Juan Francisco Brunetta es uno de los jugadores más codiciados en el mercado de pases. En estos días, Boca y el Genk belga son los que le han hecho llegar las mejores ofertas a Godoy Cruz para quedarse con sus servicios. Su padre fue uno de los referentes del mejor momento del fútbol de Laboulaye y su hermano es otra interesante promesa.
Aunque no oculta su gusto por algunas de las posibilidades que se manejan para su futuro, Juan Brunetta asegura estar muy cómodo en Godoy Cruz. Desde la provincia cuyana, donde continúa entrenando de manera virtual recuerda: “Comencé a jugar en Sportivo Norte a los 4 años, mi viejo (el ex jugador Ariel Brunetta) era el técnico y teníamos un muy buen grupo”, haciendo referencia a la categoría ‘97 en la que compartía equipo, por ejemplo con Pedro Silva Torrejón, el ex Boca, hoy en el fútbol uruguayo y Rodrigo Cáceres, jugador de Vélez a préstamo en J. J. Urquiza.
Hoy, Boca Juniors es uno de los más interesados en convencer a la dirigencia “tombina” para quedarse con el pase del jugador al que dejaron escapar con 12 años “me fui de Boca, pero la verdad es que en ese momento no me importaba demasiado jugar allá, yo extrañaba poder jugar el fin de semana en Laboulaye con mi grupo de amigos con los que la pasaba muy bien”.
Juan Brunetta, uno de los apuntados por Boca para reforzar su plantel, junto a Riquelme en su paso por inferiores.
Según su padre Ariel, “un día (con 12 años) se bajó llorando del micro y diciendo que no quería ir más a Boca porque el técnico no lo ponía en su posición y le decía que era muy chiquitito”.
“Yo era feliz jugando a la pelota, por suerte, después con el tiempo se me dio por dedicarme profesionalmente al fútbol, pero estoy seguro que si hoy estuviese jugando en cualquier club de la liga también sería feliz”, asegura el volante nacido el 12 de mayo de 1997 en la charla con Al Toque Deportes.
“Aquellos fueron los tiempos que más disfruté, ahora es mucho más difícil”, dice el campeón Preolímpico con la Selección Nacional Sub 23.
“Estuve en cuatro clubes de Laboulaye y la verdad es que la pasé muy bien porque jugaba con mis amigos, me quedaron muchas amistades de las inferiores del fútbol”, describe de su estadía en Sportivo Norte, Huracán, San Martín y Central Córdoba.
Tras dejar de viajar para jugar en Boca llegó Estudiantes de la Plata, fue un tiempo muy corto y el regreso a su ciudad natal, donde, de la mano de su padre, debutó con 14 años en la primera división de Central Córdoba de esa ciudad. “Yo fui su técnico en infantiles, en Sportivo Norte, y después cuando se volvió lo dirigí en Central Córdoba y lo hice debutar en Primera”, recuerda Ariel.
El fútbol grande le volvió a tender la mano y el destino esta vez fue Arsenal de Sarandí. “Soy un agradecido a Arsenal, fue el club que me dio la oportunidad de llegar a Primera División”, recalca el volante.
“Arsenal es un club muy familiar y mientras Julio (Grondona) era presidente de AFA estaba muy bien, cuando desgraciadamente pasó lo de su fallecimiento se sintió y fue un impacto muy fuerte. Tanto con su hijo Julio como con Humberto tuve una muy buna relación, la pasé muy bien en Sarandí”, afirma.
Ya afianzado en Primera llegó el paso a Belgrano de Córdoba, sin los resultados deportivos esperados. “Belgrano es un club grande, fue muy lindo jugar siempre con 30 o 40 mil personas en la cancha pero me costó mucho adaptarme a la forma de juego, no fue un buen momento, llegué después de que había salido último y había que sumar muchos puntos para salvarnos del descenso, el primer año lo pudimos hacer pero en el segundo ya no”, resume su paso por el “Pirata”.
“Godoy Cruz es un club en el que estoy muy cómodo, como Belgrano es un grande del interior, la ciudad es muy linda y estoy muy contento de estar acá, si se da la posibilidad de ir a otro lado bien, sino me voy a quedar muy contento”, afirma de su presente institución.
“Hoy por hoy estamos cumpliendo con los entrenamientos que nos mandan de manera virtual y ya estamos mucho más flexibilizados para poder salir a la calle. Lo peor ya pasó es cuestión de esperar para retomar la vida normal estamos entrenado por zoom como la mayoría de los clubes, a esta altura se hace bastante pesado”, cuenta de su presente en época de pandemia.
Ariel, el primero de la familia y Pedro, el que se viene
Si bien el apellido trascendió al país desde la llegada de Juan a la Superliga Argentina de Fútbol, cuenta con un historial importante en la Liga Laboulayense, ya que su padre Ariel fue parte de los equipos de Huracán (1997/98) y Sporting (1999), cuando ambos clubes llegaron a semifinales del Torneo Argentino B.
