Por Gustavo “Sapito” Coleoni
Lionel Messi volvió a desplegar su magia luego de 98 días de parate del fútbol español. Su Barcelona, más puntero que nunca en la Liga, ganó en las dos presentaciones (ante Mallorca y Leganés) y se encamina a un nuevo título. Pero lo que más llamó la atención fue su look juvenil: El 10 se afeitó, su pelo creció y metió raya al costado.
La nueva apariencia del mejor jugador del mundo lo “rejuveneció”. No sólo en su aspecto, sino también en su despliegue. Lionel Messi lidera todas las marcas habidas y por haber en la actal competencia.
El rosarino es el goleador, el que más asistencia dio, el que más remates al arco registra, el que más faltas cobra y un par de estadísticas más que nos tienen mal acostumbrados a los amantes del fútbol.
En ese marco, Gustavo “Sapito” Coleoni nos dejó otra columna en referencia al retorno del Rey.
“A tomar la leche, a tomar la leche, Lionel”
Seguramente a ese grito, la mamá de Lionel lo habrá hecho infinidades de veces yéndolo a buscar a cualquier potrero en Rosario. Después de haber hecho el cuarto gol y dar dos asistencias a sus amiguitos.
Vuelvo atrás porque después de ver el partido y entre que no había nadie en la cancha y su peinado nuevo, parecido a un pibe de quinto o sexto grado, nos deja la imagen de un purrete jugando a la pelota y esperando el llamado de su madre.
Está muy claro de que despejó todas las dudas nuevamente. Queda claro que el amor de él por la pelota está por encima de la gente y un estadio lleno. Necesitó la pelota y diez compañeros para ser feliz y volver a brillar.
Tenía ganas de expresar eso por sentirme identificado. Lo único que le faltaba era el guardapolvo blanco y un poquito de glostora. Este es mi enfoque, quería resaltar que por más que sea el mejor del mundo y tenga una vida soñada, cuando ve picar la pelota se transforma en amateur, vuelve para atrás y nos regala estas cosas.
En el mientras tanto, Lionel nos sigue maravillando con sus apariciones. La post pandemia le sentó bien al 10, quien quedó a un solo tanto de llegar a los 700 y parece que ni un tackle alcanza para pararlo.
Por Gustavo “Sapito” Coleoni – Entrenador de fútbol
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