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Fútbol y TV

25-08-2009 17:24

El dueño de la pelota

Los arrogantes gerentes del monopolio televisivo del fútbol argentino subestimaron a Julio Grondona cuando fue a pedirles una mejora para que los clubes pudiesen hacer frente a las deudas. Viejo zorro, Don Julio dejó desubicados a sus ex socios.

Por Ernesto Ponsati (*)

 

No hay enemigo débil. Ese axioma debe estar siendo masticado desde hace días por los responsables de la política empresaria de Televisión Satelital Codificada (TSC) y todas las firmas asociadas que ven cómo se les escurre entre los dedos el gran negocio de la televisación del fútbol de la AFA, que incluye la comercialización de la publicidad, la venta de los servicios codificados y el soporte de programas especializados en las distintas señales de la TV paga.

Una millonada de pesos que algunos, seguramente con exageración, hacen ascender a los 9.000 millones anuales, pero que, aunque sea la décima parte, de todos modos es hoy por hoy un secreto que solamente podrían desentrañar los autores del andamiaje financiero que como una telaraña se desprende de TSC. Esta empresa firmó en 1991 un contrato con la AFA para hacerse cargo de esos negocios hasta el año 2014, y en razón de ese contrato apelará a la justicia argentina para denunciar a la entidad rectora del fútbol argentino por incumplimiento del acuerdo.

La AFA entiende que en el transcurso de los años se han modificado muchas cosas, entre ellas, y se trata de un dato importante, la composición del grupo que firmó allá por el año 1991 del siglo pasado. Otra cosa que se modificó es la posibilidad de la AFA de espiar aunque más no sea en los contratos comerciales que a su vez concretan las innumerables empresas vinculadas, y mucho menos en las cifras que cobran por los servicios incluidos.

La AFA cree ver que hay muchos millones de pesos, quizás cientos, sobre los que no tiene control y de los cuales no recauda nada. Todo se diluye en esa maraña de participantes, entre los que se cuentan, sólo para mencionar algunos, Torneos y Competencias, Telered Imagen, T&C Sports, T&C Max, Cablevisión, Multicanal y otros.

La televisión paga cuesta 107 pesos mensuales, y si se agrega el servicio codificado son 32 pesos más (Esto es en Córdoba Capital, hay distintos valores en el Interior del país). Hay 5,4 millones de familias con acceso al cable, y de ellas 800.000 pagan el servicio codificado. Si se le añaden la torta publicitaria –hoy imposible de evaluar- y otros negocios conexos como el de la contratación de jugadores, admitido sotto voce por protagonistas principales de esta historia, se puede entender el interés puesto por los medios de comunicación oligopólicos en esto que se va configurando como la batalla del año 2009, muy por encima de la lucha planteada el año pasado en torno de las retenciones a las exportaciones agropecuarias.

De resultas de este imprevisible proceso desatado por el ahora híper vilipendiado Julio Grondona, podrían aparecer catapultadas al primer plano otras empresas mediáticas que habían quedado al margen del negocio y que cuentan entre sus propietarios a personajes como Francisco de Narváez, el empresario que desde un peronismo disidente y aliado a Mauricio Macri superara a Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires el 28 de junio último.

En el mismo grupo habría que ubicar a José Luis Manzano, aquel que robaba para la corona menemista y que en la actualidad lidera un conjunto de medios en el interior del país. Otro protagonista que está listo y espera es Telefónica, pues Telefé tiene estructura como para participar del próximo diseño de la televisación del fútbol. Todo depende de la forma que adopte este diseño, que por otra parte debería acoplarse a la discusión por la nueva ley de radiodifusión.