“Los recuerdos de esa época son pocos, siempre vemos el video de cuando jugó el Argentino B con Huracán, mi viejo fue un 8 ponedor y que hacía goles, yo era muy chiquito cuando dejó de jugar”, relata Juan sobre su padre. “Eso de Huracán fue increíble, yo veo los videos y me hace emocionar porque había jugadores de primer nivel y con una humildad bárbara, Martín Montagna, Luis Whet, Miguel Soria” agrega.
Ariel Brunetta en su época de jugador. Quien posa con él es Juan, jugador de Godoy Cruz.
“Yo jugaba de delantero y cuando Darío (Inocente) me dirigió en Huracán me puso de volante, tanto por derecha como por izquierda”, se autodescribe el patriarca de la familia, Pedro Ariel, (conocido por su segundo nombre), quien sigue despuntando el vicio en diferentes torneos de veteranos.
Ariel fue el primer futbolista de la familia: “Empecé en Deportivo Melo porque mi papá trabajaba en un campo de la zona, cuando me vine a hacer el secundario empecé en Sportivo Norte, después estuve en Huracán donde ganamos un torneo de la liga y jugamos ese famoso Argentino B (llegó a semifinales), después repetimos esa gran campaña con Sporting y jugué un año en San Martín”, detalla su carrera.
“Yo era muy pica piedra, corría para dársela a Miguel Soria, un crack que hizo inferiores en Ferro, lo mío era para acá nomás, no daba para más”, dice Brunetta padre.
El cuadro familiar con la pelota lo completa el hijo menor de Ariel, Pedro, o “Peyi”, quien en la reserva de Sarmiento de Junín espera su oportunidad para saltar a primera.
“Mi hermano, como yo, la está peleando. En esto hay que tener un poco de suerte para que te llegue el momento justo y lamentablemente surgió lo de la pandemia pero juega bastante bien así que ojalá pueda debutar y tener su chance de arrancar en este camino tan lindo de un jugador profesional”, dice Juan de su hermano menor. “Me encanta como juega, es como mi papá, pero técnicamente 10 veces mejor así que le tengo mucha fe”, cierra su descripción.
Silva Torrejon y Juan Brunetta en inferiores de Sportivo Norte.
Inocente, un testigo clave
Alguien muy cercano a los Brunetta es Darío Inocente, fue el entrenador de Ariel en Huracán y Sporting llegando a sendas semifinales del Argentino B. Como entrenador de la categoría ‘97 de Central Córdoba lo sufrió a Juan que jugaba para Sportivo Norte y fue el encargado de llevar a primera a Pedro, el más chico de la familia cuando tan solo tenía 15 años.
Inocente asegura que “se notaba que (Juan) era un chico distinto, en la canchita chica se notaba su pegada, y su visión de juego, lo único que le causó algún problemita fue su físico tan pequeño, los que conocemos de fútbol siempre esperamos que este chico estuviera en el mejor nivel”.
Tanto Inocente como Juan Brunetta recuerdan que las categorías ‘97 de Norte y Central jugaron varias finales y que sólo una vez se impuso el equipo dirigido por Inocente: “Era muy difícil hacerles partido”, dice el entrenador; “hacía como 2 años que no perdíamos y nos ganaron 4 a 0”, recuerda el jugador.
Sobre Ariel, el entrenador dice: “Era 9, un buen jugador, pero no terminaba de explotar y hasta algo resistido por la gente, con condiciones. Cuando arranqué en Huracán le vi condiciones de carrilero, porque volvía con mucha viveza y además era muy poco egoísta y me rindió muchísimo. Fue un gran jugador que pudo haber llegado tranquilamente al Argentino A, pero los hijos siempre pintaron para más”.
“Yo creo muchísimo en que la familia es fundamental para que un chico pueda desarrollarse en el fútbol, y en el caso de ellos (Juan y Pedro) la familia fue extraordinaria siempre, apoyándolos, con consejos lógicos, pese a ser técnico el padre no lo veías agobiarlos, los fue llevando de forma magnífica”, agrega Inocente.
“Pedro tiene muchísimas condiciones, pronto va a llegar a Primera, es categoría 2000, no tiene tanta calidad como Juan, pero mayor agresividad. Cuando tenía 15 años, en Central Córdoba, un domingo que él no estaba citado se me accidenta otro jugador, lo llamo a Ariel y le comenté que lo necesitaba para el banco y finalmente entró ese día”, recuerda.
Hoy Ariel es propietario de una cancha de fútbol en Laboulaye y juega en los torneos de Veteranos, el año pasado representando a Ranqueles de Río Cuarto ganó la Copa Argentina y sigue de cerca el crecimiento de sus hijos.
Foto principal: Diario Uno / Mendoza
Redacción: Al Toque