidos. En la quinta edición del tradicional certamen estival, Estudiantes de Río Cuarto se consagraría campeón, relegando a Newell’s Old Boys de Rosario.
Si alguien pregunta: ¿Quién fue Francisco Antonio Pablo Percello?, probablemente los que fueron contemporáneos en el mundo fútbol dirán que un gran goleador o el mejor que pisó suelo riocuartense, o un crack de las décadas del 60 y 70. Otros subirán la apuesta…se animarán a llevar la definición a un lugar de misticidad: “El gringo” fue un ángel que en su planeo cadencioso dejaba esparcida en la estela de su paso goles de antología.
A horas de la reedición del duelo por la Primera Nacional entre Estudiantes de Río Cuarto e Independiente Rivadavia de Mendoza, los añejos y memoriosos simpatizantes de “la lepra” trocarán el interrogante, pávidos: ¿juega Percello?. Es que el portentoso atacante nacido en Barrio Las Flores de Córdoba les dejó a los mendocinos algunas muestras gratis de capacidad en el caluroso e inestable verano de 1970. Fue en el marco de los tradicionales Torneo Amistad de los Muebles Metálicos IMBO. La organización de estos certámenes se convertían en un lujo para la época, puesto que las mejores versiones de Huracán, Talleres, Newell’s, Belgrano, Ferro, llegaban a cotejar en la ciudad ante representativos locales y provinciales en su preparación para los compromisos oficiales.
El enorme esfuerzo de logística y gestión del presidente “celeste” Antolín García y el aporte de dirigentes como Juan Carlos Grassi y Ameri posibilitaron que la afición del sur de córdoba disfrutase de una quinta edición del IMBO con representativos como Newell’s Old Boys de Rosario (de discreto año 1969 en la sección ´B´ del Metropolitano: mantuvo la categoría en un reclasificatorio para el Nacional), Sportivo Belgrano de San Francisco, Independiente Rivadavia, Sportivo San Luis y Banda Norte.
En Argentina el calor climático de los últimos meses del 69 y los primeros del 70 se potenciaban por la temperatura social. Los movimientos populares que se oponían al régimen dictatorial del presidente de facto Juan Carlos Onganía se evidenciaba en una frágil armonía. Las reverberaciones de las revoluciones de las juventudes y los trabajadores en todo el territorio nacional fueron socavando el poder de sangre que ostentaban los militares por usurpación desde 1966. Los diarios de la época reflejaban las mismas penurias económicas para las clases populares que en estos tiempos: inflación no controlada (emitían decretos para congelar el precio del pan y algunos elementos esenciales de la canasta básica alimentaria), tipo de cambio favoreciendo los complejos exportadores, devaluación paulatina de la moneda, por ende del poder adquisitivo de los trabajadores, blanqueo de capitales para los eternos ganadores de las batallas. La Confederación Médica Argentina realizaba un paro nacional de 24 horas que paralizaba los servicios asistenciales públicos, privados, institucionales y privados.
En Córdoba capital se vivía una reminiscencia de la reforma universitaria de 1918: casi mil estudiantes se atrincheraban en el mítico Hospital de Clínicas de la Universidad Nacional para repudiar la implementación inconsulta de exámenes eliminatorios de ingreso a las carreras. En Río Cuarto se consolidaban los acuerdos, gestionados por la comisión ejecutiva pro Universidad Nacional, para nacionalizar la Universidad del Centro, mientras en Barrio Alberdi se desarrollaba la tradicional celebración comunitaria de siete días con actividades lúdicas, musicales, deportivas, etc.
Los futboleros esperaban por definiciones a nivel nacional e internacional con el sorteo del Mundial de México. El interventor de la Asociación del Fútbol Argentino, Juan Oneto Gaona, realizaba algunos anuncios de la estructura deportiva a nivel selecciones de la entidad madre, mientras –a tono con los tiempos que corrían- delineaba un régimen estricto para los futbolistas que representasen al país: “No permitiré melenudos, ni patilludos, ni porrudos para el equipo nacional”.
El pueblo futbolero cordobés no reparaba en el aspecto físico de los jugadores. Sólo deseaban el inicio de la acción en el verano riocuartense del Torneo IMBO 1970. Como era de presumir, Newell´s marcaba el paso del certamen con victorias lógicas y empates, mientras el Estudiantes dirigido por Renato Risso se erigía como candidato a dar pelea. El empate 1-1 en el Parque ante Banda Norte (dirigido por Oscar Alfonso y que tenía en sus filas a Ricardo Aimar, Contreras, Roque, Utrilla, Quiroga, entre otras figuras) fue una muestra de la paridad de los equipos locales.
