En la semana el escandaloso pedido de arreglo de partidos por parte de un coordinador de Renato Cesarini a un par de Atlético Sampacho dejó una triste realidad al desnudo: en el fútbol de inferiores se prioriza muchas veces los resultados antes que la formación y el traslado de valores.
¿Se imaginan a un niño de ocho años recibiendo indicaciones por parte de su entrenador que deben dejarse ganar? ¿Se imaginan lo que puede generarle a niños que a esa edad lo único que quieren es entrar a una cancha a divertirse y meterles goles a su rival?. Sí. Leyeron bien. Ocho años de edad. Esos niños esperan que su director técnico – como sus padres o su maestra de escuela – le trasladen los valores necesarios que son indispensables para transitar en la vida. No que generen en ellos una perturbación de su inocencia por un deseo del mayor de lograr una mejor competitividad.
La Liga Regional de Fútbol de Río Cuarto vivió esta semana un hecho repudiable. El coordinador de las categorías infantiles de Renato Cesarini le pidió a su par de Atlético Sampacho si había posibilidades de arreglar partidos en categoría 2011 y en Sub 17. Un hecho que generó un profundo rechazo en el ambiente futbolero en general. Para destacar del hecho es la certera respuesta del entrenador de Atlético Sampacho ante el pedido de su colega y la inmediata acción de la Comisión Directiva de Renato Cesarini de apartar del cargo al coordinador.
Pero lo que llama la atención es la naturalidad con la que muchos actores del fútbol regional manifestaron tras lo sucedido: “es algo habitual en el seno de nuestro fútbol”. Y acá hay que hacer un punto aparte. Si no hubiese generado este pedido a través de la mensajería WhatAspp y se hubiese realizado en el pasillo de un club todo quedaría como un suceso normal. Eso es lo más triste y repudiable.
A la hora de analizar este hecho que mancha al fútbol organizado de nuestra región hay que ir un poco más. Porque si esto sucede (que los entrenadores intenten arreglar partidos) es porque hay diversos factores que influyen: presidentes que hacen el balance anual a través de resultados, categorías clasificadas a las instancias finales y campeonatos obtenidos, entrenadores que están más pendientes de la tabla de posiciones que de los valores que transmiten y padres que detrás del alambrado ejercen una injusta presión a sus hijos.
Si bien es cierto que muchos clubes, a través de sus redes sociales y cartelería en sus estadios, transmiten mensajes de un fútbol mejor. El hecho ocurrido esta semana deja en claro que estamos muy lejos de conseguirlo. Ojalá que los que conducen los destinos del fútbol regional hayan aprendido una categórica lección.
Redacción Al Toque