Por Leonardo Gasseuy*
La Fórmula Uno es desde siempre un universo inverosímil, en las pistas y en ese mundo que circunda su submundo. Lewis Hamilton, en este cronograma irregular por el Covid 19, mostró su reconvertida cara social. Encabezó, acorde a su estatura, la campaña Blacks Lives Matter - Las Vidas Negras Importan -. Trató, no pudo, de amalgamar en forma unánime el reclamo con los demás pilotos. Se arrodillaron a lo Kaepernick. ¿La prensa de la F1? Snob, artificial. Salvo las excepciones de siempre, le dio más difusión a Bernie Ecclestone, otrora jefe de la categoría, que fue padre a los 89 años. A Hamilton no le importó. Se decidió a dar una batalla de fondo.
Es un error facilista considerar que el coronavirus es la principal pandemia que soporta el mundo, es el racismo, seguramente, la máxima expresión de involución social, ya que, en dimensiones proporcionales vivimos en un mundo que se tecnifica y excluye por igual. Lewis Hamilton entendió el concepto y como dijo esta semana el hermano de George Floyd en el Congreso de los Estados Unidos: “estamos cansados de sufrir”. En esa reunión, los Republicanos dijeron que tenía razón que hay policías que no respetan a los negros, pero negaron que haya un problema sistemático.
Lewis Hamilton hizo pintar su Mercedes de color negro para transmitir su mensaje de lucha contra el racismo.
Lewis Hamilton tiene 6 títulos de F1, uno más que Fangio, uno menos que Schumacher, el más ganador de todos. Seguramente su objetivo inmediato es superar al alemán, pero, en este último tiempo, comenzó a construir un podio personal: su militancia anti racista. Lo hace en su mejor momento. Sube a la incomodidad de ese ring social contagiando al contexto más cercano. “El racismo y la discriminación no tienen cabida en nuestra sociedad, en nuestro deporte o en nuestra escudería. Esto es algo en lo que creemos firmemente en Mercedes”, dijo Toto Wolff, jefe del equipo, un poco por convicción, otro tanto arrastrado por la fuerza arrolladora de Lewis que logró que los Mercedes Benz tengan una franja negra durante toda la temporada.
En busca de soluciones de fondo nació la Comisión Hamilton, una asociación de investigación dedicada a explorar cómo el automovilismo se puede utilizar como vehículo para involucrar a más jóvenes negros en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Y, en última instancia, emplearlos en los equipos o en otros sectores vanguardia. El piloto y la Real Academia de Ingeniería Británica armaron una plataforma cuya idea es permitir que la selecta F1 comience a derribar barreras. La Comisión nace en un gesto de propiciar una política práctica de gestión. El mundo, como la F1, deberán entender, que nos debemos a una majestad moral, más allá de tantos reclamos y gestos simbólicos.
Nunca la lucha contra el racismo, como en este caso, hermanó la acción practica con la educación. Los segmentos de evolución social caen diluidos en la sinergia propia de un mundo que está configurado, en el mejor de los casos, a ser un espectador sin compromiso. “Lo deberás hacer con tu propia sangre”, fue el lema de Rosa Parks, ella, en 1955, fue encarcelada por negarse a ceder su asiento en el autobús a un hombre blanco. Gracias a las protestas que desencadenó su encarcelamiento, la Corte Suprema de los Estados Unidos prohibió la práctica de segregación racial en el transporte público. Hamilton y la comisión decidieron hacer entender que la construcción del colectivo social solo nace con la inclusión.
El británico, que va por su séptimo título en la F1, mostró su compromiso social al impulsar la Comisión Hamilton.
En 2016 Liberty Media, un conglomerado estadounidense de medios de comunicación, adquirió la Fórmula Uno con un desembolso de 4.400 millones de dólares. Chase Carey, quien manejaba Century Fox, asumió la función de director ejecutivo y se diferenció, desde un comienzo, con las formas de Bernie Ecclestone. Cuando Hamilton notificó su plan de acción quedó en medio de la interna de los ejecutivos. Ecclestone, dispuesto a cuestionar lo que se cruce, dijo: “Muchas veces la gente de raza negra es aún más racista que la de raza blanca". Esta semana fue desvinculado de su cargo de Presidente Emérito de la F1. Hamilton deberá entender que será difícil convencer al mundo cuando su parcela esta desordenada.
Las soluciones estructurales y de fondo necesitan el apoyo de los estados, como alguna vez el final de la esclavitud exigió que las voces abolicionistas sean oficiales. No basta con voluntades individuales. La Fórmula Uno es un espectáculo privado, un gran circo industrial, parte de un mercado soberbio y arrogante que dice: “Ganás el domingo y vendes el lunes”.Pero necesitan de los gobiernos de los países sedes, que, en conjunto, aportan 600 millones de dólares al año para que ese Disney ambulante pueda seguir girando.
Bernie Ecclestone, otrora jefe de la categoría, fue desvinculado de su cargo de Presidente Emérito de la F1 por mesnajes racitas.
El universo de lucha es muy grande, tanto como la profundidad del debate que merece. En Italia el padecimiento de los futbolistas negros no se detiene. “Balotelli es el último de mis problemas”, dijo Mateo Salvini, el ex Ministro del Interior, racista y violento, parte de un estado que no se preocupa, ni contiene. Comienza una nueva manera de cambiar el rumbo, con leyes y acciones que se convencionalicen. “Algunos están jubilosos, algunos están confundidos y algunos están enojados”, dijo el alcalde de Bristol, Marvin Rees, cuando los manifestantes derribaron la estatua de Edward Colston, uno de los forjadores de la ciudad, que amasó su fortuna con el tráfico de esclavos.
En pocos días Netflix dará a conocer la nueva serie que se viene. 'Colin in Black & White', una serie documental de seis capítulos en la que Colin Kaepernick, mostrará su lucha. Desde otro lugar. El sistema de la NFL lo exoneró a partir de 2016, por arrodillarse a modo de protesta. Lo dejo libre. No le intersa volver a jugar. Su lucha es y será concientizar. Como dijo el rapero Tupac Shakur: “No digo que yo vaya a cambiar el mundo, pero puedo influir en los cerebros que sí lo harán”.
La Comisión Hamilton nace en un momento justo, en el que el mundo le da lugar a la reflexión y acepta que la paz no es solamente la ausencia de la guerra. Cuando era niño y llevaba a su hermano Nicolás, en su silla de ruedas, postrado por su parálisis cerebral, Lewis, mirando a su padre, con los ojos enrojecidos, le dijo: “Va a tener más problemas por ser negro, que por su discapacidad”. En ese momento empezó a conducir su convicción. Ahora, decidió que es momento de acelerar.
* Leonardo Gasseuy vive en San Francisco, Córdoba. Es empresario. Apasionado del deporte, la geopolítica y la historia.
Gráfico: Al Toque