El cierre de la primera rueda para Estudiantes fue ante el rival mendocino de este domingo por la Primera Nacional: el Independiente Rivadavia de don Pedro Pablo Sará, técnico que dirigió al equipo que disputó el Nacional de 1968 (clasificó tras adjudicarse el Regional al vencer en la final a San Martín de San Juan). Se midieron en Mendoza en un match “parejo, disputado y de el alto predicamento futbolístico”, según Diario La Calle. El olfato goleador de Percello abrió la cuenta tras un rebote de un tiro libre efectuado por Laciar. Luego de los tantos cuyanos de Cittadino, “el gringo” aportó en la sociedad futbolística con Humberto Mansilla para propiciar la jugada del empate de Laciar.
Era una noche templada en la tierra habitada históricamente por Los Huarpes y signada por la dinámica que le imprimía el río Tunuyán. Al encuentro le quedaba un cuarto de hora. Restaba una demostración más del repertorio del gran Francisco Antonio Pablo. Capitalizó una falta sobre “la mona” Arana en cercanías del área y su pegada técnicamente perfecta se encargó de transformar en 3-2 aquella situación. Parecía que el triunfo viajaba hacia Río Cuarto por la Ruta Nacional 7. Sin embargo, una combinación de distracciones propias y atributos ajenos permitieron el empate definitivo 3-3 de Falcione. El gran goleador “celeste” tuvo en sus pies el triunfo pero marró un penal.
El tramo final del atractivo certamen se puso en marcha con un traspié “celeste”. En su cancha, Sportivo Belgrano lo venció 2 a 1 en un cotejo trámite chato y de pierna fuerte. La falla de Celucci en el fondo derivó en el gol de Tabares. Antes de los 20’ del complemento lo empató el “litín” Rodríguez, pero sobre el final “una indecisión defensiva” le valió la derrota. Fernández marcó el 2-1 para el conjunto dirigido por José Miatello.
No era la mejor manera de afrontar la fase decisiva. En el horizonte asomaba nuevamente Independiente Rivadavia en Río Cuarto, aunque las condiciones climáticas obligaron la reprogramación del partido. En paralelo al IMBO los rumores del “mundillo futbolero local” planteaban la posibilidad de que tanto Estudiantes como Atenas de Río Cuarto podrían jugar en ese año en la Liga Cordobesa de Fútbol (su estructura incluía la invitación a tres equipos del interior), certamen clasificatorio para el Torneo Nacional de AFA.
La celebración de los carnavales motivó un impasse en el desarrollo del IMBO. Para no sufrir la inactividad, Estudiantes concretó un amistoso de lujo ante Rosario Central, cuyo plantel realizaba su pretemporada en la localidad serrana de La Cumbre. Se mixturaba la atracción natural de un equipo de primera división del fútbol argentino y además la presencia del DT “canalla” en aquél momento: el crack de River Plate, Juventus y Napoli de Italia: Enrique Omar Sivori. La escuadra rosarina no había tenido buen año futbolístico en 1969. Al igual que su archirrival, Newell`s, tuvo que jugar la reclasificación al Nacional para conservar la categoría. Castronove y Correa le otorgaron “demasiado premio” a un Central efectivo y no mucho más que eso.
En el reinicio del IMBO, Banda Norte perdía ante Sportivo San Luis y Newell’s derrotaba a Sportivo Belgrano para comandar las posiciones. El “rojinegro” rosarino con las figuras de Musante, Avallay, Montes, Algosino y Di Renzo se despachó luego con un 4-0 sobre Banda Norte y se encaminaba al título. Para lograrlo debía sortear a Asociación Atlética Estudiantes, su próximo rival. La escuadra de Renato Risso evidenció, ante una multitud presente ese 6 de febrero en el estadio, un nivel superlativo acorde con la exigencia. El conjunto rosarino dispuso en ese compromiso de refuerzos como Sanabria y Algosino –Unión de Santa Fe-, Coronel –San Lorenzo de Almagro- y el uruguayo Abayuba Ibáñez.
Lejos de sentirse inferior, Estudiantes “le faltó el respeto” a Newell’s, que nunca encontró las herramientas futbolísticas para superar a los riocuartenses y, según la crónica de Diario La Calle, apeló a la “agresividad y juego malintencionado”.
