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Opinión

30-05-2020

Bosnia: con el alma como bandera

Por Leonardo Gasseuy

Verano de 1993.  En Alemania se juega el Eurobasquet, el Campeonato Europeo de Baloncesto de la FIBA, que se disputa cada dos años y casi siempre lo gana Rusia. En los Balcanes la guerra continúa. La maquinaria de odio, intolerancia y muerte no se detiene en esa Yugoslavia multiétnica que se resquebraja bajo fuego.

 

Será un torneo distinto, de 16 participantes - históricamente 12 - La caída del comunismo europeo agrega nombres propios: Lituania, Rusia y Letonia - no serán soviéticos -  y por la sangrante Yugoslavia estarán Croacia, Eslovenia y Bosnia.

 

Yury Selikhov, entrenador ruso exige a su Federación, concentrar 20 días en Sochi, frente al Mar Negro, lleva 15 jugadores y una semana antes de viajar a Karlsruhe entrega la lista de 12. En ese certamen, Lolo Saiz, debutaría en el seleccionado español, con un solo objetivo, comenzar la renovación del equipo. Reformar y cambiar. Ese torneo, sería bisagra para las nuevas generaciones. Saiz –nacido en Marruecos- odia la improvisación: “solo dales acople y planificación, luego déjales, que con libertad desarrollen su inteligencia, porque este es un deporte para tíos listos”.  Acople y planificación. Solo para algunos.

 

Sarajevo, la capital de Bosnia, fue sitiada por las fuerzas serbias en abril de 1992 – hasta febrero de 1996 – ese verano del Eurobasquet, se aceleró el arrasador plan de Milosevic que buscaba establecer fronteras para una "Gran Serbia", que también extendió a Croacia e implicó la eliminación, por muerte o deportación, de todos los no serbios en el territorio. Sin agua, sin energía. Sarajevo es el sonido del horror. Huele a muerte, humo y miedo.

 

El silencio punzante de la guerra es solo interrumpido por el grito ‘Pazite, Snajper!’ -cuidado, francotirador-. Nadie creía que tras el nazismo esa parte del mundo viviera el mismo terror. En Sarajevo viven 7 de los 10 jugadores del seleccionado de básquet bosnio. Sobreviven en el polvorín del mundo. Deciden viajar a Alemania. Van a competir con las potencias. El tema es como abandonar Sarajevo. Uno de ellos alcanzó el grado de teniente en el ejército y dos son policías. Lo harán de noche. Una utopía. Aun menor que confiar en las hipócritas fuerzas de seguridad de las Naciones Unidas. Caminar es la única opción. La distancia no los intimada - no eran conscientes de la real superficie minada -. Debían arrastrarse cuerpo tierra hasta alcanzar la ciudad de Pazaric y de ahí entrar a Croacia. El periplo continuaría. Autobus a Zagreb, reordenar las ideas, notificar que estaban en camino, conseguir ropa y pasar a Bolonia.

 

Mirza Delibasic -fue uno de los mejores bases de Europa- brilló en el Real Madrid y decidió entrenar al equipo. “Somos un grupo de refugiados no tenemos condición física ni coordinación, nuestra reserva es el temperamento, apelo al espíritu de nuestra raza”.  Su plantilla era de 10 jugadores -el resto contaba con 12- de los cuales solo 3 eran profesionales.

 

Cuando comenzaron las practicas –aun con el cuerpo y la mente en el conflicto- ninguno de los jugadores que superaban los 2 metros podía tocar el aro. La guerra los había vaciado, solo se sostenían por su espíritu y su bandera. “Tienen orgullo, carácter y talento. Son leones de competición” me dice Daniel Beltramo, entrenador cordobés, con experiencia en Europa junto a Rubén Magnano.

 

Toni Kukoc y Dino Radja, croatas, -meses después Croacia entraría en guerra con Bosnia- jugaban en Italia, solucionaron los problemas logísticos y de calzado. La competencia deportiva fue una anécdota. Bosnia terminó octava. Fue una proeza.  El campeón fue Alemania –aun es el único título continental de su historia-. El máximo anotador un bosnio: Sabahudin Bilalovic, más grande aún la hazaña.

 

 

Stop The War era la pancarta con que los 10 bosnios le rogaban al mundo que no mire para otro lado. “La guerra – decía Delibasic- matará a miles de yugoslavos, aquellos que sobrevivamos, estaremos muertos en vida”. Murió de un cáncer linfático a los 47 años. Hasta el último aliento denostó la acción de las Naciones Unidas en el conflicto.

 

Estados Unidos, Reino Unido y Francia permitieron que las fuerzas serbias entraran a Srebrenica —el centro de la masacre— donde asesinaron a más de 8.000 musulmanes bosnios. Las fuerzas de defensa de la ONU fueron inútiles. Indiferencia y pasividad, elementos salpicados de complicidad.

 

Se cuestiona la dimensión moral y ética de no evitar el uso de la fuerza. Las potencias ejercieron una miope y liviana diplomacia cartográfica. Incapacidad. They don't know they don't understand, (no saben, no entienden) grita un parlamentario irlandés. Su rostro traduce la impotencia.

 

Imposible creer que la única solución por detener el fuego sea aceptar los dividendos de la guerra. Cruel. Esa farsa plurinacional, con su decidia, ayudó a parir los campos de concentración, permitió el exterminio y dejó el precedente que se acepta la limpieza racial, avalando la creación de nuevos estados étnicamente puros en medio de Europa.  El conflicto arroja saldos entre los que atendieron el juego, números rojos para la credibilidad de la ONU y de desprestigio para la OTAN.

 

Samir Avdic, fue uno de los técnicos dentro de la cancha. Paso rápidamente al Unicaja de Málaga. Sus vidas cambiaron para siempre. Ninguno regresó a Bosnia luego del certamen. Se repartieron por Israel, Turquía, España y Alemania. Los diez jugadores formaron una cofradía humana indestructible que aún perdura.

 

Delibacic, se fue apagando al son de la guerra. Como predijo comenzó a morir en vida. “Muchos amigos están en las colinas disparando a sus vecinos, destruyendo la ciudad que construyeron juntos, siento vacío, no miedo¨. Lo mató su pesimismo. Tres semanas antes del torneo continental, en medio del derrotero, dormía en un autobús, sin abstraerse de la guerra, cuando le dijeron que Drazen Petrovic, había muerto en un accidente de auto. Bajó su mirada perdida y susurró: el pueblo balcánico, esta maldecido. En Bosnia, lo peor aún, estaba por venir.

 

 

Especial para Al Toque Deportes

Foto: Diario AS (España)

Gráfico: Al Toque