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Opinión

10-07-2020

La Premier: los ricos, los pobres y la gente

Por Leonardo Gasseuy*

Cuando Diego ponía de rodillas al norte italiano le preguntaron a Agnelli si la Juventus lo compraría: “Imposible. No somos lo suficientemente ricos para poder traerlo, ni tan pobres para necesitarlo”, dijo el dueño de FIAT y la Vecchia Signora. Por más que se reivindicara Nápoles por un rato - por sus sociologías internas y sus estructuras materiales - el futbol siempre se dividió entre ricos y pobres.

 

Cuando terminaba la década del ochenta el futbol inglés estaba enfermo de gravedad. Clubes en decadencia, estadios oxidados y el gobierno plenipotenciario de los hooligans. Moría una década. Con ella el mandato de Margaret Thatcher, que odiaba al futbol, y también llegaba a su fin la Liga Inglesa de Futbol.

 

Se puede hablar de muchas variables condicionantes, pero la televisión, con un contrato de cinco años convenció a los big five (Manchester United, Liverpool, Arsenal, Everton y Tottenham Hotspur) de que se debía inventar otro formato. Hicieron mutar la vieja liga inglesa en el producto Premier League. Reformularon, en base a legislaciones nacionales, los conceptos de organizar el juego. Se modificó la estructura conservadora con la estética y el orden que solo impone:  el rigor del dinero.

 


 La Dama de Hierro. Margaret Thatcher despreciaba el fútbol y fue clave para transformar el fútbol inglés en un inmenso negocio.


 

Crearon un imperio. Ese terreno inexplorado necesitaba inversores. Al show llegaron rusos corruptos que blanquearon las privatizaciones de la ex Unión Soviética, jeques y petroleros, magnates chinos y norteamericanos que querían invertir en un “soccer” de pasión.  La Premier lo hizo. Metió en una misma carpa a la más heterodoxa fauna mercantil. Claro, tampoco fue una realidad uniforme, quedaron algunos casilleros excluidos.

 

Dave Whelan en 1995 compró al Wigan. Whelan ex jugador profesional, que amasó una fortuna con una cadena de Supermercados, logró el objetivo de ascenderlo a la Premier y valorizarlo. La historia posterior es de película. El 11 de Mayo de 2013 logró el primer título de su historia al vencer al Manchester City y ser campeón de la FA Cup. El 14 de mayo, solo tres días después, descendió a segunda división.

 

En 2018 Whelan lo vende a la Entertainmet Corporation (IEC). Ahí comienza la pesadilla del club.  Hace un mes, IEC comenzó negociaciones para vender el equipo a la firma Next Leader Fund (NFL), con sede en Islas Caimán. El negocio se cierra. El principal accionista es Stanley Choi, un jugador de póker profesional. El lunes, tras decretarse la quiebra, un sistema de administración de la justicia británica llevará las riendas del Wigan. El objetivo, además de sanearlo y devolverlo a la gente, es evitar que descienda a tercera división.

 


 Dave Whelan dejó al Wigan tras 20 años de estar al frente del club con el que conquistó la FA Cup en 2013.


 

Nadie conoce la Premier como David Goldblatt. Sociólogo y autor de muchos libros, él se presenta como “escritor del futbol” hace tiempo. El británico critica la enajenación de la pasión a manos de tanto millonario turbio.  Goldblatt escribió el “Manifiesto del Fútbol para Todos” donde cuestiona que esa pequeña elite mundial tiene secuestrado el futbol inglés.  Detiene la pelota y exige respeto a la identidad cultural del juego. “El fútbol – dice - es un lugar raro y precioso. Una herencia fabulosa de más de 100 años, repositorio de ideas poderosas y solidarias. Es un espacio de rituales colectivos. El futbol es un planeta de todos, un lugar donde nos mezclamos socialmente de nosotros y no de yo”. Post pandemia, seguramente llegarán los cambios culturales. Mirar al costado y que la escenografía no sea tan artificial y descartable.

 

“Yo sé lo que es tener hambre”, dijo Marcus Rashford. Tiene 22 años. Es multimillonario y goleador del Manchester United. En estos días ganó su mejor partido. Subió a la arena política del Reino Unido y modificó la decisión de Boris Johnson, de no seguir pagando durante el receso educativo las partidas para los comedores escolares. Rashford, hijo de madre soltera, creció en un barrio pobre del gran Manchester. Llevó   las banderas que ningún laborista pudo, supo, o quiso tomar. “El hambre es una pandemia que puede extenderse durante generaciones si no se toman las decisiones correctas”,dice.

 

En Inglaterra más de 1,3 millones de niños sostienen su alimentación gracias a los comedores escolares. Es el 16 % del país. En Manchester esa cifra llega al 30%. Tras la embestida de Rashford, Boris Johnson decidió liberar 120 millones de libras esterlinas. Los conservadores británicos siempre subestimaron los grandes temas sociales, en realidad los temas que exigen sensibilidad. Johnson, un cínico y mentiroso compulsivo, no dijo nada cuando Tottenham y Liverpool (por solo citar a dos), los multimillonarios finalistas de la última Champions, se acogieron a un programa del gobierno para que el estado les pague partes de los salarios de los empleados.

 

Goldblatt dice que los clubes tienen una deuda de lealtad con una comunidad que los antecede y esa es la realidad más que nada en Inglaterra. Las hinchadas piden tribunas para estar de pie: “éramos felices cuando cantábamos”. El futbol derriba esa cultura de la modernidad donde se destroza lo popular por tantos clientes que seducir.

 


 Un jugador que hace la diferencia. Marcus Rashford es la voz de los desprotegidos en plena crisis por el coronavirus.


 

Las clases bajas no pueden ir al estadio, el club dejó de ser su sitio. La gente no cambió su esencia, simplemente no accede al producto. Nunca se comprende, hasta que es tarde, que, ante la suma ostentosa de una minoría, los postergados se multiplican. El Wigan y tantísimos que quiebran, al igual que los cinco grandes, extrañan, en su esencia social, otros tiempos, de menos glamour. No les importa que la globalización los ponga como ejemplos mientras se enteran por twitter de un gol de su equipo.

 

Inglaterra deberá entender, que el brillo de tanto mecenazgo agrieta y desnaturaliza. El cambio va a llegar por Rashford, por el Wigan o por los niños con hambre.  Cuando en la serie Juegos de Caballeros (Netflix 2020 - 6 capítulos), Fergus Sutter (el primer futbolista profesional de la historia), albañil, hijo de un padre alcohólico, se encuentra con su rival Lord Arthur Kinnaird, heredero de una corporación bancaria, para discutir una cuestión reglamentaria, Sutter, que ganaría la primera FA Cup, para los trabajadores de la industria del algodón, le dice: “Sabes porque el paradigma va a cambiar? Porque a la larga, siempre, el grito más fuerte, es el grito de los postergados.

 

* Leonardo Gasseuy vive en San Francisco, Córdoba. Es empresario. Apasionado del deporte, la geopolítica y la historia.

 

Gráfico: Al Toque