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24-10-2019

Chile grita por igualdad

Por Leonardo Gasseuy

Chile está ardiendo. Literal. El gobierno de Sebastián Piñera decidió elevar a 30 pesos el costo del boleto del metro de Santiago. No pudo. La sociedad chilena lo impidió y desde el pasado viernes la violencia de las manifestaciones y la represión coparon el país. Muertos, destrozos y anarquía total. “No son 30 pesos, son 30 años de tremenda desigualdad” dicen en las calles. El mensaje es claro. La traición que significó que los partidos pro-democracia profundizaran el modelo económico impuesto por los Chicagos Boys de la dictadura en lugar de hacer cambios de fondo. El costo del transporte público es una trivial excusa de un pueblo que se cansó y va por otras conquistas.

 

En medio de los saqueos y los destrozos, la suma de miles de detenidos, no ocultan el polvorín social que es el país y la oscura realidad marca que este modelo se sustenta en el sufrimiento de la gran mayoría y el beneficio de la misma elite de siempre que disfrutó de las privatizaciones y el debilitamiento de lo público en todas sus esferas.

 

Ante esa respuesta popular, Piñera dice … “estamos en guerra, el rival es violento y peligroso”. Lo cruzó Gary Medel: “una guerra necesita dos bandos y acá somos un solo pueblo que quiere igualdad”. Al hueso como en la cancha. En Chile el 9 por ciento de la población concentra el 55 por ciento de la riqueza. Es el séptimo país más desigual del mundo.

Analizar el fútbol o el deporte de un país, es en parte analizar las características de ese país. Los perversos planes de abarcar sin límites, para acumular poder, en Chile tiene al fútbol como protagonista. Sebastián Piñera jugó su partido.

 

Luego de perder las elecciones presidenciales frente a Michel Bachelet en 2005, su entorno, rápido de reflejos, diagnosticó: te falta popularidad. Su hermano Miguel - cantante popular, criado en Bélgica y Nueva York cuando Piñera padre era embajador en la OEA – analizó la derrota y le dijo: “¿Quién es de la Católica? diez chilenos, ¿quién es de la U? treinta chilenos, ¿y de Colo Colo?, miles. “Hermanito, si quieres ser Presidente, tenés que ser colocolino”. Le aconsejaba ser solo simpatizante del popular. El hoy presidente -hincha de la Católica -  fue por más.

 

Salió a escena el letal genoma del que va por todo. La organización mercantil desembarcó en Colo Colo, tal como le aconsejaron. Se aprovecharon de una administración destrozada y al incendio que encontraron aportaron nafta. Orquestaron el vaciamiento económico institucional y la jueza Helga Marchant dictó la quiebra.  El club quedó servido en bandeja para que Blanco y Negro S.A. se hiciera de la entidad. Piñera adquirió el 49% de las acciones y la firma privada obtuvo la concesión hasta 2035. El rol del hincha y del socio desapareció. Ahora son accionistas o clientes. El modelo de sociedades anónimas deportivas a la chilena acababa de nacer. Se privatizaba el fútbol. Lo único que en Chile quedaba por privatizar.

 

Tal como ocurre en el país, el modelo, a la luz que otorga el tiempo, solo generó desigualdad y elitismo. Le pedí a Gonzalo Reyes nuestro colega chileno de Tinta Roja que me los sintetizara: “El sistema de privatización no ha solucionado nada en todo el fútbol chileno que, desde la experiencia de Colo Colo, se aplicó a casi todos los clubes. Las deudas siguen creciendo, la gestión es deficitaria, dependen del dinero de la televisión, ocultaron a los socios, aniquilaron las filiales, destruyeron las inferiores”. Categórico, letal. Sumado a que el nivel deportivo es chato y poco atractivo.

 

El país se militarizó en tiempo record en esta crisis. Una costumbre de los gobiernos chilenos, un pueblo que entiende que los grandes problemas son las desigualdades, las que tiene que resolverse multidimensionalmente, lo que incluye no solo equiparar ingresos, si no privilegios territoriales: de género, étnicos y culturales. Los años de costumbres desiguales hacen imposible los consensos rápidos y profundizan la fragmentación política.

 

A partir de este octubre, en Chile las cosas no serán iguales. Porque se identificó claramente la sustancia ideológica de los sectores que discuten. El poder neoliberal en voz de Cecilia Morel la mujer de Piñera diciendo que “debemos mantener la calma, llamemos a la gente de buena voluntad, aprovechen a racionar la comida, y vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”. Ironía en medio del realismo mágico. Mientras su marido pide perdón, reparte promesas de soluciones populistas y no sabe cómo mantener la calma ante un pueblo que ignoró su toque de queda.

 

Al final de la Avenida Grecia, en la comuna de Ñuñoa, imponente, se levanta el Estadio Nacional de Santiago. Es el lugar donde el 23 de noviembre se debería jugar la final de la Copa Libertadores. El coloso mira impávido lo que pasa. Fue protagonista de una época siniestra cuando utilizaron sus entrañas como centro de detención clandestino y reemplazaron vestuarios por sala de torturas. De ese lugar sale el grito suplicante del fútbol y la sociedad chilena en busca de un poco igualdad. Solo eso.

 

 

Gráfico: Al Toque