Todo comenzó cuando Grondona acudió a TSC pidiendo una cuota mayor de la que percibía, al tiempo que los clubes alertaban acerca de la posibilidad de que el campeonato de Primera A no se pudiera iniciar debido a las deudas que acosaban a prácticamente todas las instituciones. En acto de arrogancia y demostrando escasa capacidad para abarcar el problema en su conjunto, los directivos de TSC sacaron a Grondona poco menos que a los empujones. No habría un peso más de 250 millones, ya que la empresa ingresaba por todo concepto unos 300 millones; a esto los clubes reclamaron conocer las verdaderas cifras del negocio, cuestión que también fue rechazada.

Algunos se preguntarán qué clase de sociedad es esa en que una de las partes no puede acceder a los números reales de la empresa. Pues allí está otra de las bases del diferendo, y por ese resquicio fue que Grondona coló un alfil para desarticular el esquema defensivo de TSC. Hay en ajedrez un planteo que se conoce como espejo invertido, y en él uno de los jugadores convence al otro de que tiene un plan dado, cuando está preparándose para ejecutarlo, pero en otro espacio del tablero. Algo así habrá pensado el presidente de AFA; es más, si alguien nos dijera hoy que Grondona había hablado esto, antes, con algún miembro del Gobierno, nos sentiríamos inclinados a creerlo.

Lo cierto es que dejó desubicados a los gerentes del sector privado, haciendo ingresar a un actor que aquéllos no consideraban; nos parece que esos directivos deberían ser castigados por sus patrones a causa de su torpeza. Cuando se sepan los verdaderos números del negocio –y no le quepa duda al lector que algún día, más temprano que tarde, se conocerán-, se verá seguramente que se podría haber atendido a los reclamos de la AFA y aun habrían sobrado beneficios para tranquilizar el ánimo del más ávido.

El Gobierno dará a la AFA, en cambio, 600 millones de pesos por un año, aunque se cobrará 300 que la entidad y los clubes le adeudan a la AFIP; también se pondrán al día con las obras sociales de técnicos y jugadores. Nada garantiza que los dirigentes de los clubes abandonen las prácticas de corrupción con las que los vinculan el periodismo y la mayoría de la opinión pública. Nada garantiza tampoco que Grondona, este personaje que domina la escena institucional del fútbol argentino desde hace tres décadas, vaya a cambiar su estilo mafioso de manejar las políticas de la AFA.

Menos encontraremos que algo garantice que los medios de comunicación abandonen su complicidad con estos procedimientos: nunca habíamos leído tantas acusaciones y denuncias contra Grondona y la AFA como se han publicado en estos días: lo único extraño es que, si sabían tanto, por qué los periodistas lo habían callado tanto tiempo.

Y lo que es aún peor, nada garantiza en lo absoluto que vayamos a avanzar en cuestiones de seguridad y normas de conductas individuales o colectivas en las canchas o fuera de los estadios. Se habla de que el fútbol es algo arraigado a nuestra cultura, y así es. Lo que no quiere decir que vayamos a asumir los modos y costumbres de los barrabravas o la corruptela que preside toda esa subcultura, con su secuela de droga y violencia.

Los críticos de este nuevo escenario apelan a un argumento pueril, que solamente puede engañar a los desprevenidos: con esos 600 millones de pesos que “darán” a la AFA, dicen, se podría combatir la pobreza. Casualmente, los que así opinan son los mismos que anhelan privar al Estado de cerca de 12.000 millones de la misma moneda con la supresión de algunas retenciones y la disminución de las retenciones a la soja.

Podrían pensar que aumentando un par de puntitos aquí y otro par más allá, siempre hablando de retenciones, sería posible hacer este esfuerzo de 600 millones para llegar con esa cifra hasta los sectores económicamente más expuestos, y que tal vez se pueda, al mismo tiempo, permitir que el fútbol, aquel deporte asimilado a la cultura de este atribulado país, llegue gratis a casi todos los hogares argentinos. Dejemos que el dueño de la pelota sea el pueblo.

 

 

(*) Director periodístico de”Hoy día Córdoba”.


Fotomontaje: Diego Borghi.