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Opinión

26-06-2020

África: la histórica hemorragia interna

Por Leonardo Gasseuy*

Las cuestiones abstractas son siempre vacías y sin color, más, cuando están llamadas a dar respuestas concretas. George Weah es el único jugador africano de la historia que gano el Balón de Oro. Por ser la imagen de su país, en 2018 fue electo presidente de Liberia. Los goles, títulos y fama de sustancia abstracta, no sirvieron para modificar el presente del país. Hambre, corrupción y ébola. Problemas de matriz concreta. Su gestión: un desastre. No podía ser de otra manera.

 


 Rey del fútbol. En 1995 Geroge Weah fue distinguido con el Balón de Oro. Es el único africano en obtenerlo.


 

 

Weah y Liberia son solo un ejemplo concreto de lo que es África. Víctima del colonialismo histórico, pero destrozado por apéndices internos. Una versión histórica del Dios Cronos, qué, en la mitología griega, confundió su espacio y devoró su propia familia. La antropofagia negra asola al continente desde siempre. Los africanos la construyeron con sus propias manos. Weah, pudo ser el cambio. Es más, de lo mismo.

 

África llora. Lo hizo siempre. En parte por sus fortalezas. Sufre la llamada maldición de los recursos. Los países con riqueza mineral, combustibles fósiles y recursos naturales padecen democracias subdesarrolladas y un crecimiento económico débil. El sector extractivo adormeció al continente y, lo peor, les permitió históricamente a las elites negras comandar el desangre fratricida. No todos los problemas vienen de afuera. Sus males, paradójicamente, son paridos desde la abundancia y en el corazón de sus mismas entrañas.

 

Nzinga Mbemba nació en 1452. Fue el Rey de Kongo. Uno de los primeros nobles africanos en hermanarse con los portugueses. Hijo de Manikondo. Reorganizó el tráfico ilegal de esclavos, legalizando oficialmente el negocio. Centralizó las operaciones desde el reino. Entre las mercancías que necesitamos, le escribió a Joao III de Portugal, no debe faltar vino y harinas para misa. Se convirtió al catolicismo. En 1511 adoptó el nombre de Alfonso.

 

El Vaticano le concedió un Capellán llamado Rui de Aguiar. “Necesitan fe, no medicinas”. Los primeros esclavos enviado por Alfonso fueron criminales y desertores. Más tarde opositores al régimen, hasta que el negocio superó los prejuicios y fue la base de la economía. En ese lugar, en el puerto de Luanda, actual Angola, se le abrieron las puertas al negocio de la esclavitud. El infierno que vivieron millones de africanos se elaboró y desarrolló por la traición de los propios.

 


 Una postal. El extractivismo de los recursos naturales por parte de multinacionales genera un profundo daño al continente africano.


 

 

África no debe llorar de impotencia. Debe releer su historia. También, tristemente la moderna. El último medio siglo fue dominado por dictadores sangrientos que gobernaron un continente que muere de hambre y otras plagas. A partir de 1960 las naciones africanas fueron logrando independencia solo del colonialismo imperial. Cuando llegó el turno de las administraciones autóctonas también lo hizo la corrupción y la muerte  

 

“Estaré hasta que Dios diga ven”, dijo Robert Mugabe ante la Asamblea de Naciones Africanas. Serio, en ese recinto, Obama, sabía que era verdad.   La democratización no está instaurada como una cuestión de principios. ¿Las causas? Las clases medias africanas no se comprometen con la renovación política. Los regímenes autocráticos gestionan una simple ecuación:  con menos educación y más soldados nace la guerra civil. Esta divide al país y les permite preservar su poder y generar una gran industria. Las universidades siguen vacías y los países copados de traficantes y mercenarios. No es un flagelo, es una prolija y orquestada voluntad de dominio.

 

Henry Costa es un periodista liberiano. En Monrovia lo llaman la voz de las voces. Es el líder del Consejo de Patriotas, la única oposición seria, que protesta ante Weah. Front page African on line critica los manejos del gobierno y pone la lupa en la muerte del periodista Tyron Brown, asesinado en forma extraña.  La libertad se cercena de distintas formas. Esta semana en Liberia los paquetes de datos de internet pasaran de $ 2 a $ 6. La empresa monopólica GMS por orden del gobierno restringe los ingresos a Facebook, Instagram y Twitter. Desde el gobierno dicen que informarse mal, es caminar equivocadamente.

 

¿Podrá la nueva generación de africanos cambiar el paradigma cultural? Es posible.  Deberán desterrar la trilogía nefasta de dictadores, multinacionales y guerras civiles.  Entender que el enemigo interno es el enemigo real. Jean Beddel Bokassa, dictador de la República Centroafricana, se autoproclamó Emperador de África. Amaba a Napoleón. Paris avalaba cada una de sus locuras.  Amnistía Internacional lo cercó a denuncias de matanzas. Antes de su muerte se autodeclaró el decimotercer Apóstol de Cristo y alentó al canibalismo. “Me gusta el sabor de la carne humana, sabemos cómo prepararla”, dijo en  1976. Esa noche ofreció un banquete oficial y se comió al único matemático del país.

 

George Weah no pudo, no supo o no quiso revertir el triste destino de su pueblo. Liberia es el quinto país más pobre del mundo. El 71% de sus 4,2 millones de habitantes viven en la pobreza absoluta, solo el 26 % accede al agua potable. Reprime cualquier manifestación pública y hay certezas de corrupción con bonos de la Reserva Federal de Estados Unidos. Luego de dos años de mandato, gobierna un pueblo resignado. “¿Depues de la guerra, del ebola y la pobreza extrema, que perderemos si el experimento Weah sale mal?”, se preguntan sus opositores.

 


 En Liberia miles de personas están contra de la gestión del presidente George Weah.


 

Los “disruptores” según el New African son mujeres y hombres africanos que están sacudiendo el status quo haciendo preguntas incomodas y objetando los modelos que degradan al continente. Son una esperanza. Una reserva intelectual diferente, que puede propiciar el cambio. Al menos, una nueva receta. Ellos reconocen que Africa,  tiene más culpa que nadie, de sus propias  penurias.

 

“Los humanitos venimos todos de Africa. Desde los blancos blanquísimos, hasta los negros retintos y los que no vivimos en Africa. Somos todos africanos de origen, emigrados. Los pueblos se lanzaron a la conquista del mundo cuando no se exigía más pasaporte que las piernas caminantes”,dice Eduardo Galeano. Solo falta que ellos lo entiendan. Así entenderán su valor y dejarán de hacerse daño.

 

* Especial para Al Toque Deportes

Redacción Al Toque