Otra vez Francisco Percello y su capacidad goleadora para desenfocar a los futbolistas de primera división y aventajar. La igualdad de los conducidos por Miguel Ángel Juárez no se hizo esperar: llegó siete minutos después por el tanto de Algosino. El “lechuza” Escudero, arquero de Estudiantes, tuvo más trabajo de lo habitual hasta que Mansilla, Laciar, Pitarch y el juvenil Juan José Irigoyen impusieron su sello. Del crecimiento futbolístico de Estudiantes se generó la justicia. A los 25´Miguel Laciar y sobre el final el “flaco” Pitarch sentenciaron el 3-1. La euforia en las gradas vaticinaba un desenlace de torneo acorde a lo soñado.
El partido ante Sportivo Estudiantes de San Luis para el “celeste” suponía una complejidad relativa, en base a lo demostrado ante un rival de fuste como Newell’s. Comenzaba a definirse el certamen y el equipo de Renato Risso debía sortear a sus rivales y las ausencias. Una de ellas fue la de Miguel Laciar. El exquisito mediocampista ya había sido transferido al Belgrano de Córdoba dirigido por Llamil Simes, ex DT de Estudiantes de Río Cuarto (aunque jugó un par de partidos más).
Sin sobresaltos, con reacción y contundencia, Estudiantes goleó a su homónimo de San Luis 4-1. Percello hizo dos y asistió al “jota” Irigoyen para el tercero; y Miguel Laciar iniciaba su despedida con un tanto de gran factura.
“Haber dado mis primeros pasos en el fútbol en Estudiantes al lado de monstros como Percello fue una gran cosa para mi carrera. El ‘Gringo’ era una delantero formidable, aprendí mucho de él”, reconoce Juan José quien luego de debut en la primera del “celeste” con 14 años construiría carrera tan dilatada como exitosa.
Newell’s ya había finalizado su participación. En diez partidos, ganó cinco, empató tres y perdió dos. Lideraba las posiciones con 13 puntos, a tan sólo dos unidades de Estudiantes que adeudaba su compromiso suspendido por lluvia contra Independiente Rivadavia y el clásico ante Banda Norte de la última fecha. Es decir, dependía sólo de sí para adjudicarse la quinta edición del Torneo Amistad Muebles Metálicos IMBO. La “primera final” era ante los mendocinos en el estadio Ciudad de Río Cuarto el viernes 27 de febrero. La “lepra” mendocina aún conservaba chances de ser campeón. Debía vencer a Estudiantes y ganar en la jornada clausura. Pero se topó con Percello, el mismo que le había mostrado credenciales en tierras cuyanas. Para ese compromiso, el equipo riocuartense “en un verdadero esfuerzo financiero” había sumado a sus filas a cuatro valores de la capital cordobesa: Palacios, Ricciardi, Carballo y Millicay.
“Valioso triunfo celeste y gran actuación de Percello”, tituló Diario La Calle. No era para menos. El gringo de barrio Las Flores marcó las cuatro conquistas de un abultado 4-2 que dejaba el título a merced de Estudiantes.
En el clásico riocuartense se pondría en juego la gloria. La última fecha encontraba a Estudiantes –con un partido menos- y Newell’s punteros del IMBO con 13 unidades. El empate lo coronaba al “celeste”. Banda Norte, que había goleado 4-1 a Independiente Rivadavia en la anteúltima fecha, no quería oficiar de “partener” de una fiesta ajena. El partido decisorio se disputó en el estadio de Avenida España. “Pocas veces el trámite del Torneo Amistad IMBO ha logrado acaparar en su match final tanto suspenso”, planteaba en la previa el matutino citado.
En la previa los futbolistas de Estudiantes se mostraron cautelosos, mientras que el mediocampista “verde” Eduardo Escudero le decía al Diario: “Si jugamos como contra Independiente Rivadavia, Estudiantes no tendrá chances con nosotros”.
Con más de ocho mil personas presenciando el partido, el trámite del juego fue parejo con alternativas para ambas escuadras. Al cero parecía conducir todos los caminos de una final de nervios y mucho en juego. Pero si alguien se encargó en su trayectoria de romper los equilibrios fue… un tal Francisco Antonio Pablo Percello. A los 4´ definió ante la salida de McNamara, tras gran habilitación de Pitarch. Unos minutos después aumentó la cuenta el cordobés Palacios y el “gringo” sentenció la historia cuando Banda Norte ya jugaba con nueve hombres por las expulsiones de Utrilla y Medina.
Fuente: CeDAT (Centro de Documentación Al Toque)
Gráfico: Al Toque
Redacción Al Toque