* Por Delfina Corti
Mi abuela podría haber sido hincha de River. Su familia lo era y sus compañeros de colegio, también. Pero se hizo hincha de Boca para llevarles la contra a su papá y a su hermano. Y porque “lo lleva en el alma”, dice.
Jamás jugó a la pelota. Si lo hubiera hecho, mi abuela asegura que hubiera sido “una buena centroforward”. Yo también lo creo. Me la imagino atrevida, encaradora, y hasta insolente y cabrona con las defensoras rivales.
Pío Sixto Corcuera, dice, fue su referente como jugador. Aunque jamás lo vio jugar, sí escuchó por radio sus partidos y gritó los 97 goles que metió en Boca. Corcuera debutó en 1941 frente a San Lorenzo, precisamente como centroforward. “Primero era fullback izquierdo, porque siempre pateé igual con las dos. Pero en un partido en la vieja cancha de Platense, estábamos perdiendo, me fui para adelante y metí un par de buenos tiros. Entonces, me dijeron si no quería probar arriba, porque no había delanteros. ‘Juego en cualquier lado’, respondí. Y empecé de insider derecho, de 8. Pero el debut fue de 9”, contó Corcuera en una entrevista para diario Olé.
Corcuera era goleador. Mi abuela tenía 13 años cuando debutó en Boca y 20 años cuando fue transferido a Gimnasia La Plata. Ese año que dejó el xeneize, en 1948, mi abuela conoció a su futuro marido. Y el año en el que Corcuera se retiró del fútbol, nació mi mamá.
Mi mamá podría haber sido hincha de Boca. Sus papás lo eran y su hermano menor, también. Pero se hizo hincha de River a los cinco años gracias a su tío paterno, quien le contaba historias de los jugadores millonarios y sobre los partidos.
Jamás jugó a la pelota. Si lo hubiera hecho, mi mamá asegura que le hubiera gustado ser cinco. ¡Más vale! Ante un panorama adverso, siempre es la que mejor responde. Además, al igual que Mostaza Merlo, su ídolo, me la imagino como la dueña del mediocampo.
Durante 15 años, Mostaza fue el cinco de River. Jugó más de 500 partidos, anotó 10 goles y ganó siete títulos nacionales. El Campeonato Metropolitano de 1975 -el primer torneo de Merlo- logró romper una racha de 18 años sin títulos.
La última fecha de aquel torneo, frente a Racing, mi mamá fue a la cancha a festejar el campeonato. Y, según ella, ese fue el partido que más disfrutó. River le ganó 2-0 a Racing, con goles de Alonso y Morete, en un encuentro que no terminó porque la hinchada invadió el campo.
“Yo jamás voy a terminar irme de River”, dijo Merlo el día que jugó su último partido con la camiseta millonaria. Cinco años después de su retiro, en 1989, volvió a River como entrenador. Ese año, nací yo.
Y yo podría haber sido hincha de River. Mi mamá lo era y así lo determinó. Pero cuando pude decidir por mí, me hice hincha de Racing porque mi papá lo era y porque mi hermano se ocupó de que así fuera.
Yo sí jugué al fútbol. Jamás en cancha de 11. Si lo hubiera hecho, me hubiera gustado ser enganche. Me imagino atrevida y cabrona como mi abuela, pero la dueña del mediocampo como mi mamá y como Andrés Iniesta.
El 24 de enero de 2009 fui al Camp Nou para ver a Messi en un partido del Barcelona frente al Numancia. Aquel día, salí enamorada de Iniesta. Durante ocho años, tal como afirmó Riquelme, cada vez que Andrés jugó, tuve la obligación de mirarlo.
El 27 de abril de 2018, Iniesta anunció que se retiraba del Barcelona tras 22 años en el club: “Entiendo por naturaleza y ley de vida que lo que viene de aquí en adelante cada vez será más complicado, por lo que no me perdonaría vivir ninguna situación incómoda. No me la merezco y el club tampoco; esta es mi decisión y quería hacerla pública".
Dos años después de su despedida, en medio de la cuarentena, mi abuela, mi mamá y yo nos pusimos a hablar de fútbol durante el desayuno. Mi abuela con su café con leche, mi mamá con su té y yo con mi mate. Cada una fiel a su estilo.
* Por Delfina Corti para ¡Ahora que sí nos ven!