* Por Vanesa Carena
Lo conocí en el barrio, me enamoré perdidamente. A primera vista.
Dije que algún día iba a escribir nuestra historia. Pasaron 25 años pero acá estoy, cumpliendo lo prometido.
Recuerdo que era muy chica, unos 5 o 6 añitos, pero todos sabemos que cuando nos enamoramos profundamente de algo o alguien y es verdadero, es eterno.
Era muy duro soportar la penitencia de no poder salir a jugar a la pelota. Les juraba a mis papás que me iba a portar bien toda la vida, a cambio de que levantaran la penitencia cuando me invitaban a jugar en la canchita de la esquina. Nunca me portaba muy bien. Pobres mis papás, me supieron bancar así, amante de la pelota y que no me importara nada más. Volvía de jugar negra, totalmente sucia y no había forma de meterme a bañar. Prefería una vacuna antes de ir a la ducha. ¿Y cuál era la pócima mágica para hacerme bañar? Escuchar a mi mama decirme: "no vas más a jugar al fútbol sino vas ya mismo a bañarte" Y bueno, como siempre amé profundamente ese segundo en que tocaban el timbre de casa los vecinos varones del barrio para invitarme a jugar a la pelota, sabía que a la vuelta tenía que obedecer a mamá -que obvio tenía razón, pero a mí no me gustaba-, y sigue sin gustarme a pesar de que ya no cargo la presión de ella.
Siempre jugué de zapatillas. Tuve y tengo un pie muy chiquitito asique no me andaba ningún botín. Mi primo me daba los que él dejaba de usar porque supuestamente estaban "viejos" y para mi estaban intactos, asique era FELIZ agregándole mucho algodón en la punta y con dos medias, más vendas para disimular que me quedaban enormes. Pero el amor es así. Un poco ciego. Pero no tanto. Yo quería jugar con la vestimenta de fútbol y parecerme a una jugadora tanto como sea posible. Nunca lo logré, pero la intención siempre estuvo. Mis primeros botines fueron unos Puma Borussia. Esos que se les daba vuelta la lenguita. Típica criatura que le compran algo nuevo y se los pone de ahí hasta casa. Caminaba con botines adentro del hogar con una felicidad inmensa. Me acuerdo de estas cosas y me emociono hasta corazón.
Mi idea en esta nota es enriquecer esta familia deportiva del fútbol. Tan lejos como sea posible de las críticas de género y las desigualdades. Sé que existen y son innumerables pero desde mi punto de vista prefiero motivar a que se involucren todas las mujeres que sientan la pasión de este deporte. Sin angustia, sin prejuicio. Mientras más seamos, más rápido y naturalmente va ir cambiando la historia. Quisiera que todas las personas que se sientan identificadas con la pasión de una pelota de fútbol, puedan introducirse.
Nos convertimos en nuestra mejor versión cuando hacemos lo que amamos.
“Nos convertimos en nuestra mejor versión cuando hacemos lo que amamos”
Pensar que yo a principio de año tenía vergüenza de dejar el tenis por el fútbol. Fui presa de mi propio prejuicio. Hoy cuando me preguntan: ¿qué deporte haces? inflo el alma y respondo con la sonrisa más grande del mundo: juego al FÚTBOL.
Con los años me di cuenta que soy feliz y me siento plena cuando hago las cosas que amo y me apasionan. Cuando no nos importa NADA lo que piense el resto, lo que diga y lo que opine, es porque cruzamos el límite y la línea que nos separa. O más bien, me di cuenta que con el fútbol completé mi vida porque, aun conociendo todas las opiniones buenas y malas, lo ame más y eso en mi lenguaje sería una definición de AMOR puro.
Hoy puedo afirmar que no solo conocí un plantel de fútbol con jugadoras increíbles en todos los aspectos, no solo en calidad futbolística, sino también personas íntegras a quienes admiro.
Gracias a La Fusión por hacer arder mi corazón de emociones y alegría. Por regalarme esos domingos apasionados de puro fútbol.
Hoy confirmo que encontré mi Familia en el deporte y, por sobre TODO, me reencontré con mi primer amor.
* Por Vanesa Carena para ¡Ahora que sí nos ven!
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