El final de la carrera futbolística de Pablo Oviedo llegó. El histórico capitán de la “T” decidió ponerle fin a su etapa deportiva y realiza un repaso con grandes recuerdos, personas y el sentido de pertenencia que le genera el elenco de Las Acequias, su pueblo.
“Hola Pablo. Supimos que te retiraste y queremos hacerte una entrevista. ¿Cuándo podemos hacerla? Hola, sí. ¿Vos decís de hacer una nota? Así comenzó el diálogo, vía WhatsApp, que derivó en la entrevista con Pablo Oviedo. Una personalidad totalmente diferente dentro y fuera del rectángulo de juego. Callado, tímido y dando cada paso con cierto temor, el capitán de Talleres de Las Acequias visitó la redacción de Al Toque deportes para rememorar todo lo relacionado a una carrera que comenzó en 2001 y finalizó en la fecha final de Primera División A.
Sus inicios en Talleres están relacionados a un nombre propio: Ariel Magnoli. El profesor es otro de los referentes del club en la formación de jugadores y Pablo Oviedo habla sobre él: “Me inició en el fútbol, es un padre futbolístico. Me enseñó cuestiones importantes en el fútbol, en lo personal y valores para la vida cotidiana”. Además del nombre de Magnoli, el primer recuerdo de Oviedo tiene que ver con un logro importante de la “T”: el Torneo Interligas del año 2000. “Talleres salió campeón y Martín Mercado sacó una pelota sobre la línea, volando como un arquero, pero con la cabeza” dice y agrega: “Estábamos detrás del arco, el tío de Rómulo Calosso dejó una pelota corta y Mercado sacó la pelota. Un referente, en mi puesto, el mejor”.
Pablo Oviedo integró la categoría 1984 de Talleres. El ahora ex defensor rememora ese gran equipo: “Fue uno de los mejores equipos del club. Desde el arquero, Oscar Miñambres, pasando por Federico Ceballos, Robertino Pesamosca, entre otros. Luego se sumaron Rómulo Calosso, Danilo Leguizamón y Matías Bravo que eran más chicos”. En el camino con la casaca de Talleres, llegó el momento del debut: “Entré como suplente y me mandaron a jugar de doble cinco con Ezequiel Mercado, no recuero quien salió. El entrenador era Néstor Billalva y fue en la cancha de Lutgardis Riveros”.
En la continuidad de la charla, Oviedo, de pocas palabras, recuerda los dos ascensos que logró: “Ambos costaron, fueron ante grandes rivales. En 2008, frente a Centro Cultural Alberdi y en 2018, ante Independiente Dolores”. También, el “negro” siente mayor apego al primer salto de categoría con la “T”: “Éramos todos amigos, veníamos jugando juntos desde las inferiores”.
¿Cómo es vivir en un pueblo tan futbolero?
Es lindo, no sé cómo será en otros lugares. En Las Acequias, caminas por sus calles y te encontras con un nene y una persona grande jugando a la pelota. Somos así. Además, los campeonatos son muy ásperos. Adentro de la cancha no hay amistad, pero termina el partido y comemos el asado todos juntos.
¿Cuáles fueron los motivos del retiro?
Puedo decir que yo dejo al fútbol, antes que el fútbol me deje a mí. Es un sacrificio muy grande, el cansancio de los viajes y darles la oportunidad a los chicos. Lo había pensado el año pasado, pero ascendimos y me pude dar el gusto este año.
¿Cómo imagina su futuro?
La verdad, no lo sé. Espero que sea dentro del fútbol, tengo la idea de arrancar el curso de entrenador, pero siempre averiguo y por una cosa u otra, no arranco. Ojalá pueda enseñar lo que me gusta y aprendí, no quedará otra que probar.
Para cerrar la charla, Pablo Oviedo tiene que responder una pregunta que lo toma por sorpresa: el significado de Talleres en su vida. “Es mi segunda casa y lo mejor que existe. Un club que me hizo conocer mucha gente, amigos y mi segundo padre” comenta emocionado el histórico capitán de Talleres de Las Acequias.
Redacción Al Toque