En junio de 1989 el defensor nacido en Coronel Moldes tomó una decisión que daría un vuelco a su vida deportiva. Tras su paso por Belgrano de Córdoba, y con sólo seis meses en San Martín de Mendoza, armó las valijas y se fue a El Águila de El Salvador. “Mirándolo a la distancia pienso que fue una inconciencia importante, pero hoy en día lo vuelvo a hacer”.
A fines de junio de 1989 Fabián Zucchini (25/01/1965) se dejó llevar por su intuición, su corazón y la pasión por el fútbol. Atrás quedó su paso glorioso que tuvo durante cuatro años en Belgrano de Córdoba y recaló, a comienzos de ese año, en San Martín de Mendoza.
Aunque su travesía no quedó ahí. Luego de un puñado de partidos, su próximo destino sería El Salvador. El aguerrido defensor despertó interés en los directivos de El Águila y un par de conversaciones bastaron para viajar a Centroamérica.
¿Su primer vínculo con la gente de El Salvador cómo fue?
Hasta el 31 de diciembre del ‘88 estuve en Belgrano. De ahí paso a San Martín por seis meses. Estando ahí llegó una gente de El Salvador para presenciar un partido. Luego de 45 minutos, en el entretiempo vino el presidente de Águilas y nos quiso llevar a un par, obviamente yo no podía salir del vestuario (risas). Eso fue un sábado, y el lunes volvíamos a jugar porque veníamos atrasados en el torneo. Arreglo el martes y un jueves ya estaba arriba del avión.
¿Cuándo dice fuimos, quiénes eran?
Fuimos cuatro, (Hugo) Coria el 9, (Ricardo Santos) Logiácono también de San Martín, un tal Salas, que era rosarino, y (Roberto) Bundio, que el papá había jugado mucho allá. Nos vamos hasta Panamá en avión y después de ahí nos subimos a una avioneta que manejaba el presidente. Creí que era el final de mi vida ahí (risas). Nos agarró una tormenta a mitad de camino y fue bastante difícil, hoy la cuento con gracia, pero fue bravo. Según el piloto, que era el presidente, dijo ‘ahí tenemos que embocar, a un agujerito blanco que había y allá fuimos’. Por suerte salimos.
¿Salieron?...
Hasta ahí nomás ja ja. Me acuerdo que cuando íbamos a aterrizar, no me acuerdo si fue Salas u otro, dice: ‘Mirá las luces en el aeropuerto, se ve que tienen una buena pista’. En realidad eran trincheras y esas luces eran los disparos que salían de esos huecos. Ya empezamos a ver lo que nos esperaba.
El presidente – piloto de Águila fue un famoso y polémico dirigente de fútbol de El Salvador. Neto Muyshondt se hizo conocido por sus discutibles decisiones que tomó dentro del ámbito futbolero: A mediados de los ’80 pasó de ser dirigente de Alianza (hoy Atlético Constancia) a ejercer en El Águila. Algo así como pasar de River Plate a Boca Juniors en nuestro país.
El apellido Muyshondt es muy conocido en el país centroamericano. El papá Neto marcó el rumbo y sus hijos Gerardo y Ernesto continuaron con el legado.
Actualmente Gerardo es publicista y escritor. De hecho es autor de UNO, libro que se refiere a la participación de la Selección Salvadoreña en el Mundial de España 1982. En tanto, Ernesto es el actual Jefe de Gobierno de San Salvador.
Sin perder el foco, y aclarando la figura del controversial presidente de El Águila, Zucchini continuó con la narración de su travesía.
¿Y el fútbol salvadoreño?
Había un nivel muy interesante, tenían mucha influencia mexicana y en los equipos había argentinos y brasileños. El Águila era uno de los más nombrados de la época, el Boca o River de El Salvador, obviamente salvando las distancias.
Y con técnico yugoslavo…
El yugolsavo llega por las cosas del fútbol, es gente que llegó a un país y no sabes cómo cae (risas). Cayó en un momento en que Yugoslavia estaba un poco de moda por que se venía el Mundial (Italia 1990) y se encolumnó detrás de eso. Era un técnico asesino del deporte, buen tipo y no tanto, muy difícil de entenderlo.
Una locura de decisión por dónde se la mire. ¿No?
Mirándolo a la distancia pienso que fue una inconciencia importante (risas). Por jugar al fútbol, por estar en otro lado, pensé que era lo que necesitaba. Llegamos a un país donde había muchísimos problemas sociales. Es un hermoso país, pero estaba complicado socialmente.
¿Y esa aventura cuánto duró?
Firmé por dos años y me quedó ocho meses, porque decidí irme a Estados Unidos. Me dieron la Visa por ser jugador y tener contrato, y ahí sí me quedé dos años. Fui con la intención de jugar, pero el fútbol era muy poco conocido en esa época, recién en el ’94 con el Mundial empezaron a darle manija. Me puse a laburar y dejé todo.
¿Cuál fue el próximo destino?
Vuelvo al país y estuve un año en Córdoba con la idea de volver al fútbol, aunque no lo tomaba como prioridad. Después me vuelvo definitivamente a Moldes a trabajar. Recién en 2005 me vinculé a dar una mano en Belgrano de Moldes, en un momento difícil del club. Empezamos ahí, en 2006 casi ascendimos, el ascenso vino después, me entusiasmé y no largué más.
Más allá de la aventura y los viajes. ¿Belgrano fue lo más importante?
Sin dudas. En Belgrano estuve del ’84 al ’88, épocas muy lindas y de gloria deportivamente hablando. Salimos campeones provinciales, regional (1986 - primer torneo organizado por AFA ganado por un equipo cordobés), conseguimos el ascenso al Nacional, jugamos dos finales: una de ellas la recordada con Banfield. Jugué con jugadores de la talla de J.J. López y (Luis) Galván.
Un día Galván pidió que juegue yo. Él se estaba recuperando de una operación de rodilla y en un amistoso lo iban a poner de 2, en mi lugar. Galván dijo que lo pusieron de 4, que no le quería quitar el lugar a nadie. Una humildad terrible de un campeón del mundo.
A la hora de elegir un momento se queda con una derrota…
Sí. La final con Banfield. A pesar de ser una derrota son momentos que te enseñan mucho. Para mí fue lo más emblemático, estuvimos a un paso de la A, pero lamentablemente gana uno solo.
En el cierre. ¿Te volvés a subir a ese avión?
Hoy en día lo vuelvo a hacer. A lo largo de los años extraño esos momentos, por lo joven que era y porque me fue bien.
Fotos Archivo Fabián Zucchini / Al Toque
Fuente CEDAT (Centro de Documentación Al Toque)
Redacción Al Toque