El judoca oriundo de Río Negro y radicado en nuestra ciudad habló sobre la importancia de tener referentes en los deportes menos difundidos: “Es imposible que los chicos lo conozcan sin una figura”, afirmó.
Desde Cinco Saltos, su pueblo en Río Negro, Habib Baduy no hizo más que dar saltos en su vida y en su carrera. Comenzó a competir a los siete años y no detuvo su marcha jamás. Consolidado en su lugar de origen, el judoca decidió asentarse en Río Cuarto en busca de más.
El camino no se transitó solo. Baduy, así como muchos chicos en su pueblo, empezó a practicar judo porque existían referentes en el pueblo que mantenían en un lugar importante al deporte: “Había una familia que se dedicaba a eso. La gran mayoría del pueblo practicó alguna vez, porque había una referencia clara”, aseguró el judoca. Su carrera llevó a que la historia se diera vuelta, y fuese él a quien las nuevas camadas tomaron como ejemplo.
- ¿Cuál es la importancia de que haya referentes en los deportes?
- El referente en las ciudades más chicas da a conocer cosas del deporte que son más específicas. Si yo viajo afuera, compito y salgo en la tele entonces permite que a través de un resultado mío se plasme lo que es el judo y su diferencia con otros deportes. Mi teoría es que si no hay referentes en un deporte, no hay chance de que la gente lo conozca. En Estados Unidos, la natación creció muchísimo después de Michael Phelps. Acá en Río Cuarto creció el fútbol por Pablo Aimar y el tenis por Agustín Calleri.
- ¿Cuáles eran los referentes al inicio de su carrera?
- Tenía referentes locales, chicos que practicaban judo a nivel nacional y los tenía muy arriba. Con el correr de los años comencé a tener un estilo propio, y me di cuenta que podía hacer cosas que otros no hacían. La mayoría terminaba a los 18 años y me decían que no se podía estudiar y hacer deporte al mismo tiempo. Esas cuestiones hicieron que perdiera referentes locales, porque la mayoría de los deportistas dejaban cuando tenían que trabajar y estudiar. Cuestioné eso y así formé mi estilo propio. Me ofrecieron ir a vivir a La Plata, cuando el técnico de la Selección en ese momento me dijo que podía estudiar y hacer judo. Yo me quería ir a vivir a Río Cuarto, estudiar kinesiología y seguir haciendo mi deporte. Todos me decían que era imposible, porque acá no hay judo, y es verdad que no lo hay, pero eso no fue un freno para mí.
- Ese estilo que pudo lograr, ¿fue gracias a su experiencia desde chico?
- A los 7 años iba a Torneos Provinciales y a los 8 años gané mi Primer Nacional. A los 12 años ya era un chico que estaba presionado de competir y ganar en mi categoría. Esas cuestiones me hicieron crear estrategias mentales, porque la gente del club ya me contaba como un oro. Eso hace que uno tenga que mostrar esa faceta de que no te pesa la camiseta. Por más que tenga bajones, grandes desilusiones deportivas, o lesiones, yo sigo porque me gusta y nadie me obliga a hacerlo.
- ¿Qué ventajas tiene eso para la competencia?
- Creo que en los deportes olímpicos, más en el mío, si no empezas desde muy chico es muy difícil ganar algo el día de mañana en la categoría élite. Cualquiera que implique desafiar la gravedad es así, como gimnasia artística o BMX. En judo levantas a tu oponente, tenés que acomodarlo en el aire y hacer que caiga de espaldas. Eso es todo un proceso de desarrollo del cerebro. A los 12 años termina de formarse la plasticidad neuronal y la facilidad que un niño tiene se va acortando a partir de esa edad. Si no lo integraste de chico, de grande es muy difícil. Los colegas que están a mi nivel empezaron todos a los ocho o nueve años.
El judo en el “Imperio”
Cuando Baduy llegó a Río Cuarto, se encontró con una mínima y casi nula práctica de judo en la ciudad: “Supuestamente antes había, pero desconozco, son historias y mitos. Ahora la situación es igual a cuando llegué hace ocho años”, aseguró el rionegrino.
- ¿Por qué cree que se da la falta de práctica del deporte en la ciudad?
- Me encontré con uno o dos clubes que tenían judo pero con los que no compartía mucho la mirada que tenían sobre el deporte. Se suele mezclar con el Jiu-Jitsu u otras artes marciales. En realidad, en ninguna escuela del país se mezcla, la táctica del judo es específica del judo. Los padres no tienen un referente en el cual confíen sus niños para empezar desde chicos. Generalmente siempre los llevan a practicar deportes como fútbol o básquet, entonces solo viene gente grande a practicar judo y eso te limita a largo plazo a hacer una carrera deportiva. Al no haber semillero, no hay resultados y a nivel municipal y provincial no se conoce a la ciudad.
- ¿Cómo trabaja actualmente para mejorar este panorama?
- Hace dos años abrí una escuela exclusivamente para niños, para crear una camada y que el día de mañana pueda representar a la ciudad. Río Cuarto tiene mucha y muy buena materia prima, gente fuerte y aguerrida. Si hay gente para otros deportes, imaginate los judocas que pueden llegar a salir. Creo que hay otra escuela que da a niños también, pero no se focalizan en ellos. Mi objetivo es ir juntando futuros luchadores, personas que puedan llegar el día de mañana a predicar lo que yo traigo desde chico, no sé si a competir necesariamente.
- ¿Combina otros aprendizajes con los del judo?
- Tengo una estructura con un toque propio, no quiero que sean solo judocas. Lo relaciono, por ejemplo, con el primario, quiero que sean buenos estudiantes. También enseñarles los riesgos que puede tener un derribo, una estrangulación. Sino, llegan a los 15 o 16 años sin saber el daño que pueden hacerle al prójimo, y pasan cosas como el caso de Fernando Báez Sosa este verano. Hacer un deporte desde chico te da una consciencia. Tu fuerza de piernas y brazos pueden lastimar a otro. Toda la agresividad que podes tener en tu ser se canaliza en el deporte, y en el judo nunca sale del tatami.
- Entonces, ¿la función social es necesaria en este deporte?
- Todos los deportes de combate, llámense judo, boxeo, karate, taekwondo, están estigmatizados. Se piensa que el niño que se porta mal, si lo mandas a hacer estos deporte, le das herramientas para que siga siendo así. Al contrario, un profesor formado con años de experiencia, le baja la línea en el mismo tatami. Es una responsabilidad muy grande llevar ese cinturón y esos aprendizajes. Yo era muy indisciplinado cuando era niño, me suspendieron, le pegaba a mis compañeros. La psicopedagoga me mandó a judo, mi padre decía que iba a salir peor, y a mí me cambió la vida. Creo que la función social en los deportes de combate es la base de países como, por ejemplo, Japón. Nunca vi a un japonés agresivo, y las bases deportivas de ese país son las artes marciales.
- ¿Cómo se promulga el judo en una ciudad como Río Cuarto?
- Hay que entender que en una ciudad con tanto material, podes tener una camada con grandes resultados el día de mañana. Lo otro necesario de entender es que no es un proceso largo o costoso. No es como el fútbol que tenés que construir canchas y crear ligas. A la Municipalidad le costaría un pequeño cuarto en el que quepan treinta personas y la constancia de mantener la práctica en el tiempo.
Fotos: Sebastián Compan fotografía deportiva
Redacción Al Toque