Por Osvaldo Wehbe
El Leeds está en la Premier. También parecía lo iba a estar a esta altura del año pasado y en el sprint final se cayó a pedazos. Las redes, seguramente de ascendencia “canalla”, que lo atacaron y se mofaron del “Loco” Bielsa, hablaron de “pecho frío” y esas cuestiones que en el folklore rosarino se aplican a Ñuls, desde Arroyito e inmediaciones.
Eso por un lado. Por el otro, la vieja y remanida historia del Mundial 2002 y el fracaso en esa competencia de una Selección que hasta ese partido ante Suecia en el Estadio de Miyagi en Japón, fue una de las mejores en la historia contemporánea, ganando eliminatorias de punta a punta y jugando de una manera extraordinaria contra cualquier rival. Y de un tiempo a esta parte, esa mezcla de reconocimiento en los lugares en donde dirigió Marcelo y la falta de ello por estos lados. Pues hoy, con el logro del Leeds, las vueltas tan “panquequeras” han trocado varias de aquellas puyas y burlas en alabanzas hipócritas. Bah… una muestra de la Sociedad en que vivimos.
Bielsa jugó en Ñuls, Instituto y Argentino de Rosario. Era defensor.
En 1982 empezó a ejercer como técnico en las divisiones inferiores de NOB de Rosario. Su trabajo en las inferiores consagró la cantera de Newell's, Bielsa, dividió el mapa de Argentina en 70 partes de cinco apartados cada una con la intención de probar a más de 1.000 jóvenes futbolistas para recoger a los más capacitados en su equipo. En tres meses llegó a recorrer 25.000 kilómetros analizando jugadores. Así se reclutaron a chicos que años más tarde serían futbolistas de renombre, como Mauricio Pochettino, Gabriel Batistuta, Eduardo Berizzo o Ricardo Lunari. Fue durante esta etapa cuando Marcelo recibió el apodo de “El Loco”, debido a sus singulares métodos de entrenamiento. En 1988 consiguió su primer título: el campeonato de Reserva. Ese mismo año, Newell's, se consagró también campeón de Primera, de la mano de José Yudica. En 1989, y a la edad de 33 años, asumió definitivamente la profesión de entrenador, para la cual se había preparado insistentemente en años anteriores. Llegó a primera dos años después.
El Bielsa técnico, ganó torneos con Ñuls, Vélez y las selecciones Sub 23 de Argentina, uno, en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Revolucionó al fútbol chileno, cambiando la actitud mental y deportiva a los jugadores de la “Roja”, y es amado aun hoy en Bilbao y Marsella. Siempre, sus admiradores, lo hemos seguido, domingo tras domingo o el día que sea, en el país en donde dirigía y al equipo que condujo. Hoy lo hacemos con el Leeds United. No somos pocos.
Hay en el seguimiento a Bielsa, en el deseo que le vaya bien, un codo a codo con la persona Bielsa, que por supuesto se traslada al juego de sus cuadros.
Hay en Bielsa, algo así, como lo que nos gustaría fuera el argentino medio. La línea de conducta, su honestidad intelectual y sus principios respetados a rajatabla.
Definición deportiva de un colega: “Bielsa arma un hermoso avión, pero resulta que no vuela”. Algo de cierto hay. Más no son muchos los que construyen ese tipo de aviones. Y de vez en cuando vuelan, lo hacen siempre bien y como en este caso, aterrizan con un título en la mano.
Llenos de ética y de juego ofensivo. De ofender al rival de tanto buscar el área contraria y, posiblemente, como le pasó muchas veces, de “ofenderse” a sí mismo, perdiendo un par de pelotas en la salida, sobre el final del encuentro y cayendo, ante un inferior rival, que había soportado el dominio del Leeds casi 80 minutos.
Hoy, como el año pasado, se le arrimaban del tercero para abajo (ascendían directo los dos primeros). Pero no lo lograron. Y por si fuera poco el equipo de Bielsa fue campeón antes del final del campeonato.
Con Marcelo, uno teme que esos méritos caigan en saco roto, como le había pasado otras veces.
Pero nada cambiaría en la estima y la admiración de quién esto escribe por Bielsa. Como técnico y persona. Sus declaraciones a la hora de la mejor victoria y la peor derrota, han recorrido siempre un camino de equilibrio y respeto que, en muchos sectores del país, se han perdido detrás de la ordinariez y el facilismo, de la “viveza criolla” y la corrupción.
Sus declaraciones a la hora de la mejor victoria y la peor derrota, han recorrido siempre un camino de equilibrio y respeto que, en muchos sectores del país, se han perdido detrás de la ordinariez y el facilismo, de la “viveza criolla” y la corrupción
El Leeds United no tiene una gran plantilla. Estuvo cerca del ascenso el año pasado y ahora lo logró con un grupo de jugadores cuya mayoría no da la talla, para arrasar con el torneo ni mucho menos. El Ellan Road, su estadio, está hasta las manos siempre (antes de la pandemia) y sus hinchas adoran al “Loco” Bielsa, el qué, sabe, tenía que responder con urgencia a ese amor y deseo de volver a la Premier como en los tiempos de Eric Cantona en cancha y el título del 91-92. Hay dentro del alma del Leeds, de “Los Pavos Reales”, una historia que contiene a Jackie Charlton (se fue hace poco) como el jugador que más veces jugó con esa camiseta y al escocés Peter Lorimer como su máximo goleador.
Ese Leeds, es el Bilbao de hace un tiempo o el Marsella de otro momento. Es un equipo de Marcelo Bielsa. Y, entonces, cada vez que sale a cancha, uno, sin cortarse las venas, ruega para que le vaya bien.
Para muchos, Bielsa es un “zonzo”, un “ingenuo”, un “vende humo”, un “lírico empedernido”, un “perdedor” y otros adjetivos descalificativos.
A mí me gustó que el Leeds ascienda, para que Bielsa tenga en la tabla, lo que para algunos es lo único que vale, la victoria, la obtención de lo propuesto, el ascenso, en este caso. Si no hubiese sido así, hasta que Marcelo Alberto Bielsa lo decida y siga dirigiendo, desde este sitio tendrá un agradecimiento permanente. Por como entrena a sus clubes y por los valores que desparrama a cada rato. Me encantaría charlar de vez en cuando con él, mano a mano, mate de por medio.
Los Marcelo Bielsa no abundan, aunque son motivo de vida de muchos argentinos que no se ven. Lo que se nota, lo que “paga”, es lo otro.
Y así nos va.
Los Marcelo Bielsa no abundan, aunque son motivo de vida de muchos argentinos que no se ven. Lo que se nota, lo que “paga”, es lo otro.
Y así nos va.
Por Osvaldo Alfredo Wehbe
Gráfico: Al Toque