Como no podía ser de otra manera, en el Día del Periodista dialogamos con el emblema de nuestra ciudad. Osvaldo Wehbe repasó aristas de su dilatada trayectoria y dejó su postura sobre determinadas temáticas del oficio.
Decir periodismo en Río Cuarto es familiarizarlo con Osvaldo Wehbe. El nombre en cuestión es el crédito local que ha vivenciado desde hace más de cuarenta años los más importantes acontecimientos deportivos, políticos, económicos y de otra envergadura.
Nacido en Río Cuarto el 27 de febrero de 1957, el “Turco” supo construir una carrera intachable por donde se la mire, sentó bases del buen periodismo y fue, es y será el referente de varias generaciones.
Su debut como relator se produjo hace 40 años, un 16 de mayo de 1979, en la Bombonera. Aquella jornada, Boca venció a Peñarol por uno a cero con gol de Armando Capurro. Aunque unos seis años antes ya forjaba vínculos con José María Muñoz y los hermanos Acosta en Córdoba.
Hijo de Elidia y Alfredo, esposo de Gladys y papá de Camila, Florencia y Brando (su perro), Wehbe se caracteriza por ser un tipo terrenal. Dado, generoso y según su propia visión (aunque no le gusta hablar de sí mismo): digno.
- ¿Cuándo descubrió la vocación?
Siempre, desde niño me gustó hacer esto. Escuchaba los partidos, anotaba los resultados, buscaba al otro día recortes y armaba cuadernos con los campeonatos. Todo eso pasaba en casa, lo escuchaba a mi viejo, a mi hermano. Aprendí de ahí.
- ¿Y sus inicios cuándo se produjeron?
Al final del secundario me anoté en abogacía, decido ir a estudiar a Córdoba. No había una escuela de periodismo, pero sí una de ciencias de la información. En ese tiempo lamentablemente la Triple A arrasó esos lugares donde había gente muy valiosa. En ese momento vi cuartada la chance de hacer periodismo y seguí con abogacía.
Pero además, estando en el secundario le escribí una carta a José María Muñoz ofreciendo mis servicios desde Río Cuarto. Con la curiosidad de que me contestaron y me dijeron que no estaba abierta la posibilidad de una corresponsalía en Río Cuarto, pero que si me iba a estudiar a Córdoba que fuera para ver si precisaban algo. Cuando fui, en el ’75, a la oficina de los hermanos Acosta (Canal 10 y en Radio Universidad), no precisaban mucho salvo una empleada doméstica. Me ofrecieron quedarme para ordenar un poco ahí y ver lo que hacían. Programas de deportes en Canal 10, tenían automovilismo en Radio Universidad, Héctor Acosta era un capo en eso. Al primer o segundo día a pesar de ser el hombre de la limpieza, por así decirlo, hacía falta gente que colabore con fotos, gráficos o revistas para ilustrar el material. Empecé haciendo eso, ahí me di cuenta que me apasionaba el periodismo, más allá de que seguí haciendo abogacía y me recibí.
- Dialogando con Fernández Moores coincidimos en que la dictadura fue la etapa más oscura del periodismo. ¿Etapas doradas existieron?
Coincido con Ezequiel, somos casi de la misma edad. Esa etapa de la dictadura fue la peor y nos ha tocado sufrirla. Pero creo que siempre hubo tiempos donde a pesar de una prensa canalla, como la que existe hoy no sólo a nivel deportivo, había material bueno para leer y para escuchar. Siempre ha habido un reservorio de calidad, algo lindo, cosas buenas. Si uno tiene ganas de buscar y reflejarse en otras cosas que salen de lo común, encuentra.
- ¿Qué significó en su vida el nombre José María Muñoz?
Fue muy fuerte. Era el nombre de la radiofonía deportiva argentina. Haber empezado a trabajar con él significó trabajar con el Gardel de los periodistas en el sentido de la fama. Era un animal de la radio. Tuvo alrededor muy buenos periodistas y una formación limitada quizás, sólo veía una pelota de fútbol, aunque con un relato tremendo. Siempre fue muy oficialista, tanto de Videla como de Alfonsín, era un tipo que al que tenía autoridad lo llenaba de elogios. Los presidentes se servían de Muñoz porque sabían que lo escuchaba todo el mundo.
- ¿Víctor Brizuela y Víctor Hugo Morales?
Brizuela fue un compañero de muchos años de vida. Tuve la fortuna de trabajar con él desde el ’85 después de dos mundiales. No fui, entre comillas, una formación de él, un Brizueladependiente, porque me formé con los modelos de Buenos Aires, pero siempre lo había admirado. Resultó ser un agradable personaje, con mucha calle, de mucho oído. Conmigo fue muy bueno, viajamos mucho, nos reímos. Fue un hermano mayor, un tío durante casi 16 años. Brizuela logró que en Córdoba no se escuchen ni Muñoz ni Víctor Hugo, se escuchaba él y Torri.
Víctor Hugo fue lo mejor que me pasó como cabeza de un grupo. Un hombre muy generoso, me permitió encontrar en mí cierta creatividad. Con él empecé a escribir y leer, fue la experiencia que mejor tuve en mi vida.
¿Qué siente cuando lo llaman el Maestro de Río Cuarto?
Es un gran orgullo. Es un mote que puso Víctor Hugo por lo generoso que es. Me doy cuenta en estos tiempos de que la gente que escuchó durante muchos años partidos y ha seguido el fútbol, me tiene cierto respeto. Las radios Continental, Cadena 3, LV2 y otras experiencias que he tenido me han permitido posicionarme, pero creo que debieran reconocer a otras personas que no hacen solo periodismo o relatan un partido. Si tuviera que hablar de mí, cosa que no me gusta ni hago mucho, al lado del apellido Wehbe pondría la palabra digno.
- Es un hombre que ha vivido grandes acontecimientos. ¿Le queda algún sueño por cumplir?
Cumplí todos. El sueño del hincha de transmitir a San Lorenzo campeón varias veces, ver a la Selección salir campeona, transmití mundiales, viajé por el mundo, relaté a la Liga de Río Cuarto arriba de un árbol. Sueños no me quedan, pero por supuesto uno espera todos los días hacer algo más.
Redacción Al Toque